Federico Tavelli, analiza el legado del Papa en materia de derechos humanos y activismo internacional. El politólogo e historiador, obtuvo un permiso especial del Sumo Pontífice para investigar documentos desclasificados de la última dictadura militar.

“Francisco realmente mostró el rostro más humano de la Iglesia, en un sentido más visceral, el de la ternura, el de la compasión. Puso la atención sobre las personas que son excluidas o apartadas del mundo: los pobres, los migrantes, las minorías, los refugiados, los ancianos, los niños. Y dio lugar a temáticas de las que nadie quería hablar: la discriminación hacia las mujeres o hacia grupos sexuales minoritarios. En este sentido, me parece que Francisco fue un Papa revolucionario. Un papado fuerte que deja huella, sin duda, hacia adentro de la Iglesia, pero también en el rol que tiene hacia afuera, sobre la posición y el mensaje que a nivel global transmite”, analiza en entrevista exclusiva con ANCCOM, Federico Tavelli, coautor de La verdad los hará libres, en conjunto con el grupo de investigación conformado por Carlos Galli, Luis Liberti y Juan Durán.
Tavelli es historiador, politólogo, especialista en relaciones internacionales, teólogo y docente universitario en Argentina y Alemania. Fue parte de la investigación, publicada en tres tomos, sobre el rol de la Iglesia durante los años de violencia estatal y en particular sobre el rol de los obispos frente al terrorismo de Estado ejercido por la Junta Militar. “Para elaborar la obra obtuvimos un permiso completamente extraordinario y excepcional del Papa Francisco. Permitió que un pequeño grupo de historiadores pueda acceder a documentación hasta entonces reservada y que, si bien es muy reciente en sentido histórico, era inaccesible por protocolos en relación al tratamiento de los archivos que tiene El Vaticano. Esta preocupación humana de él, lo hizo saltar protocolos y ser flexible, hacer excepciones en esta búsqueda por acercar la Iglesia a las personas. En muchos sectores, los más conservadores, esto generó oposiciones y críticas muy fuertes”.
Sin embargo, para Tavelli, esta actitud durante su papado “por las víctimas y para aliviar su dolor” ya tenía raíces en su período como Arzobispo de Buenos Aires. “En esa época había puesto a disposición de las víctimas del terrorismo de Estado la documentación que conservaba la Iglesia, para poder ayudar o, al menos, brindar un consuelo a la familias afectadas. Los motivos que promovieron la apertura de dicha información se ampararon en la búsqueda de transparencia que consideraba que deben tener las instituciones en general y la Iglesia en particular. Francisco se conmovió mucho por el dolor del otro, y tuvo una posición muy fuerte, por ejemplo, contra los abusos sexuales, incluso contra personas poderosas de la Iglesia obligándolos a deponer su autoridad. Lo hizo con mucha decisión”.
Desde lo personal, Tavelli, explica que “acceder a esa documentación de la Iglesia que no había sido vista ni estudiada, tanto la del Vaticano como en Argentina, fue una experiencia muy emotiva y una tarea enorme, sobre todo al tratar una cuestión tan viva desde el dolor y también tan polémica. Me pareció que era necesario hacerlo. Teníamos una oportunidad única que nos brindaba nuestro Papa argentino y no podíamos desaprovecharla. Trabajar con esa documentación fue una experiencia dolorosa porque permanentemente te encontras con dolor, esperanza, desesperanza, euforia, frustración y siempre la búsqueda, que nunca cesa ni se acaba”.
El legado al mundo de un argentino.
“El Papa murió, creo, en dos sentidos: por un lado es un Papa que muere y por otro, es el Papa argentino que murió. No sé hasta qué punto como nación hemos sido conscientes del valor global que tuvo, de que uno de los nuestros ocupó esa posición de influencia internacional tan importante. Tuvimos una gran oportunidad encarnada en él, un argentino que posicionó a América Latina, en líneas generales un continente olvidado y relegado, en el centro de la escena. Creo que en la actualidad se pone mucho más la mirada sobre América Latina y el Papa latinoamericano ayudó a forjar esta relevancia internacional”, sostiene Tavelli.
