Por Luisina Sobrón Maderna
Fotografía: Pamela Pezo Malpica/Archivo Anccom

Por un decreto presidencial de necesidad y urgencia, la plataforma se transforma en una sociedad anónima y pasa al área del vocero presidencial. Preocupación en el ambiente cinematográfico.

Mediante el Decreto 194/2025, el Ejecutivo autorizó este lunes el traspaso de las plataformas de CINE.AR del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) a Contenidos Artísticos e Informativos Sociedad Anónima Unipersonal. De este modo, funcionará bajo la órbita de la Secretaría de Comunicación y Medios de la Presidencia de la Nación, con el vocero Manuel Adorni a la cabeza. 

La transferencia comprende el canal de televisión CINE.AR, la plataforma de contenido a demanda CINE.AR PLAY y CINE.AR ESTRENOS, donde se debe abonar un bajo arancel para acceder a los materiales audiovisuales. Además, el traspaso incluye la titularidad de derechos, bienes, presupuesto y personal afectado a dichas plataformas. Nicolás Vetromile, delegado general de Asociación de Trabajadores del Estado en el INCAA, expresó que aún no hay más que comentarios informales sobre la continuidad de los trabajadores de las plataformas, en su mayoría técnicos altamente capacitados. 

Esta decisión de Javier Milei se enmarca dentro de un contexto de ataque constante a la producción nacional, y particularmente audiovisual. Bajo la premisa de reducir al máximo el “gasto público”, la gestión de Carlos Pirovano como presidente del INCAA lleva acumuladas más de quinientas bajas en puestos de trabajo y cierres de áreas completas, aseguró Vetromile. A esto se suma la decisión de Pirovano de reducir la cuota de pantalla de producción nacional en las salas de cine, de modificar la política de fomento a la realización audiovisual por concursos de un año de plazo y a abandonar las actividades de exhibición. El cese de actividades de proyección, festivales nacionales, y desligarse de CINE.AR como plataforma van en concordancia con las decisiones de la gestión.

Es paradójico y poco estratégico que en el momento de auge de las plataformas de contenido audiovisual a demanda, la decisión no sea buscar más financiamiento para el Instituto en esos espacios, que abarcan la mayor parte de la inversión publicitaria. “Desligarse de herramientas como CINE.AR es hacer que el Estado sea más chico, intervenga menos y no tenga soberanía, es permitirle a los grandes medios del mundo estar sin ley”, concluyó Vetramile.