El nuevo gobierno del reelecto Daniel Noboa se presenta como una incógnita. Si bien en su discurso se muestra cercano a Trump y Milei, su programa de gobierno, según los analistas, es desconocido. Su campaña electoral se basó en propagar el miedo a la vuelta del correísmo.

La noche del domingo 13, luego de que se conociera que Daniel Noboa superaba por más de un millón de votos a Luisa González, había terminado con la candidata de Revolución Ciudadana acusando fraude al oficialismo, que hasta hoy no reconoce el resultado de las elecciones. El expresidente Correa, en tanto, también replica las acusaciones de su candidata.
Sobre estas denuncias, Edgar Zamora, politólogo ecuatoriano, doctor en Políticas Públicas, catedrático universitario y consultor de campañas, contextualiza resaltando que “hay sectores del correísmo acusando fraude, pero también tenemos algunos de los sectores de la derecha radicalizada afirmando que hubo fraude en la primera vuelta. Ningún sector presentó pruebas”. Sobre los fundamentos de la denuncia de González, recalca que “se han denunciado irregularidades de palabra. No se ha visto todavía una denuncia clara en donde se exponga que advirtieron patrones de irregularidades”.
Por su parte, Rebeca Morla, politóloga ecuatoriana especializada en comunicación electoral y de gobierno, subraya que “varias figuras del correísmo salieron ya a reconocer la victoria de Noboa” y que “parecería que al día de hoy González se ha quedado sola en la narrativa de fraude”.
De todos modos, también existen cuestionamientos sobre las extralimitaciones de Noboa en cuanto a su utilización de su puesto de poder para influir en el desarrollo de los comicios. Según Zamora, “hubo mucho sobrepasamiento con las leyes por su parte. Está prohibido utilizar recursos del Estado para actos proselitistas y los ministros participaron de muchos de ellos. Son muy válidas las críticas de Revolución Ciudadana como la de otros candidatos hacia el proceso electoral y sobre cómo estaba inclinada la cancha. Noboa tendría que haber pedido licencia por ley durante la campaña y no lo hizo”. Por su parte, Belén Espinel, docente de Relaciones Internacionales y Políticas Públicas de la ecuatoriana Universidad de las Américas, reafirma esto, destacando que “durante el proceso hubo cambios de ley que no estaban contemplados, se cambiaron reglamentos un mes antes de los comicios”.
Analizando la intención detrás del voto por parte de la ciudadanía, Zamora remarca que “no es un voto a favor del presidente, es uno de refugio ante lo que mucha gente considera el mal peor. Hay un ambiente en cada elección de que el domingo se define si el país se destruye o sobrevive. Así es como el sistema político lo transmite”.
Campaña del miedo
En este contexto, el gobierno explotó la narrativa de la campaña del miedo. “El correísmo se mantuvo en la idea de que Luisa es cercana a Correa y que con ella vuelve él, por lo que Noboa capitalizó miedos importantes, como el miedo a la persecución y el miedo a la desdolarización”, afirma Espinel.
Según Zamora, “el miedo está anclado a consignas muy fáciles de comunicar, como por ejemplo que es desdolarizador. Nunca ha hecho declaraciones en ese sentido pero sí ha participado en debates donde se cuestiona el dólar como moneda. También se acusa al correísmo como aliado de grupos de delincuencia y narcotráfico o como punta de lanza del chavismo en Latinoamérica. Esas ideas están muy instaladas desde que Correa dejó el gobierno, la derecha ha impuesto narrativas con mucha eficacia. Cualquier semilla que plantas para manchar al correísmo germina”. De esta manera, afirma, se dio el fenómeno de una gran transferencia de votos desde González a Noboa.
Sobre la historia breve pero intensa de Revolución Ciudadana en la vida política de Ecuador, Espinel la resume destacando que “en el 2006 llegaron al gobierno con un plantel de especialistas técnicos que llevaron a cabo cambios importantes en el país. Pero, en el segundo proceso, todo ello se vino abajo por temas de endeudamiento y corrupción. Queda el recuerdo de la segunda parte del correísmo en la que hubo mucha persecución. Está muy presente esta parte no muy positiva”.
Para Morla, “las vocerías del correísmo estuvieron desordenadas. Hubo varias intervenciones de Correa estableciendo la narrativa de la desdolarización o la pérdida de valor del dólar. La dolarización es algo que la ciudadanía defiende”.
Además, Zamora pondera que el correísmo continúa con su debilidad histórica en captar los votos de los sectores indígenas y más hacia la izquierda del país. Esta es la tercera elección consecutiva en la que Revolución Ciudadana no logra retornar al poder, dos siendo representado por González y la anterior contienda del 2021, cuando el candidato Andrés Arauz fue derrotado por Guillermo Lasso.
¿Quién es Noboa?
Sin embargo, la gestión de Noboa, luego de dos años de gobierno tras asumir en las elecciones anticipadas por la caída del gobierno de Lasso, adeuda mostrar resultados y una ruta clara. Según Morla, “es el tercer gobierno de derecha que no ha podido solventar ninguno de los problemas del Ecuador porque han priorizado el pago de la deuda”.
Zamora diagnostica que “las políticas de Noboa no están claras. En los últimos meses ha utilizado bonos asistenciales, y a la vez intentó un par de reformas vía consulta popular como por ejemplo flexibilizar el trabajo y regularlo por horas, como también volver a regularse por el CIADI, lo que funciona como protección para las inversiones extranjeras”. Espinel, por su parte, puntualiza que “no hay línea clara de, por ejemplo, lo que se hará en seguridad. Es todo una incógnita, no hay una certeza sobre lo que quiere hacer el presidente”.
Todo esto se basa sobre una indefinición identitaria por parte de ADN, movimiento encabezado por Noboa. Según Morla, “el movimiento del presidente se autodefine como de centroizquierda, pero la discusión pública lo coloca en la derecha. Esto permea la discusión de fondo sobre cuáles son las políticas reales. Hay una falta de claridad en cuanto a la postura ideológica del gobierno que al final del día genera un misterio sobre hacia dónde va a ir”.
En el plano internacional, también sobrevuelan indefiniciones sobre la postura que tomará el gobierno electo, salvo por las simpatías que ya ha manifestado por Donald Trump durante la gestión. Para Espinel, “Noboa no tiene una ideología marcada y no es tan predecible qué va a hacer. Puede que se acerque a (Javier) Milei y a Trump, pero no tiene un plan de política exterior ni interior. No creo que el presidente tenga un interés regional, por ejemplo no ha ido a la reunión de la CELAC».
Sobre una posible triada entre Noboa, Milei y Trump, Zamora afirma que “quizá puede haber un frente de articulación y formar un club de los que son los más amigos de Trump. Pero de ahí a que se puedan hacer más cosas me parece difícil, como por ejemplo que sean líderes a nivel regional. No son ese tipo de cuadros ni creo que Estados Unidos se encargará de ser sponsor de un hipotético armado de este estilo”.
Específicamente sobre las relaciones bilaterales con Argentina, señala que tanto el presidente argentino como el ecuatoriano “tienen características similares en cuanto a la intención de acercarse a Trump, pero no veo que puedan ser punta de lanza para ser influencia regional”. Además, indica que “si Noboa avanza con la reforma constitucional, se dará un proceso muy puertas adentro. Sí se mirará a EEUU para obtener financiamiento para solventar el déficit del funcionamiento del estado”.
En este terreno, es en donde Noboa desplegará su primer término completo. Para Morla, “empiezan cuatro años en los que el gobierno va a tener que demostrar. No va más la excusa de que tuvieron poco tiempo”.