El predio del exinstituto de menores está en disputa entre un grupo de vecinos, el Club All Boys y la voracidad inmobiliaria motorizada por el Gobierno de la Ciudad. Un testamento que fija condiciones.

¿Puede la acción comunitaria frenar el avance de un negocio inmobiliario cada vez más voraz? ¿Pesa más un rascacielos, una plaza para los pibes del barrio o una escuela con varias canchas deportivas? Al menos por ahora, no hay respuestas concretas en torno a la disputa por el predio del ex-Instituto de Menores Manuel Rocca. Se trata de una manzana de 12.000 metros cuadrados, abandonada desde 2016, que pertenece al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y está ubicada en un lugar estratégico, ya que allí confluyen los barrios Floresta y Monte Castro. En el caso están involucrados un testamento centenario, proyectos de ley truncos de la Legislatura porteña, dos grupos consolidados que pelean por el predio y un sentido comunitario que no quiere entregarlo a los negociados que privilegian a muy pocos.
El PRO, que gobierna la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) desde hace diecisiete años, “ha tenido una política sistemática de venta de tierras públicas calculada en más de quinientas hectáreas”, expresa Alejandro Volkind, editor de Nadie Nos Invitó, un portal comunitario enfocado en la Comuna 10. El miedo vecinal por la venta del predio se enmarca, además, en un contexto donde el Gobierno nacional avala el accionar privatista de inmuebles públicos: uno de los casos más recientes, el intento de subasta del terreno del Centro de Salud Mental N°1. “Ya luchar para que no lo vendan es un montón”, plantea Mabel Sampaolo, miembro del Consejo Consultivo de la Comuna 10. A este panorama se suma la discusión latente y defendida por muchos funcionarios públicos y dirigentes de aprobar las Sociedades Anónimas Deportivas, asunto que viene a cuento porque el club All Boys presentó un proyecto de escuelas y canchas para el predio.
El predio del ex Instituto de Menores Manuel Rocca es un lugar con demasiada historia. Por sus características es muy importante para la Comuna 10, que incluye actores de todo tipo: grupos vecinales, juntas históricas, asociaciones civiles, clubes de barrio, centros de comerciantes, escuelas y habitantes no agrupados. El pasado del predio es también el del barrio, y cuando todos los reclamos son válidos, encontrar puntos en común se vuelve una tarea titánica.
Una historia que empieza en 1913
Manuel Rocca fue un inmigrante italiano que logró acumular grandes fortunas en el territorio argentino. “En 1913, antes de morir, dejó un testamento en donde establecía una serie de donaciones a distintas entidades”, precisó el historiador Arnaldo Tumbarello, presidente de la Asociación Cultural y Social La Floresta. A la Sociedad de Beneficencia de Capital Federal se le otorgó el terreno ubicado entre las calles Segurola, Juan Agustín García, Elpidio González y Sanabria. El difunto dejó en claro que allí debía funcionar una escuela-asilo donde se educara de manera gratuita “a entre 80 y 100 niños pobres”, como establecía el documento.
La Escuela de Varones Manuel Rocca se inauguró en 1928, comprendía desde jardín de infantes hasta cuarto grado, era de jornada completa y tenía un comedor para los alumnos. A la par, el lugar oficiaba de asilo para niños de bajos recursos o abandonados. Veinte años después de su inauguración, en 1948, la escuela pasó a depender del Estado nacional, bajo la órbita de la Dirección de Asistencia Social.
En 1957 el “asilo Rocca” dejó de lado su función educativa para convertirse en Instituto de Recuperación y Clasificación de Menores, dependiente del Consejo Nacional de Menores. El sitio se volvió un lugar de tránsito para varones de entre 16 y 20 años a la espera de una resolución judicial. Durante la última dictadura cívico-militar se profundizó el modelo de encierro, cuyo registro material más evidente fue la construcción de muros de gran altura en todo el perímetro.
Más allá de que no existiera ninguna declaración oficial, en el barrio siempre circuló la versión de que se había convertido en una cárcel de menores. En los años 2015 y 2016, cuando dependía de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, una serie de motines, debidos a que los jóvenes denunciaron hacinamiento, malas condiciones y nula prevención de incidentes, confirmaron lo que ya se especulaba en las calles. El hecho bisagra ocurrió el 24 de julio de 2015, cuando una quema de colchones terminó con la vida de Lucas Simeone, de 17 años. En agosto de 2016, el Poder Ejecutivo Nacional transfirió a la ciudad, por decreto, los institutos que albergaban adolescentes en conflicto con la ley penal y que cumplían condenas con privación de libertad. Poco tiempo después, dejó de funcionar como Centro Socioeducativo de Régimen Cerrado. Hoy el predio está prácticamente abandonado: se lo utiliza como depósito gubernamental y como locación eventual para producciones audiovisuales.
