El Sindicato de Periodistas de Buenos Aires montó una olla popular frente al diario Clarín para exigir la reapertura de paritarias. El primedio salarial de los trabajadores de prensa escrita es de 520.000 pesos.

Este martes, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) realizó una olla popular bajo la consigna “ollas del hambre”, frente al diario Clarín, en Tacuarí al 1700. La protesta se debe a la delicada condición salarial a la que se enfrentan los trabajadores de prensa, y a la negativa de las empresas mediáticas a negociar recomposiciones de sueldos, a pesar de haber pasado más de tres meses desde las últimas paritarias.
La protesta pacífica también se centró en los ataques del gobierno de Javier Milei al periodismo, en referencia a las denuncias penales que el mandatario realizó la semana pasada hacia Carlos Pagni, Viviana Canosa y Ari Lijad. Además, entre los presentes en la actividad se encontraba Fabian Grillo, padre de Pablo, el joven fotógrafo víctima de la represión en la marcha de jubilados el 12 de marzo, que recibió un disparo que le impactó en el cráneo y lo dejó en terpaia intensiva hasta ahora.
Frente a su lugar de trabajo, los trabajadores de Clarín y los integranes de SiPreBA se van organizando para la actividad convocada para las 14. Un carril queda disponible para el paso de autos y los colectivos, que tocan su bocina en señal de apoyo a la protesta. Entre varios manifestantes, logran colocar dos garrafas, un anafe y una gran olla en el asfalto, dando inicio a la cocción del guiso de lentejas. Trajeron todo: ingredientes y banderas. Solo queda reunirse con un mate al calor del hervor de la olla.

“Estamos haciendo una olla contra el hambre. La idea es recorrer otras redacciones también, en tanto sigamos sin poder firmar una paritaria que nos saque de la situación angustiante que estamos viviendo como trabajadores de prensa, con sueldos ya no solamente debajo de la canasta básica, de pobreza, sino sueldos abajo de la línea de indigencia. Frente a un conglomerado empresario que parece no importarle tener trabajadores indigentes. Nuevamente están empujando la paritaria, y nos quieren forzar a firmar un acuerdo por debajo de la inflación. Negocian de mala fe”, afirma Sebastián Díaz, trabajador de Clarín en la redacción de Olé y delegado de SiPreBA.
De acuerdo con el último informe de escala salarial publicado por el sindicato, el promedio de los trabajadores de prensa escrita gana alrededor de 520.000 pesos por una jornada laboral de al menos seis horas y media por día.
Paula Ongaro, trabajadora en el medio desde hace casi 27 años y delegada desde octubre del año pasado explica: “En noviembre de 2024, hicimos un relevamiento de salarios mostrando los recibos concretamente y complementando esa información con los datos del nivel del cargo, del nivel de formación y de la antigüedad. Teníamos gente con más de 15 años de antigüedad que era encargada de un producto, cobrando por debajo de los 600.000 pesos. Hoy en el diario tenemos para las jornadas de 7 horas, un piso de 700.000 pesos brutos. Cuando vos haces las deducciones, ese salario de bolsillo, te da por debajo de los 600.000”.

El nivel de los salarios explica la necesidad desesperante que lleva a los periodistas, cualquiera sea su trayectoria, al pluriempleo para poder llegar a fin de mes. “Muchas veces se nos percibe como un sector privilegiado de la sociedad, asimilando la situación de los y las trabajadoras a la de los empresarios dueños de medios. Necesitamos que se entienda bien que nosotros somos parte de la clase trabajadora, y una parte particularmente castigada por años”, agrega.
Esta situación de precarización laboral no solo lleva al deterioro de los trabajadores, sino también al de la calidad del debate en democracia y la información periodística. “Vos no podés hacer bien tu trabajo si estás pensando que terminás acá y tenés que ir a otro laburo, y terminás ahí y vas a otro, y que así quizás llegás a un ingreso que te permita vivir”, señala Díaz. “Lo que está en juego es la libertad de expresión, no hay libertad de prensa sin trabajo digno”, refuerza Ongaro.
A medida que pasaron los minutos, fueron muchos los trabajadores que se reunieron con sus compañeros para compartir el pan en platos descartables. Lo que importaba era estar presente en esa comunión. A este encuentro se sumó Fabián Grillo -recibido con afecto por todos-, quien megáfono en mano dio el parte del estado de salud de su hijo.

Finalizando el acto, Francisco Rabini, delegado, llamó a la organización de una colecta para conseguirle una nueva cámara a Pablo. Por otro lado, se continuó con el reclamo del encuentro, señalando la gravedad de las acciones legales y las incitaciones de odio del presidente para la libre empresa.
Rabini remarcó la dificultad de ejercer el oficio, frente a un gobierno que constantemente reprime y denuncia. “En el caso de Ari Lijalad, fue por una nota que escribió. Por lo tanto, estamos traccionando que todo aquel que quiera, firme esa nota. Que sea una nota escrita no por un periodista, sino por cientos de periodistas. Si al presidente no le gusta y va a denunciar a un periodista, que denuncie a todos. Tenemos que ser capaces de ejercer una defensa colectiva, una defensa común”. Ya lleva casi 400 firmas en la nota del periodista denunciado.
Con respecto a los últimos dichos de Milei rechazando la compra de Telefónica por parte de Clarín, Rabini declara: “Dicen pelearse, pero lo cierto es que cuando vamos a firmar paritarias, el que nos pone el techo es el gobierno. O sea, el gobierno defiende a los empresarios. La lealtad de clase la tienen muy clara”. Y agrega: “Estos ataques son la mejor manera de tener un periodismo manso, hambreado. Estamos hablando de personas que tienen 30 años de oficio y dejan la actividad. Un compañero se fue a trabajar con su familia en una distribuidora de papel higiénico. Estamos ante la posibilidad de la extinción del oficio como lo conocemos”, concluye.
Ongaro sostiene en sus declaraciones finales: “El sueldo ha convertido a esta actividad en un hobby. Se han ido muchos compañeros buscando nuevos horizontes, pero también sufrimos dos despidos masivos en los últimos cuatro años. Luchamos contra la desesperación, y a veces es difícil convertir la bronca y la angustia en combustible para tomar medidas de fuerza”.
Al interior de las redacciones ella describe la dificultad: “Con los compañeros con menos trayectoria tenemos que salir a dar la pelea porque hay toda una generación que solo conoce el trabajo en términos precarios. Son pasantes, son contratados por poco tiempo. Las redacciones están llenas de esas figuras grises, variantes de la precarización. A esos compañeros hay que salir a buscarlos y a conquistarlos, a convencerlos de que la única salida posible es colectiva”.