Por Ailen Argañin
Fotografía: Captura de pantalla de La Retaguardia

En una nueva audiencia de la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II un ex conscripto de la 8° Brigada Aérea del Palomar identificó al acusado Ernesto Rafael Lynch como jefe del grupo de tareas que allí funcionaba y brindó detalles sobre cómo se organizaba. La Fiscalía pedirá investigar judicialmente los maltratos que recibió durante el servicio militar.

“Iban muy bien armados, con armamento militar, ametralladoras y municiones y también armamento personal. Salían a operar con mucha frecuencia, casi todas las noches, vestidos de fajina en las camionetas azules de la Fuerza Aérea o en los Ford Falcon de color verde y con perros de ataque”, relata Sergio José Zamprogno exconscripto de la 8° Brigada Aérea del Palomar, único testigo de la audiencia de este martes 25 de marzo por la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II que continúa aún en la etapa testimonial y probatoria.

Zamprogno realizó el servicio militar entre los años 1978 y 1979 y durante su declaración detalló algunos de los tormentos que debió afrontar según las intenciones arbitrarias de sus superiores. También refirió a los abusos que sufrió por uno de ellos, hecho sobre el que la Fiscalía comenzará una investigación. “El trato de quienes integraban el grupo de tareas para con el resto de los soldados de la policía militar era variado. Recuerdo que uno de ellos, al que apodamos “El Potro”, justamente por el trato que tenía hacia nosotros, nos hacía levantar a las 5 de la mañana para hacer rodillo o cuerpo a tierra en el rocío de la mañana en pleno invierno para luego, así como estabas con el cuerpo mojado y sucio, vestirnos con el uniforme y comenzar a hacer nuestras tareas de guardia. O nos hacían tomar la sopa haciendo salto rana”, contó el exsoldado.

“Mi función dentro de la policía militar era entregar al jefe que estuviera esa semana las listas de guardia, con los nombres de los ausentes, presentes y enfermos. Y trabajos de limpieza y orden. Luego teníamos momentos de instrucción militar, sobre armamento, porque íbamos a cumplir servicio de guardia, actividades físicas para estar en estado, y también nos informaban sobre los grupos terroristas. Si bien uno con el paso del tiempo se fue dando cuenta qué es en verdad el terrorismo, en ese momento se asociaba la palabra terrosimo a la guerrilla. Sobre ellos se nos enseñaba que causaban daños en contra de la propia sociedad civil, que generaban muertes y torturas. Se nos ponía en conocimiento de cómo operaban y se organizaban en el país, por ejemplo, cómo hacían para camuflar armamento y municiones en una vivienda. Luego, de nuestro grupo de la policía, reclutaron soldados y formaron el grupo de tareas”. Así relató cómo fue que algunos de sus compañeros de servicio militar fueron apartados del grupo de la policía militar para formar parte del Grupo de Tareas N°12 que funcionó con centro de operación en la 8° Brigada Aérea del Palomar: “Ya no nos vimos más con ellos”. Este grupo también estaba conformado por varios suboficiales y superiores, todos bajo la jefatura del exteniente Ernesto Rafael Lynch que el testigo describe, por aquel entonces, “morochón, de pelo oscuro y bigote grueso, por eso le decíamos ‘El Negro’”.
“A veces me tocaba ir a su oficina a retirar o llevar documentos, correspondencia o listas de las guardias –relató-. Incluso lo vi presente en alguna de nuestras formaciones. Entiendo que cumplía funciones operatorias sobre la policía militar y el grupo paramilitar”.

La guardia interna de la brigada abría la puerta a quienes venían del exterior. El testigo relata lo visto durante sus guardias: “Algunas veces volvían de madrugada, y otras directamente no volvían. A veces traían consigo autos civiles que se guardaban en un galpón”. Recuerda que en una de las rondas que realizaba dentro del predio de la 8° Brigada vio en el galpón enorme ubicado en el sector de transporte de la brigada “un Fiat 600 perforado, ametrallado por proyectiles. El grupo tenía mucho movimiento y actividad por fuera de nuestra brigada. Era difícil saber su vida y actividad, haber visto el auto fue una casualidad. El grupo de tareas fue separado de la PM desde el inicio. Ellos tenían una dependencia propia, funcionaban y tenían vida propia. Con nosotros prácticamente no tenían contacto, solo veíamos que salían de noche.”

En diálogo con ANCCOM, la abogada Clarisa Góngora, de la Asociación Civil “Moreno por la Memoria” se refirió a los juicios de Lesa Humanidad en desarrollo bajo este contexto de desmantelamiento de las políticas de derechos humanos: “La constante provocación de un gobierno nacional que se caracteriza por su negacionismo, que exacerba discursos de odio e intenta volver a colocar en agenda la Teoría de los Dos Demonios y de ‘memoria completa’, hace que se vuelva aún más importante la difusión de juicios de lesa humanidad como el de Mansión Seré y RIBA. Mientras un sector busca negar la historia reciente, el terrorismo de Estado y las responsabilidades militares y civiles, económicas y eclesiasticas, nosotros, por nuestro lado debemos aumentar la difusión, para que la sociedad conozca que estos juicios aún se llevan a cabo y por qué son tan importantes para resguardar la Memoria, la Verdad y la Justicia”.

“Si bien Zamprogno no es un sobreviviente de un centro clandestino de detención, si es un sobreviviente de el servicio militar durante el terrorismo de Estado», dijo Gómez.

Junto a su compañero de patrocinio letrado, Sergio Gómez, se refirieron a la importancia de la declaración de Zamprogno en relación a la causa. Gómez mencionó que “Zamprogno hizo el servicio militar obligatorio en el momento y lugar en que se denuncian los hechos aberrantes de lesa humanidad de esta causa”. Góngora sumó que: “Si bien no es un sobreviviente de un centro clandestino de detención, si es un sobreviviente de el servicio militar durante el terrorismo de Estado. El testigo detalló situaciones vividas por él y por el resto de soldados en general, dando cuenta del maltrato y los delitos que se cometían contra los conscriptos. Y en estos momentos de amplios discursos negacionistas, donde son varios los que, aún sin proponerlo formalmente, comienzan a instaurar y mencionar la vuelta del servicio militar obligatorio, el testimonio evidencia que Nunca Más es también para esto”.

Sobre los detalles que brindó el testigo, Gómez señaló que “dio descripciones de las maniobras que presenció, de las personas y en particular a uno de los imputado de esta causa a quien ha podido ver de manera directa, ya que no tenía una venda en los ojos, y eso es una diferencia significativa en relación a testigos que aportan otro tipo de información desde otra vivencia. Cada declaración nos da retazos de esa realidad concreta. Nosotros vamos, como un rompecabezas, construyendo a partir del conjunto de testimonios la historia de lo que ocurrió en la última dictadura militar, y puntualmente en los excentros clandestinos que la causa engloba”. En el mismo sentido, Góngora subrayó que “aportó datos concretos, sobrenombres y apodos de oficiales. Habló detalladamente del funcionamiento de la brigada y de los grupos de tarea que allí operaban”. 

Por cuestiones burocráticas de acreditación de identidad, se postergó la otra declaración prevista para la fecha. El testimonio de quien fuera en aquel periodo director del Hospital de Moreno y que, con 84 años, iba a hacer su primera declaración como sobreviviente. Desde su lugar de residencia en Estados Unidos, comenzará el trámite para renovar el Documento Nacional de Identidad para poder prestar declaración.

La próxima audiencia quedó programada para el 1 de abril a las 9. Se desarrollará de manera presencial en el Tribunal Federal Oral N°5 de San Martín, ubicado en Pueyrredón 3734.