Por Martín Calderón
Fotografía: Rocío Prim - Archivo ANCCOM

En la misma semana que se anunció el convenio laboral de los trabajadores de Gelatina, cerraba el canal Crudo TV. Un especialista de políticas y legislación en comunicación, el prosecretario del sindicato de servicios audiovisuales y un trabajador coinciden en la complejidad del nuevo medio y en la necesidad de regular el sector.

La irrupción del streaming en el ecosistema mediático argentino, principalmente a partir de la cuarentena impuesta por la pandemia del covid-19, no sólo cambió la forma de consumir contenidos sino que también forzó un reordenamiento en la manera de entender, producir y regular el trabajo audiovisual. En este contexto, el Sindicato Argentino de Televisión, Servicios Audiovisuales, Interactivos y de Datos (SATSAID) busca encuadrar laboralmente a quienes producen contenido en canales como Luzu TV, Gelatina, Olga o Blender, bajo el Convenio Colectivo de Trabajo 634/11.

«La única relación posible de los trabajadores con las empresas es la relación de dependencia en cualquiera de los formatos que establece la Ley de Contrato de Trabajo», sentencia Pablo Storino, prosecretario general del SATSAID, a la vez que asegura que “todo lo demás queda enmarcado dentro del fraude laboral”.

Según el sindicalista, “el primer streaming que pudimos regularizar con mucha alegría, eficiencia y con una cantidad de trabajadores considerable fue Luzu TV. Cuando apareció en el radar del mundo de la comunicación, nosotros empezamos a tomar contacto y a armar algunas reuniones donde les informamos que, si bien ellos no hacen televisión tradicional, producen contenidos audiovisuales y que los trabajadores de esa actividad están representados por el SATSAID”.

El caso de Gelatina sigue una lógica similar y recientemente emitieron un comunicado al respecto. “La empresa entiende que el sindicato de la producción de contenido audiovisual es el SATSAID, que garantiza derechos, establece certezas en cuanto a qué es lo que tenés que cobrar, en qué tiempo y en qué forma, en que tenés que tener un empleo registrado con aportes a la jubilación, a la seguridad social, a la salud para poder tener cobertura, fija un escalafón profesional, un sistema de trabajo en general con definiciones sobre cuáles son tus tareas, tus responsabilidades y también cuáles son tus derechos como trabajador y trabajadora”, explica el gremialista.

Pero no todos los canales respondieron igual. Blender, por caso, fue mencionado por el SATSAID en un comunicado en términos críticos, al señalar la negativa de su dirección a permitir la sindicalización. En palabras de Storino: “Eso se da por un motivo sencillo, cuando vos haces registrar a tus trabajadores y le empezás a señalar a la empresa cuánto tiene que pagarle al trabajador y que además tiene que hacer los correspondientes aportes patronales de ley, empieza la pelea entre el capital y el trabajo. Nada más ni nada menos que estás dispuntándole la rentabilidad de la empresa. Hay algunas que no toleran semejante insubordinación y se ponen un poco más ariscas de lo que en sus pantallas defienden, donde se definen como progresistas y paladines de la justicia y muchísimas cuestiones más”.

El SATSAID tiene una estrategia definida: “ir a buscar a los streaming que mayor monetizan, que mayor capacidad de pago tienen y por lo tanto también tienen la capacidad de regularizar a sus trabajadores y poder permitirles ser sujetos de derechos laborales. Y por eso es que son los que principalmente intentamos regularizar con un éxito relativo; te diría que hoy representamos, de estos streamings más importantes, a la mayor cantidad de los trabajadores”.

Respecto a si hubo algún canal que se acercara voluntariamente, relata que “hay varios, y esto se da fundamentalmente porque hemos podido instalar que el sindicato de la actividad que representa al streaming es el SATSAID, porque entendemos que forman parte del ecosistema audiovisual como los canales de aire, las productoras o cualquier generador de contenido audiovisual de la Argentina, que no sea cine”.

También destaca que “hoy uno de los grandes dramas de la Argentina es que tenemos una gran porción de la población que no está registrada y las nuevas generaciones que acceden al mundo de trabajo en la absoluta informalidad carecen muchas veces de la información necesaria sobre cuáles son los derechos, de tener 13 salarios al año, de tener derecho a una representación, salud, aporte jubilatorio, beneficios, etc. Y eso hay que ir explicándoles, gestionándoles y contándoles qué es un convenio colectivo y cuáles son la cantidad de derechos que ha conquistado este sindicato a través de los años”.

“Muchos de estos chicos –asegura Storino- no sabían ni qué es un sindicato, ni qué es una organización gremial, ni que tenían derecho a poder tenerlo”. Por otro lado, un trabajador que prefirió no ser identificado reconoció que el acuerdo les trajo beneficios concretos, pero también marcó sus diferencias: “Están dando por hecho que el rubro streaming es afín al rubro televisivo. Me parece que eso todavía está en debate. Tranquilamente podríamos estar conveniados bajo algún sindicato de radio, de prensa o incluso pensar en uno nuevo. Por ahora, lo que se impuso es SATSAID, porque tiene décadas de laburo, de organización y se movieron más rápido que el resto”.

