El 2 de junio se celebra el Día del Bombero Voluntario en Argentina en homenaje a quienes arriesgan su vida sin esperar nada a cambio. ANCCOM visitó el cuartel de Villa Ballester para conocer cómo es la rutina, los desafíos y la vocación detrás del uniforme.

El 2 de junio se celebra la fundación del primer cuerpo de bomberos voluntarios del país, creado en 1884 en el barrio porteño de La Boca por iniciativa de Tomás Liberti, su hijo y otros vecinos del barrio, mayormente inmigrantes italianos. La iniciativa surgió luego de un incendio en la zona portuaria. Desde entonces, el país ha desarrollado una de las redes de voluntariado más importantes del continente, con más de 58.000 bomberos y bomberas distribuidos en más de 1.100 cuarteles a lo largo del territorio nacional.
ANCCOM se acercó hasta el cuartel de Bomberos Voluntarios de Villa Ballester y pudo conversar con Carlos Bonasera de 25 años, quién se sumó como bombero voluntario en 2023 y que además se desempeña como inspector de calidad en una fábrica de envases flexibles de José León Suarez.
Para Bonasera, ser bombero voluntario en la Argentina es, ante todo, un acto de vocación y de entrega. Pero con las ganas no alcanza: para ingresar al cuerpo de Villa Ballester se deben cumplir ciertos requisitos básicos: tener entre 18 y 38 años, estudios secundarios completos y superar una evaluación psicológica, física y médica. Luego comienza un proceso de formación técnica que incluye conocimientos en incendios, rescates, primeros auxilios, materiales peligrosos y más. El curso puede durar entre seis meses y un año, dependiendo de cada jurisdicción, y finaliza con un examen teórico-práctico y un juramento de servicio.
Bonasera entiende el desconcierto que algunas personas sienten con quienes se ofrecen a trabajar como voluntarios, más si eso supone ponerse en situaciones de riesgo. Él lo disfruta y es su vocación: “Nadie me cuestionó porque entienden que hago lo que me gusta y uno no puede pedirle a la gente que quiere que deje de hacer lo que los hace felices”.
Los bomberos voluntarios no solo actúan en caso de incendios, también están entrenados para asistir en accidentes de tránsito y rescates en altura, desde el romántico caso de bajar el gato de arriba del árbol hasta personas accidentadas.

Protocolo
El protocolo indica que los telefonistas del cuartel reciben la llamada, ya sea de las autoridades o de algún vecino que informa algún accidente o problema. Los bomberos que están al teléfono tienen que tratar de obtener la mayor cantidad de información posible acerca de lo sucedido, luego dan la alerta y avisan a quienes están haciendo la guardia. Se ponen la ropa de protección y se paran en una línea amarilla que hay al costado del camión, a la espera de la persona que va a ser la encargada del operativo.
El de mayor jerarquía y experiencia al momento de la llamada es quién elige con quién asistir al lugar del siniestro. La cantidad de bomberos que asisten a cada emergencia depende de la magnitud de lo sucedido, de la cantidad de choferes que hay y de la cantidad de gente que queda en el cuartel. Por lo general, cada camión sale con cuatro o cinco personas, para poder cubrir todos los roles que hay, pero varía. Los bomberos solo se tienen que vestir, todo lo demás que puedan llegar a necesitar ya está cargado en el camión a la hora de salir. En Villa Ballester tratan de que el camión arranque un minuto y medio después de recibir el aviso, luego de equiparse.
Los bomberos voluntarios del cuartel de Villa Ballester se dividen en cuatro grupos y cada uno debe hacer una semana de guardia cada mes. En esa semana, tienen que estar disponibles para actuar desde las 22 horas del domingo hasta las 22 horas del domingo siguiente.
Además, y a nivel individual, cada uno de ellos debe cumplir con 30 horas de servicio al mes. Al ser voluntarios y no percibir un salario por su labor, tienen que balancear su trabajo, con su vida personal y el servicio en los cuarteles.
En 2023, se sancionó una ley largamente esperada por el sistema: la jubilación especial para los bomberos voluntarios. Este régimen permite que quienes hayan prestado servicio activo durante al menos 25 años y tengan 50 años de edad puedan acceder a un derecho previsional. Para ello, deben estar debidamente registrados en el Sistema Nacional de Bomberos Voluntarios (SNBV) y haber participado regularmente en entrenamientos, intervenciones y tareas comunitarias certificadas.
El cuartel de Villa Ballester cuenta además con una escuela de cadetes para chicos y chicas de 12 a 17 años que quieran sumarse a esta familia. Al igual que los adultos, deben cumplir una determinada cantidad de horas mensuales además de recibir la formación sobre el manejo de equipo y cómo deben actuar correctamente ante cada situación.

Los profesionales
En contraste a los voluntarios de Villa Ballester, los bomberos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires están profesionalizados, se dedican exclusivamente a last areas socorro y perciben un salario por el cumplimiento de su trabajo. Además, los bomberos de la Ciudad, alternan entre 24 horas de guardia y 48 horas de descanso, mucho más que las 30 horas mensuales que deben cumplir los voluntarios. Por otra parte, en estos cuarteles no miran con buenos ojos que sus trabajadores quieran dedicar tiempo a otros empleos, estudios y cuestiones personales. En cambio, los voluntarios tienen en cuenta que sus miembros pierden tiempo de calidad con sus familias y amigos o que hasta por prestar servicio llegan tarde a sus trabajos remunerados, por lo tanto
A 140 años de la fundación del primer cuartel de bomberos voluntarios en La Boca, la red de voluntariado sigue creciendo gracias al compromiso de personas como Bonasera. Y también de la comunidad que colabora con donaciones en sus cuarteles cercanos. Porque detrás de cada sirena hay historias de entrega, solidaridad y trabajo en equipo que merecen ser acompañadas.
