Por Felicitas Recalde
Fotografía: Antonella Tustanoski

El viernes 13 se exhibió en la Casa por la Identidad de las Abuelas de Plaza de Mayo, en el Espacio de Memoria y Derechos Humanos ex ESMA, el documental Un Jardín para Pichón, de Carla Ciarocchi. El film recuerda a Gerardo “Pichón” Escobar, víctima de la violencia policial asesinado en el año 2015 en la ciudad de Rosario.

“Desde el retorno de la democracia hasta el 24 de febrero de 2023, 9.175 personas fueron asesinadas en hechos con participación del Estado” es la frase con la que inicia Un jardín para Pichón. Su directora, Carla Ciarocchi, dice que las preguntas originarias al momento de comenzar a escribir el guion fueron: “¿Cómo pudo pasar esto?” “¿Cómo pudo haber gente que haya hecho esto?”. 

Gerardo “Pichón” Escobar trabajaba en la dirección de Parques y Paseos de la municipalidad de Rosario y era encargado de la cuadrilla que mantenía la rotonda ubicada en el cruce de bulevar Oroño y Pellegrini. Un mes después de su homicidio, sus compañeros transformaron el sitio en un espacio de memoria, escribiendo con flores el nombre “Pichón”. Casi diez años después, el equipo de Parques y Paseos continúa con el mantenimiento del memorial. “A lo largo de los años he pasado por ahí en bicicleta y ver el memorial y que esté mantenido y cuidado siempre me conmovió, siempre lo miré. Y en un momento decidí escribir un documental y tomé eso como tema, como punto de partida”, relata Ciarocchi.  La película está centrada en ese ejercicio activo de la memoria y busca multiplicar la historia de Pichón con testimonios de compañeros de trabajo, de su hermana Luciana y de sus docentes en la Escuela de Jardinería y de la escuela donde Gerardo estudiaba para terminar la primaria. “No quería que fuera una noticia de televisión, quería buscar y conocer eso que cada persona recuerda”, explica la directora. “Tenía muy en claro que quería que sea una historia luminosa, filmamos de día, sonoramente es una película que suena a pájaros, a árboles, a agua. Y, además de esa decisión estética, buscamos hacer foco en la memoria, en el hoy y cómo se lo recuerda, no tanto en la parte judicial”.

Para su hermana Luciana, “Pichón era la primavera, vino con ella, es importante que su historia se siga contando, más allá de cómo pasó. Me quedo con eso, con poner mi granito de arena como hermana en haberla contado en el documental. Ahora la película ya puede moverse y la historia de Pichón ya se cuenta sola, y esa es la manera de transformar todo ese dolor en lucha”. 

 

El accionar de la injusticia  

Gerardo Escobar tenía 23 años, trabajaba en la Dirección de Parques y Paseos de la Municipalidad de Rosario, y estudiaba en la Escuela Nocturna Nº 30 para terminar la primaria. La noche del 14 de agosto de 2015 salió con sus amigos, tuvo fortuna en el casino y para festejar acudió al boliche La Tienda. Salió de allí entrada la madrugada. En el registro de una de las cámaras de seguridad se ve a uno de los patovicas del lugar, Cristian Vivas, golpeándolo en el suelo. En otro video aparece corriendo y cuatro testigos lo vieron escondido detrás de un auto. Es la última vez que se lo ve con vida. Para la familia su ausencia era extraña, y por eso acudió a la policía. Estuvo desaparecido una semana, mientras sus familiares y amigos lo buscaron intensamente, hasta que fue encontrado sin vida en el río Paraná.

Dos policías,  Luis Alberto Noya y Maximiliano Amiselli, y tres patovicas, Cristian Vivas, José Luis Carlino y Cesar Darío Ampuero, fueron detenidos e imputados. La hipótesis de la querella y la fiscalía es que Escobar fue metido en un patrullero y trasladado a la seccional 3ª, donde fue golpeado hasta la muerte y su cuerpo arrojado al río.