En abril de 2019, las entonces legisladoras porteñas de Unión Ciudadana Lorena Pokoik y Paula Penacca presentaron un proyecto de ley para la realización de un polo educativo en el lugar. El expediente 1017-2019 postulaba la construcción de un establecimiento de educación inicial, una escuela primaria y una secundaria, todos de gestión estatal. Ese mismo año el Poder Ejecutivo de la Ciudad, con Horacio Rodríguez Larreta (PRO) a la cabeza, presentó el proyecto que autorizaba un cambio en el Código Urbanístico y por lo tanto permitía la venta del exasilo Rocca para construcciones inmobiliarias privadas.
La justificación del oficialismo para del predio de Segurola 1651 era financiar, con esos fondos y los obtenidos por el saldo de otros inmuebles, su proyecto de ley para la creación del Centro Modelo de Reeducación y Reinserción Socioeducativa en el Bajo Flores. En la última sesión legislativa del 2019, se votó la media sanción en favor de la privatización del terreno, pero la respuesta de la ciudadanía logró que no prosperara el debate parlamentario.
El predio para el barrio
La lucha comunitaria que evitó la venta se condensó en el proyecto de un grupo de vecinos de la Comuna 10, que lo presentaron bajo la consigna “El Rocca para el barrio”. Ellos sostuvieron -y sostienen- que su pedido condice con el deseo y la indicación manifiesta de Manuel Rocca en su testamento centenario. En noviembre de 2023 presentaron el proyecto en la Legislatura y juntaron firmas para darle un mayor impulso a la propuesta, que consiguió la aprobación de 370 vecinos.
“El Rocca para el barrio” se nutre en gran parte del proyecto que habían redactado Pokoik y Penacca, y su objetivo es el de construir un polo educativo, deportivo y ambiental que sea cien por ciento público, gratuito y de gestión estatal. Propone construir una escuela de nivel inicial jornada completa, un comedor escolar con cocina, espacios para actividades físicas, artísticas y culturales, un polideportivo, una huerta agroecológica y un parque para conservar la arboleda del lugar. Para Laura De Pérez, secretaria de Educación de la Junta de Estudios Históricos de Monte Castro, “sería un proyecto beneficioso para todos los habitantes de la Comuna 10, y no sólo para quienes residen en Monte Castro”.
Además de cumplir la petición de Manuel Rocca, la construcción de una escuela se plantea como respuesta y solución a la falta de vacantes en el nivel inicial que aumenta año tras año. En un informe realizado por el Ministerio de Educación en 2016, el último publicado al momento de presentarse el proyecto Pokoik-Penacca, en CABA el número de niños, niñas y adolescentes que no podían acceder a la educación pública era de 11.400, y de esos, 10.665 correspondían al nivel inicial.
“El Rocca para el barrio” sostiene la importancia de “generar espacios verdes de calidad, en una comuna que tiene entre 1,4 y 1,6 metros cuadrados de espacio verde por habitante”. La Comuna 10 es de las que menos espacio verde tiene en la ciudad, y solo es superada por las Comunas 3 y 5. La huerta agroecológica, por su parte, busca cumplir una misión educativa y ambiental. “Nosotros valoramos muchísimo que los proyectos sean presentados por la comunidad, por las y los vecinos, porque en estos temas como en todos los referidos al lugar en donde viven, deben ser quienes decidan y no los funcionarios detrás de un escritorio”,comentó Celeste Fierro, diputada en CABA por el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
¿Cuáles son los principales problemas con los que se enfrenta este proyecto? El primero y principal es el más evidente para todos los actores involucrados: “El GCBA es bastante reacio a destinar las tierras públicas que tiene, aunque estén en desuso, para pedidos genuinos de la comunidad”, reflexiona Volkind, y así lo evidencia el manejo legislativo respecto al tema en 2019. Sin embargo, “la condición del destino impuesta en la donación aún está vigente, por lo tanto el argumento legal [del testamento] es muy importante”, sostiene Jonatan Baldiviezo, abogado fundador del Observatorio del Derecho a la Ciudad.