La argentinidad de Bergoglio, a pesar de la magnitud de su figura mundial, se puede hallar en la superficie de su persona, colocando la mirada sobre el aspecto más humano, trasgresor y carismático, que no opacó ni renegó de sus raíces, como él mismo pedía a sus seguidores que no hicieran. Para el historiador, Francisco “tenía una comunicación bien argentina, también su sentido de la ironía y del humor. Una serie de costumbres, que podemos decir, son muy propias de nosotros, y que él mantuvo y visibilizó en el mundo. Acciones como detenerse en la Plaza de San Pedro y tomar un mate o salir, por ejemplo, cuando fue elegido Papa, a comprar sus propios anteojos. Un Papa que hizo visible a América Latina no solo a través de la política y los discursos, sino también de sus modos y personalidad”.

¿Cómo analiza la figura de Francisco en el mundo?
Francisco se hizo cargo de un mensaje: la periferia, los mundos que quedan excluidos o descartados y los colocó en el centro de la atención. Es un gran discurso de humanidad y en definitiva del cristianismo en sí mismo. Esos mundos que no reciben la atención de los poderosos. Las noticias suelen centrarse en cómo las naciones más poderosas distribuyen el poder global o cuál es el valor de la economía como un valor absoluto. Él fue muy crítico de eso.
Hay un concepto muy actual, el de Sur Global, una especie de segunda categoría de países que también quieren tener una voz en la arena internacional. Y ciertamente el Papa Francisco, desde este punto de vista más político, apostó al multilateralismo. Lo vemos claramente en sus decisiones, en el sentido de que todos los países son importantes y tienen que dar una palabra, una decisión, o su aporte a los problemas globales.
¿Esta perspectiva también la tuvo hacia adentro de la institución?
Sí. Ahora estamos frente a un cónclave en las próximas semanas. El Colegio Cardenalicio que elegirá al próximo Papa está formado mayormente por cardenales designados por Francisco y que no son originarios de Europa. Él cambió el equilibrio dentro de ese órgano, si bien todavía el número de cardenales europeos es mayor individualmente comparado con los otros orígenes, hay muchos más cardenales de América Latina, de Centroamérica, de África, de Asia, de Oceanía en relación a la composición de otros Colegios Cardenalicios. Por lo tanto él tuvo esa visión de convertir ese ámbito tan importante en un espacio multicultural.
Además, enfatizó sus formas y sus ideas tomando decisiones que redoblaban y demostraban la fuerza de su visión. Colocó, por ejemplo, a mujeres en roles de altísima autoridad, en puestos muy importantes del Vaticano, inclusive por sobre obispos y cardenales hombres.
Los problemas sobre los que se ocupó Francisco, el cambio climático, la pobreza, la migración, los desequilibrios económicos, trascienden las fronteras nacionales. Frente a estas tendencias aparecen los nacionalismos más reaccionarios y son consecuencia, en definitiva, del proceso de globalización o internacionalización. En el mismo sentido, se da un proceso similar con la Iglesia. Hay reacciones que buscan una institución que permanezca más conservadora y aferrada a cosmovisiones tradicionales. Sin embargo, a largo plazo creo que el movimiento es hacia estos cambios que abrió Francisco, más allá de las reacciones inmediatas que se puedan dar. Al analizar los procesos históricos, la fuerza que tienen demuestra que es muy difícil cambiar el rumbo, porque van más allá de la voluntad de un grupo de personas. Son transformaciones culturales y generacionales muy profundas, y que afectan a todos quienes vivimos en este tiempo.
Sobre sus últimos días, Tavelli cuenta que Francisco estuvo en la Basílica de San Pedro rezando junto a las tumbas de sus antecesores. “Es como si él ya estuviera viendo que su misión estaba cumplida y quería comunicarse de alguna forma con estos otros papas, tal vez desde un modo más íntimo. Fue una especie de despedida esa última recorrida. Mantuvo sus fuerzas hasta el final, hasta esa bendición pascual desde el balcón de la Basílica, la cual recorrió una última vez antes de morir. En su testamento hizo saber que quiere ser sepultado fuera de San Pedro. Es decir, se despidió con esa idea tan suya de que la Iglesia tiene que salir, que su lugar es allí, afuera, entre las personas”.