La querella logró, luego de varios meses, que la causa fuera trasladada a los Tribunales Federales por tratarse de un caso de desaparición forzada. Los cinco imputados estuvieron detenidos durante un año, hasta que  el juez Marcelo Bailaque los sobreyó y liberó. La decisión fue anulada por la Cámara Federal, que dictó un cambio en la figura de sobreseimiento por el de falta de mérito, lo cual permitió que la causa continúe abierta, con los acusados en libertad. En tanto, el juez Bailaque fue recusado y se retiró de la causa.

A más de nueve años de los hechos, la justicia no ha realizado ningún avance, dejando sin curso la investigación de varias pistas, como la prueba de que el celular de Cristian Vivas fue detectado en la región del puerto donde apareció el cuerpo de Pichón. Además, la autopsia realizada por la médica forense Virginia Creimer confirmó que el joven no murió ahogado, invalidando la versión que especulaba con un posible sucidio o caída al agua a causa del alcohol, sino que fue arrojado sin vida al río. Por otro lado, surgen sospechas respecto a los registros de las cámaras de seguridad que captaron a Gerardo corriendo por la calle, luego de ser golpeado por Vivas y el registro que sigue a ello “se perdió”. Los 38 minutos faltantes, desde las 5:42 a las 6:20 de la mañana, coinciden con el momento de los hechos y podrían haber sido claves para el esclarecimiento del caso. Tampoco se avanzó en las investigaciones respecto a los hematomas y golpes que presentaba el cuerpo del joven. 

“Al principio creía en la justicia, en que iba a pasar algo con el caso de mi hermano. Por suerte, paralelamente fui construyendo un camino de justicia popular, junto con otros familiares. La cosecha de esos años de lucha nos trae hoy a este espacio”, dice Luciana. 

Sin justicia, con Memoria

Desde su aparición sin vida, el nombre “Pichón” escrito con flores mantiene viva la memoria del joven. Además del recuerdo floral, la familia, los compañeros y docentes de Escobar en la escuela nocturna, lograron que en 2017, el Consejo Municipal de Rosario declarara el 24 de septiembre, fecha de cumpleaños de Gerardo, como el Día del y de la Estudiante de Escuelas de Adultos. 

Al contrario del accionar del Poder Judicial, Luciana Escobar se ha mantenido activa, militando contra la violencia institucional y exigiendo justicia por su hermano, para que no lo sigan desapareciendo. “Creo que el arte permite llegar a muchas personas, acercandolas a través de los detalles, del recuerdo de cómo se reía, de cómo estudiaba, de qué hacía”, dice Ciarocchi. Y agrega: “No hay que permitir que nos ganen con el olvido, porque el objetivo del Poder Judicial y de la policía es que nos olvidemos, porque olvidarlo es como si no hubiera pasado. Entonces traerlo al presente es la herramienta que tenemos para que no nos ganen”. 

Si bien el día anterior la película se había exhibido en La Plata a instancias de la Comisión Provincial por la Memoria, no es casual que la presentación del documental haya sido en la Casa por la Identidad, en el Espacio de Memoria y Derechos Humanos Ex-Esma. En el pasillo que lleva desde la puerta de la Casa de las Abuelas hasta el auditorio donde se proyectó la película, las paredes exhiben una muestra fotográfica sobre la violencia policial. ”Esas locas, como las llamaron en su momento, que empezaron a dar vueltas con sus pañuelos, fueron armando un camino, que hoy nos muestra, después de tantos años, cómo el Estado sigue siendo el mismo cómplice para que se repitan estos casos”, reflexiona Luciana. “Y hubo otras madres que tiempo después se calzaron sus remeras con las fotos de sus hijos, de sus hijas, y detrás de esas madres viene una trinchera muy importante que son las hermanas”, dice.  “Las hermanas estamos ahí para esas madres que si se caen, nosotras las sostenemos. Y somos mujeres que desde el amor, sin que nos gane el odio, transformando muchas veces el enojo, ponemos el cuerpo”, concluye Escobar.