El segundo problema, y el más urgente para el grupo que lo defiende, es la pérdida de estado Parlamentario de “El Rocca para el Barrio”. Es el único que lo consiguió de todos los proyectos que buscan revertir la situación de abandono del predio y resignificarlo para bien de la comunidad. Según el diagnóstico de De Pérez, lo más probable es que deban presentarlo nuevamente a fines de 2025. A ello, Rossana Castiglioni, arquitecta y presidenta de la misma Junta de Estudios Históricos, suma que si el GCBA abandona el predio y el proyecto “se duerme” en la Legislatura, “el barrio va a pedir que se haga algo, lo que sea”.
Lo cierto es que tanto De Pérez como representantes del Consejo Consultivo de la Comuna 10 reconocen que en la actualidad el proyecto no tiene tanta fuerza como en los inicios. Por el contrario, el que está ganando visibilidad al día de hoy es el que propone el Club Atlético All Boys (CAAB). Según se comenta por lo bajo en el barrio, la actual dirigencia del club tendría vínculos con funcionarios oficialistas, cuestión que podría beneficiarlos en el tratamiento legislativo del año que viene.
Los terrenos para AllBoys
En Monte Castro y Floresta, sobre todo en las inmediaciones de los predios que tiene el club, se ven carteles que abogan por “El Rocca para All Boys”, con el objetivo de crear un “Centro Educativo Social Cultural Deportivo”. En la línea temporal, el proyecto es posterior al de Pokoik-Penacca y al del barrio. Nació como iniciativa de algunos pocos socios, y recién en 2023 All Boys la hizo propia al crear una subcomisión enfocada en el proyecto, cuya base es la falta de espacio físico para que el club desarrolle y amplíe sus actividades. Desde que se postuló, se juntaron 17.000 firmas individuales y 400 de comercios de la Comuna 10. Plantea la cesión del predio por 20 años con posibilidad de prórroga para desarrollar actividades deportivas, educativas, culturales, de interés y beneficio para la comunidad en general, con el eje puesto en el respeto a la voluntad testamentaria de Manuel Rocca. La idea es construir canchas deportivas y salas (teatro/cine, exposiciones), bar, pileta, un estacionamiento subterráneo. Además, se propone ceder el predio a escuelas de gestión pública de CABA, al Poder Ejecutivo local o nacional para actividades varias y políticas de Estado, y a clubes de barrio, sin que afecte el normal desenvolvimiento de las actividades del club. Para que la mayor parte de esas solicitudes puedan cumplirse, CAAB deberá informar anualmente y antes del inicio del año escolar la disponibilidad del predio, con motivo de organizar su uso.
Una de sus caras más visibles es Fernando Moya, excomunero del Frente de Todos (2019-2023) y actual vocal titular en CAAB desde el 2022. Para los defensores de “El Rocca para el barrio”, su nombre es materia sensible: “Cuando estaba de comunero, fue el que gestionó la redacción del proyecto del barrio”, comenta De Pérez. Lo que aquí se ve como traición, para Moya se explica por otro lado: “En la actualidad no estoy de acuerdo con ese pedido porque sé que el Ejecutivo local nunca lo va a hacer, en cambio el club sí puede, y además es el corazón y el núcleo del barrio”, argumenta.
Según Moya y Gustavo De Bella, uno de los arquitectos a cargo del proyecto, la obra prevista en el predio Rocca tiene un costo aproximado de cuatro millones de dólares estadounidenses. Nicolás Cambiasso, exarquero y actual presidente de All Boys, sostiene que la subcomisión encargada del proyecto se propone obtener los fondos “mediante subsidios nacionales e internacionales, mecenazgo cultural, una propia fundación con el apoyo de empresas y de particulares”, además de aportes de privados -sean socios o no- y de préstamos bancarios. En caso de que los fondos se sostengan en el tiempo, De Bella estimó una duración de 10 años de obra. Y, para conseguir que sea tratado el año que viene en la Legislatura, Cambiasso agrega que “se está conversando” con legisladores de distintas bancadas. Hay un elemento complementario: “Santiago Cándido Rocca, el hijo y albacea testamentario primero de don Manuel, fue presidente honorario de All Boys”, cuenta el historiador Tumbarello. Así, el pedido de cesión del predio se fundamenta también en el vínculo entre la familia Rocca y el club.
