Presentó en el Museo del Libro y de la Lengua «El periodismo es lindo porque se conoce gente», un volumen que reúne historias, aventuras, chispazos de lucidez, humor, perfiles y decálogos de un oficio que él trajina desde hace 62 años y 27 libros.

“Si tuviera anteojos de lejos saludaría a más gente”, decía Carlos Ulanosvky desde el centro del panel. Ante un auditorio lleno, con público sentado en las escaleras, el periodista presentaba su libro El periodismo es lindo porque se conoce gente, de la editorial Marea, este martes 1 de julio en El Museo del Libro y de la Lengua. A lo largo de sus páginas se presentan perfiles y anécdotas con un elemento en común, la picardía, ordenados en listas, duplas y decálogos cuyos protagonistas, algunos de los cuales reían y devolvían saludos desde las butacas, se mueven entre las calles, los bares, las cafeterías y el espacio nostálgico de la redacción.
“No todo tiempo pasado fue mejor, pero en periodismo todo tiempo pasado fue más fácil —sentencia el propio Ulanovsky en diálogo con ANCCOM—. Nosotros salimos del secundario y fuimos a golpear puertas a diversas redacciones y en todas nos atendían, en todas nos abrían, en todas nos escuchaban y, si teníamos suerte y llevábamos un sumario más o menos interesante, hasta salíamos ligando una nota. Después, mucho más adelante, se podía vivir con una cadenita de, no sé, tres o cuatro colaboraciones mensuales que se pagaban en tiempo y forma. Ahora eso es imposible porque las colaboraciones se pagan muy mal, muy poco y con retraso. Entonces ahora es muy dificultoso vivir del periodismo. Y otra de las consecuencias de la precarización es que cada uno puede llegar a tener dos, tres, cuatro trabajos, y lamentablemente eso conlleva a perder los contactos personales; a tener menos tiempo para relacionarse.”
Ulanovsky es un periodista gráfico con más de seis décadas de experiencia, fundador y docente del instituto TEA y autor, con éste, de 27 libros publicados. A su izquierda se sentaban la directora editorial de Marea, Constanza Brunet, y Luis Alberto Quevedo, exdecano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA); a su derecha, la multipremiada periodista Claudia Acuña, fundadora y directora de la Cooperativa Lavaca, y Camilo Sánchez, novelista, poeta y fundador, entre otros medios, de la revista Dangdai.

Brunet, que hizo de moderadora, dio inicio al evento: “Bueno, estamos todes”. Acuña, al tomar la palabra, partió refiriéndose al contexto político actual, caracterizado por los permanentes embates del presidente Javier Milei contra el periodismo: “La picardía es el escudo con el que se defiende la verdad”, dijo, y añadió una consigna: “No amamos lo suficiente a los y las periodistas”.
“Es muy difícil responderle a un presidente que te insulta todos los días —sigue Ulanovsky—, porque no sabés cuales son las consecuencias que eso puede tener. Y por otro lado porque no estamos acostumbrados a que un presidente nos insulte. Puede ser mejor presidente, peor presidente, eso no está en discusión. Pero no estamos acostumbrados a que un presidente nos falte el respeto”.
Camilo Sánchez, el segundo en tomar la palabra, puso el énfasis en “la transmisión cuerpo a cuerpo”, en la conversación de pasillo, propia del espacio de la redacción. Ulanovsky, por su parte, se remonta a la primera revista que hizo en la escuela secundaria, con la que visitó redacciones y consiguió entrevistados, hasta llegar a Clarín, Página/12 y la fallida experiencia en el diario Perfil, ya en 1998, entre otros muchos medios.
“Yo cuando me fui de Clarín extrañé algunas cosas —relata—: extrañé amigos que tenía, compañeros de trabajo; extrañé el archivo de papel, que era fabuloso; y extrañé la hora de la cantina, cuando nos reuníamos un rato antes de empezar a trabajar, y ahí salían las mejores cosas de cada uno, los diálogos más divertidos, las ideas de notas, en fin, se extraña ese tipo de contacto.”

“Ojalá que este libro sirva para que un alumno de periodismo hoy lo lea y diga: qué lindo que es el periodismo. Mirá como se conoce gente”, desea Ulanovsky.
El libro de Carlos Ulanovsky se construye a partir de esos contactos: son historias de cafés, llamadas de amigos, anotadas en papeles que guardó en una cajita (“cajita no: era una caja”, corrige) preferentemente azul, en la que se juntaban Roberto Jorge Santoro, Roberto Arlt, Norma Vega y María Esther Gilio con la misma Claudia Acuña, Camilo Sánchez y Diego Rosemberg, entre muchísimos más. “Carlos escribe un mundo donde periodistas y redacciones armaron ciudades”, dijo Luis Quevedo al cerrar su propia presentación, “Yo me di cuenta de que uno de los GPS para recorrer esta ciudad son las picardías”.
“Vos fijate que yo no tengo un título universitario —sigue Ulanovsky que fue tuvo a su cargo en Taller de Redacción 1 en los inicios de la Carrera de Ciencias de la Comunicación— estudié sociología y rendí unas materias, pero no me recibí. Mi formación se la debo al periodismo. Un día, por necesidad de entender más el tema de los medios, me puse a leer más cosas; ahora tengo una biblioteca de los medios impresionante y he leído mucho, y me convertí en un especialista sobre ese tema.”
Es desde este lugar, y con el hilo conductor de las picardías, que Carlos Ulanovsky escribe su homenaje al periodismo. Y lo hizo ante decenas de personas con las que comparte no sólo un oficio, sino un compromiso y un sentido del humor. Ulanovsky cerró su ponencia: “Ojalá que este libro sirva para que un alumno de periodismo hoy lo lea y diga: qué lindo que es el periodismo. Mirá como se conoce gente.”
