De repente, en la geopolítica empezó a discutirse la propiedad de las tierras raras. Pero, ¿qué son? ¿Para qué se necesitan? ¿Qué rol podría asumir Argentina en el escenario global?

Las tierras raras aparecen cada vez más en los titulares y análisis de la geopolítica, pero para muchos no está claro a qué refiere ese nombre que engloba a varios elementos poco conocidos de la tabla periódica: los lantánidos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, promecio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio, lutecio), el escandio y el itrio. Se caracterizan por contar con propiedades físicas y químicas similares entre sí que los hace estar juntos en el ambiente, lo que dificulta su separación. Aunque desde el siglo XX se las llama “raras” porque se pensaba que eran poco abundantes y no se conocía su utilidad, hoy se sabe que están presentes en casi toda la corteza terrestre pero su extracción no resulta simple.
Como explica el geólogo especialista en tierras raras y profesor e investigador de la Universidad Nacional de Salta, Mauro de la Hoz, ‘’son muy comunes en la naturaleza; lo raro es encontrar yacimientos minerales donde estén concentradas, algo que facilita su extracción. Las encontrás distribuidas por todos lados y unidas a otros elementos, por lo que separarlos es costoso. Las tierras raras son metales, entonces lo que se requiere es de un proceso metalúrgico para poder extraerlos de los minerales en los que se concentran’’.
Pablo Rolando, geólogo y profesor de la Universidad Nacional de Río Negro, destaca la importancia estratégica de estos elementos: “La relevancia está en su papel clave para la tecnología. Son fundamentales para la producción de celulares, pantallas, catalizadores, imanes, para la industria armamentista y, sobre todo, para el cambio que se está dando en la matriz energética; un aparato eólico para generar energía necesita una tonelada de tierras raras. Es difícil su reemplazo, por eso están categorizadas como minerales críticos’’.
De la Hoz explica que ‘’fueron los países asiáticos quienes descubrieron cómo cada uno de estos elementos químicos tenía características muy particulares que sirven para crear materiales que se conocen como supermateriales. Al hacer aleaciones, mezclar algunos elementos químicos comunes con tierras raras, podés obtener superconductores, superimanes que son los que se necesitan hoy para cualquier aparato tecnológico. Todos los días sale un celular nuevo y para lograr que cada aparato nuevo sea cada vez más pequeño o más potente, dependes de estos elementos químicos’’.
Guerra comercial
Según el último informe del Servicio Geológico de Estados Unidos, China concentra 44 millones de toneladas de tierras raras. Además se posiciona como el mayor productor mundial al procesar reservas propias como de otros países gracias a su avanzada tecnología de separación. Estados Unidos, en cambio, cuenta con apenas 1,9 millones de toneladas descubiertas. Otros países que explotan este recurso son Rusia, Australia, Tailandia, Madagascar y nuestro vecino Brasil. En el marco de las disputas comerciales, China suspendió la exportación de tierras raras a Estados Unidos; este país depende de la potencia asiática para abastecer el 70% de su consumo. El interés de anexar Canadá, expresado por Donald Trump en sus discursos también se puede relacionar a la búsqueda de nuevos yacimientos: el informe del Servicio Geológico estadounidense establece un estimado de 14 millones de toneladas de estos elementos en territorio canadiense todavía por explotar.
La creciente demanda y la competencia global por la monopolización de los avances tecnológicos en telefonía, industria armamentista y hasta el desarrollo de la llamada ‘’energía verde’’, posicionaron a las tierras raras como un recurso estratégico ya que son indispensables, como mencionaban Rolando y De la Hoz, al no existir hasta el momento un sustituto que tenga o supere sus cualidades. China lleva la delantera gracias a su desarrollo tecnológico y décadas de ventaja en exploración y explotación.
La dificultad de extraer tierras raras para el cambio de matriz energética es expresado por De la Hoz con una paradoja: ‘’Si tuviéramos que hacer la transición energética como plantean los especialistas en menos de 50 años, se necesitaría hacer minas en todo el planeta para sacar la cantidad necesaria de tierras raras y otros metales para generar ese cambio. La raza humana se extinguiría en tres o cuatro generaciones ya que para producir una sola turbina eólica se necesita una tonelada de tierras raras. Hay campos donde existen cien generadores’’. Es decir que para De la Hoz la propuestas actuales por el cambio de matriz resultan también contraproducentes porque para su construcción se necesitan de diversos metales que deben extraerse mediante una acelerada explotación minera.
‘’La única forma de lograr este cambio cuidando el planeta es mediante el reciclado de metales de los aparatos tecnológicos, lo que se conoce como minería urbana. Es una de las mejores alternativas porque podes recuperar y reutilizar las tierras raras sin necesidad de una explotación minera. La compañía Apple creó un robot que le permite recuperar de cada 100 mil aparatos, 33 kg de tierras raras, que es muchísimo», explica el especialista.