El argumento que causa más polémica entre sus detractores es lo que el club denomina “reparación histórica”, por las dos “cesiones” obligadas de los últimos cincuenta años. En 1979, la del terreno que hoy ocupa la Escuela Bilingüe para niños, jóvenes y adultos Sordos y Formación Integral N° 29 D.E. 18 Dr. Osvaldo Magnasco, en la manzana entre las calles Miranda, Chivilcoy, Elpidio González y Mercedes. En 1995, parte de lo que hoy es la Plaza Monte Castro (en la manzana contigua a la Escuela, con la que comparten la calle Mercedes). En total, ambos inmuebles suman 2,7 hectáreas contra las 1,2 que tiene el Rocca. Sin embargo, “según el decreto 8938/48, es el Estado nacional quien le expropió a la sucesión de Manuel Rocca el predio donde luego se construyó la Escuela Magnasco, por lo que no era de AllBoys ese terreno”, sostuvo Castiglioni. Y agregó que algo similar ocurrió con el espacio que ocupa la actual Plaza Monte Castro: “Lo usaba All Boys, que tenía cesión precaria, pero terminó siendo un basural y en la época de Jorge Domínguez, último intendente de Capital Federal, hubo un pedido vecinal que concluyó en la apertura de la calle Mercedes y por lo tanto en la división del predio”. Moya reconoció que en realidad “no era formalmente del club, sino que se había empezado a usar pero por la poca infraestructura desarrollada, el intendente Jorge Domínguez lo retomó para la Municipalidad”.
El último argumento se toma de las cesiones que el GCBA les hizo a otros clubes, como a Platense, Atlanta, Ferro y Nueva Chicago (histórico rival de All Boys). Y aunque uno de los principales miedos de quienes defienden “El Rocca para el barrio” es que CAAB venda parcial o totalmente el predio para uso privado de acceso no público, el abogado Jonatan Baldiviezo sostuvo que “en caso de concesión, All Boys no estaría autorizado a vender el predio a ningún tercero”. Y agregó que, si el GCBA finalmente lo vende a un proyecto inmobiliario, “le correspondería iniciar la revocatoria de la donación a los herederos de Rocca, y la ciudadanía también podría ir a la justicia para que se respete el destino de la donación”. En este punto coincidió Castiglioni: “Si los terrenos mutan a una función que no está establecida en la donación, vuelve a sus herederos”.
¿Y ahora qué?
Luego de las múltiples reuniones de la Mesa de Trabajo habilitada por el Consejo Consultivo de la Comuna 10, Sampaolo reconoció que el proyecto de All Boys es el que tiene mayor solidez y el más factible de aprobarse. Sin embargo, también insistió en que desde el Consejo no están de acuerdo con que la totalidad sea manejada por el club, y que al menos en lo que respecta a los espacios educativos, la gestión debería quedar en manos del GCBA. Al día de hoy, el Consejo está trabajando en consensuar ambas partes para presentar un proyecto único como Iniciativa Particular ante la Legislatura. Muy similar es la postura de Rodrigo Cilenti, jefe de despacho del legislador Alejandro Grillo (UxP), quien agrega que es necesario que el Consejo Consultivo sintetice la discusión, acercando posturas para presentar una propuesta que pueda contener ambos reclamos.
Para que el proyecto logre estado parlamentario y sea tratado es indispensable conseguir la firma de aunque sea un diputado. Sampaolo expresa que desde la Legislatura “se espera que el proyecto esté acompañado por la comunidad, por lo que tienen que dejarse de lado cuestiones personales para ponerse de acuerdo y llevar un proyecto común con fuerza”. Pero mientras “desde ‘El Rocca para el barrio’ no están trabajando activamente, los muchachos de All Boys siguen pintando paredes con entusiasmo”. Desde su perspectiva, Volkind sostiene que “los dos reclamos son válidos, pero cuanto más divididos estén, menos posibilidades tienen de que se pueda avanzar”.
Hay algo que está claro sobre el predio y es que, salvo el Gobierno de la Ciudad, ninguno de los actores involucrados quiere que se venda para la construcción de torres residenciales. En estos casos son clave las instancias que puedan originarse en ámbitos públicos de participación, como aquellas que ofreció el Consejo Consultivo, para escuchar todos los reclamos y acercar opiniones disidentes. El predio es de todos y de todas, y perder eso de vista conlleva el riesgo de que se corra el eje de discusión, que gane el cansancio y que, ante el miedo de que permanezca abandonado de manera indeterminada, pese más el “que hagan lo que sea”. En el panorama actual, sin embargo, ese no parece ser el futuro cercano.