“Yo no soy del sindicato –aclara-, no estoy bajo convenio, pero tampoco soy de la patronal. Soy un trabajador más que me interesa que laburemos mejor y no tengo prejuicio para con los sindicatos, pero hasta ahora no me encanta cómo se están moviendo. Ellos lo que dicen es que tienen que poner a los laburantes en blanco y regularizar la situación de sus trabajadores, lo cual está perfecto. El primer inconveniente que surge es que los convenios fueron redactados son de televisión de la década del 70”. El trabajador prosigue: “Ahí hay un montón de complejidades en donde la forma en que trabajamos nosotros no aplica a lo que ellos quieren. Los que están bajo convenio ahora son los operadores técnicos, que son los que manejan las transmisiones de video y de audio y me parece que empiezan por ahí, porque es la tarea más fácil de encuadrar en un convenio, porque es un trabajo muy específico y porque tienen horarios fijos de laburo. Hay muchos otros roles dentro de todos los canales de streaming que son más flexibles o más difíciles de encuadrar”. También cuestionó: “Me molestó que no se acercaron a hablar con los trabajadores del streaming. Fueron directamente con los que pagan los sueldos. No critico el acuerdo porque mis compañeros ahora están en blanco, tienen obra social, un montón de derechos que yo celebro y me parece espectacular, pero la verdad es que el acuerdo no fue con los trabajadores en la mesa. Después se comunican con los trabajadores, se sientan con ellos y les cuentan cómo es el convenio y qué beneficios tienen. Pero que yo sepa, a nadie le levantaron el teléfono de los que trabajamos todos los días para preguntarnos ni cómo estamos, ni si nos interesa sindicalizarnos, ni nada de eso”.

Asimismo, entiende que “como hubo un crecimiento muy acelerado de la nueva industria del streaming nacional en estos cuatro años en donde todo va creciendo, también crece el interés por parte de la política, los sindicatos, las agencias de publicidad, las plataformas… Por lo tanto, empiezan a moverse más recursos en, al menos, los canales principales. Eso se refleja, por supuesto, en los ingresos de todos nosotros. Sigue siendo un trabajo mucho más flexible que el de la tele, la radio o los medios tradicionales”. Y concluye: “Es un rubro tan nuevo que justamente está todo en debate. La relación con los sindicatos recién arranca, y yo creo que es una discusión que va a seguir los próximos años”.

Por último, reflexiona: “Hay mucho diálogo entre nosotros, más allá de las guerras entre los streamings que son más de chusmerío de Twitter (hoy X), nos conocemos todos, es un rubro chico, hay buena onda y más o menos todos tenemos problemas parecidos. Estamos todos contentos por lo mismo, que nos gusta donde estamos laburando y hacia dónde va todo, y al mismo tiempo también tenemos problemas similares, más allá de que los esquemas de negocios de los canales son distintos, no es igual la construcción de los más grandes, ni de canales más chicos, entonces también es difícil discutir convenios o sueldos, o lo que sea, de la misma manera, porque tenés tanques con mucha espalda y otras empresas que son más tipo PyMEs. No se me ocurre tampoco que haya otro sindicato existente hoy donde se pueda viabilizar esa conversación”.

Sobre la sindicalización en general, menciona que “hay algo generacional, yo tengo casi 30 años, pero hay más chicos trabajando en estos canales y quizás nuestro horizonte no es ni estar sindicalizado ni estar en blanco necesariamente. Por supuesto que es algo que se agradece siempre, pero quizás la prioridad número uno no es esa, quizás son otros beneficios laborales en los que estamos pensando. Los ingresos en sí mismo, o las actualizaciones, o incluso formas de laburar. Se habló mucho en la pandemia del derecho a la desconexión, el derecho de recibir un mensaje de laburo a las 10 de la noche un sábado, porque en general son proyectos donde estamos todos entusiasmados por lo que hacemos, entonces poner límites es difícil porque no es que uno se siente obligado a hacer lo que hace, sino que también lo apasiona, pero creo que hay muchos roles dentro de estos canales de streaming que son muy flexibles en ese sentido, en los horarios de trabajo, en los días de trabajo. Hoy es feriado, no salimos al aire, pero estamos todos pensando en qué se publica mañana en la cuenta de Instagram, qué hacemos el lunes con los invitados, qué se yo… Ahí hay un montón de baches todavía”.