¿Y Argentina dónde está?
Hasta el día de hoy, no hay ninguna explotación activa de tierras raras en Argentina y la etapa de exploración aún es muy incipiente. Como se mencionó anteriormente, se sabe que en el país hay presencia de estos metales pero lo realmente relevante es su concentración y la viabilidad de su explotación. Sin embargo, la información disponible hasta el momento es escasa.
“Durante diez años no se habló de otra cosa que no fuera el litio. Nosotros acá tenemos una zona en Salta, que es la región del Nevado de Cachi, donde hay litio en roca pero en poca cantidad. Lo que sí hay, es un potencial enorme en tierras raras”, recuerda De la Hoz. “Venían muchas empresas a explorar esas zonas y yo les proponía que, además del litio, explorarán tierras raras. Pero me decían que no les interesaba, que solo querían litio porque estaba de moda y creían que se iban a hacer millonarios con eso”. Ahora se pasó de una fiebre por el litio a una nueva fiebre por las tierras raras.
Uno de los principales obstáculos en Argentina es la falta de información geológica detallada. Para iniciar cualquier proceso de exploración, es fundamental contar con un conocimiento profundo del ambiente, solo así es posible identificar con precisión las regiones que cuentan con mayor potencial de contener este tipo de depósitos. En comparación, la información geológica disponible es significativamente menor a la de Brasil o Chile.
De la Hoz señala: “Nosotros todavía, a nivel nacional, no tenemos cubierto todo el territorio con hojas geológicas elaboradas por el Servicio Geológico Minero Argentino. Vos te vas a Canadá o a Estados Unidos y tenés hojas geológicas a escala 1-10.000, con un nivel de detalle tremendo. En Brasil, las universidades hacen convenios con el Servicio Geológico Brasileño para que el trabajo final de los egresados sea un relevamiento geológico. Entonces, con cada camada de recibidos, se va integrando una nueva área al conocimiento del país”.
Además Rolando, quien realizó un doctorado en Brasil, nos cuenta que existen programas llamados doctorados ‘’sandwich’’, en donde los geólogos brasileños estudian dos años en su país y dos años en el exterior donde se forman para luego traer la expertise de un laboratorio externo. Estos testimonios nos demuestran la existencia de un gran incentivo impulsado tanto por el Estado como por los privados en el conocimiento y tratamiento geológico, lo que a su vez impulsa la actividad minera.
Los proyectos mineros son procesos largos y complejos, que requieren cumplir con una amplia gama de normativas, especialmente ambientales. A esto se suma otra dificultad central en el contexto argentino: la inestabilidad económica. Al tratarse de inversiones de largo plazo, el sector privado prioriza escenarios donde haya mayor previsibilidad. Como explica Rolando: “La minería es una actividad de alto riesgo, porque nada te asegura que un depósito mineral se transforme efectivamente en una mina. Como son procesos largos, los inversores necesitan tener la tranquilidad de que pueden proyectarse en el tiempo”. Sin embargo, según De la Hoz, “en los últimos seis, siete años, esta situación empezó a cambiar. Las provincias comenzaron a demostrar que tienen una seguridad jurídica importante, que las reglas de juego se mantienen”.
Un potencial por explorar
‘’Hoy quizás encontrás concentraciones que parecen bajas para el mercado internacional y no justifican abrir una mina, pero no sabés cómo va a cambiar la tecnología de tratamiento, ni los precios en cinco o seis años”, explica De la Hoz. “Eso ya pasó con el litio: antes no era rentable y ahora es estratégico. Por eso lo que hay que hacer en Argentina es explorar, generar información, saber qué hay y en qué cantidades. La minería está atravesada por muchos factores, sociales, ambientales, legales, técnicos que ralentizan el proceso. En la exploración, no alcanza con un estudio superficial; hay que perforar, entender en tres dimensiones el depósito y evaluar si es viable extraerlo. No es lo mismo una mina que dure cinco años que una que dure veinte. El secreto está en explorar todo lo posible, no solo tierras raras, sino también otros metales’’.
A pesar de que la minería ha estado presente tanto en la agenda política como en el discurso mediático, lo cierto es que Argentina aún no cuenta con una tradición minera consolidada que le permita, en el corto plazo, asumir un rol estratégico en la explotación de tierras raras. El verdadero desafío radica en que exista una decisión política clara por parte del Estado para generar las condiciones que impulsen la exploración, fortalezcan la investigación científica y garanticen un marco jurídico y económico estable para atraer inversiones. Pensar la minería como una oportunidad concreta para el desarrollo económico del país requiere planificación, conocimiento y una mirada de largo plazo.