Ante el ataque y el ajuste del gobierno de Milei, investigadores del CONICET realizaron una jornada en defensa del sistema científico argentino, que incluyó charlas sobre diferentes temas y puestos para que chicos y grandes jueguen y aprendan.

Con elecciones legislativas cercanas, es sábado por la tarde y al Parque Rivadavia lo bordean grupos de jóvenes que ofrecen boletas partidarias. Algunos peatones las aceptan, otros las ignoran y siguen camino por la ruidosa vereda junto a la avenida. Al subir la escalinata para adentrarnos en el parque, el panorama se cubre de un tono festivo.
Rodeando a un Simón Bolívar de cinco metros y medio, figura emblema de la emancipación hispanoamericana, se realiza el festival “Ciencia de la A a la Z”, de la A de ARSAT a la Z de Zika. Al otro lado del monumento, sobre una tarima de piedra como escenario, por los parlantes se oye que «en este Cienciapalooza está saliendo el sol, lo mejor que podía pasarnos esta tarde», en la que estaba pronosticado lluvia.
Entre la muchedumbre que deambula se destacan algunas remeras negras que dicen “No a la destrucción del sistema científico” y de fondo, atada entre los árboles, una larga bandera argentina flamea que deja leer la misma frase más otra: “En defensa de la ciencia argentina. No al recorte del presupuesto”.
Algunos se sientan frente al escenario para escuchar distintas voces que toman el micrófono. Entre ellas, la del ex combatiente de Malvinas Germán Bonanni. “¿Buscamos venganza? Absolutamente no, buscamos dignidad”, afirma y lo aplauden. Entonces recalca la importancia de la Ley de Tierras y la necesidad de tener soberanía para ser un pueblo libre. “Para el resto del mundo, nuestro país es un diamante en bruto”.
Mientras tanto, muchos recorren los stands del festival donde hay propuestas didácticas del CONICET, de las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, Filosofía y Letras, y Ciencias Sociales de la UBA, de editoriales independientes, y otras. Niñas y niños se agolpan ante un murciélago suspendido en resina, y también ante una mesa de juegos de lógica que los adultos observan atentos, escudados tras sus hijos.
En otra mesa, se exhiben un molar de oso perezoso y una almeja fósil que convivió con los dinosaurios, mientras un muchacho casi recibido de paleontólogo explica el método de datación relativa: un ordenamiento de fósiles desde los más antiguos a los más modernos, por ejemplo, teniendo en cuenta si fueron encontrados en estratos más profundos o más elevados.
Entonces desde el escenario se oye la voz de una mujer que declara fundamental “poder sostenernos, a partir de muestras de solidaridad, contra el gobierno de Milei, el ajuste y el protocolo represivo de Bullrich”. Al finalizar su discurso, se sortean tres libros y el primero, escrito y dedicado por Martín Kohan, lo gana contenta una mujer cana con un mechón rosa que le cubre la frente.
Más tarde, toman la palabra dos representantes de ATE CONICET (Asociación Trabajadores del Estado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), y en todo el parque resuena el término “gobierno anticientífico”, en una breve, pero contundente, alocución: “No hay recursos, nuestros salarios cayeron más del 35 por ciento y hoy lamentamos la pérdida de 1300 puestos de trabajo en el CONICET. Actividades como esta sirven para dar pelea. Para defender la producción científica argentina es que estamos de pie y luchando”.