Diego Rossi, profesor de Políticas Internacionales de Comunicación en la Universidad de Buenos Aires, plantea que “del macrismo para acá, hemos tenido un desarme de políticas de fomento y de encuadre de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). Hoy el streaming opera por fuera de todo marco legal argentino, pisa el terreno de lo audiovisual pero no tiene obligaciones claras en términos de registración, responsabilidad por contenidos ni condiciones laborales”. Entonces, desarrolla: “Pensando en la propia denominación de YouTube a sus canales, esa toma simbólica de la palabra canal nos remite a los canales de televisión clásicos. Sin embargo, son totalmente distintos porque los canales de televisión clásicos usaban espectro radioeléctrico, o sea, un recurso público que eran las ondas del aire. Los canales de internet tienen la semejanza de que es una programación de flujo, si bien la podemos ver cuando queremos, porque los programas quedan, la sensación de vivo y la programación con determinados horarios y con determinadas franjas y también asumiendo los canales ciertas apelaciones a audiencias tienen esa similaridad con los viejos canales de televisión”.

Rossi también analiza que “hay un continuo de encuadre audiovisual que en otros países es claro y es obvio como la legislación europea, la legislación española, pero en el caso argentino entra en un terreno prácticamente desregulado. Entonces, para un sindicato o para una acción colectiva de grupos, por ejemplo de audiencias, no es tan fácil encuadrar y en ese sentido es entendible que existan tensiones y que los emprendedores o empresarios pueden ser más pequeños que los grandes canales, digamos que uno podría pensar que tenían grandes estructuras. Ahora son estudios en menores dimensiones, con menos metros cuadrados, con menos empleados, pero por lo pronto a mi juicio y siguiendo la doctrina de evolución del encuadre del audiovisual deberían ser trabajadores del cine, de la tele, de la producción de series y por qué no de la televisión en vivo, de lo que antes denominábamos televisión en vivo que ahora podría ser emisión en streaming”.

“En ese sentido también tendríamos que pensar en radios, uno piensa dos o tres capitalinas como Futurock, que también están un poquito desencuadradas de la LSCA pero todos nos damos cuenta que es un consumo muy similar al viejo consumo radiofónico”, resalta el académico.

Storino, al respecto aclara que “hay streaming que provienen de las radios, que ahí solemos compartir la representación de los técnicos con sindicatos como el SUTEP, como el sindicato de los operadores de radio AATRAC”.

“Los streaming están disponible en plataformas globales con lo cual ahí tenemos una relación de mediación distinta a lo que podría ser, entre comillas, la independencia del medio televisivo que solo dependía de una licencia del regulador, el ENACOM o anteriormente la AFSCA. No hay una licencia nacional para emitir en streaming, lo que acarrea la falta de responsabilidades y de obligaciones en el ámbito nacional por parte de estos prestadores. Ahora bien, la emisión y la recepción se produce, o el visionado, se produce mayoritariamente en Argentina”, rescata Rossi.

“La territorialidad de una empresa –agrega- si bien se monta sobre una plataforma extranjera y todas esas demandas pueden ser complejas en el ámbito local, desde el punto de vista de la justicia laboral o de las condiciones laborales, claramente si la producción se ejerce en Argentina, más allá de las condiciones del visionado, la intervención de la Secretaría de Trabajo y de las autoridades mediadoras, ya sea para determinar salarios o para inspeccionar condiciones de trabajo o regímenes de jornadas laborales, es en nuestro territorio. Así que ahí entiendo que es más bien clásico el encuadre de las funciones laborales que puedan tener camarógrafos, productores, editores, presentadores, en estos canales”.

El caso del cierre del canal Crudo TV comunicado por SATSAID el último 30 de abril, expone las vulnerabilidades del sector. Al respecto, Storino declaró “repudiamos que de un día para el otro 45 trabajadores se queden en la calle sin aviso previo de ningún tipo. Esto no lo dijimos en el comunicado, pero hemos denunciado en la Secretaría de Trabajo los despidos por parte de Crudo TV, de trabajadores que estaban en fraude laboral en su mayoría, porque solamente había cuatro registrados. Asimismo, nos vamos a hacer cargo del asesoramiento legal a todos esos compañeros para que cobren lo que tienen que cobrar, y en el caso de que la empresa se niegue, los representaremos legalmente ante la Secretaría de Trabajo y la Justicia para que puedan tener una defensa legal digna y no tengan que pagar por ella, pese a que no son trabajadores que formalmente estaban representados por nosotros. No podemos hacer menos que eso”.

Por otro lado, el trabajador que prefiere permanecer en el anonimato recalcó que “si SATSAID puede ayudar en casos como este, me parece bárbaro. Como apreciación general sin conocer el caso puntual, creo que se están abriendo muchos canales de streaming últimamente por una cuestión de moda y en algunos casos son emprendimientos un poco improvisados de inversores que no entienden de medios y mucho menos de contenidos digitales. No es el primero que abre y cierra al poco tiempo”.

“Objetivamente es mejor para el laburante estar bajo convenio, tener la certeza de que si te echan te corresponde una indemnización, entre otras cosas. Eso no hay duda y me gustaría que el sector se encamine hacia ahí. Quizás personalmente no lo vivo como una preocupación dramática porque siempre trabajé de forma freelance y mis viejos también. Me acostumbré a eso, a estar buscando siempre distintas oportunidades o a inventarlas en caso de tener un bache. Y creo que muchos en el rubro (digital, audiovisual o de prensa) se manejan parecido”.