Por Martín Calderón
Fotografía: ARCHIVO TELAM

La polémica sobre los bloqueos de redes virtuales privadas en diversos países pone en discusión cuándo se trata de un cercenamiento de la libertad de expresión y cuándo en un resguardo de la seguridad de los Estados.

El ecosistema de los medios de comunicación hoy se encuentra predominado por las plataformas digitales y la moderación de la circulación y acceso a la información está cada vez más regulada por el mercado. Frente a ella, los Estados intervienen con mecanismos de bloqueos, que muchas veces traen aparejada la limitación, cuando no, la prohibición de la libertad de expresión. Existen distintas maneras de regulación a través del bloqueo de redes sociales o sitios de internet como viene sucediendo en algunos países.
Quienes buscan sortear la prohibición pueden hacerlo a través de Redes Privadas Virtuales (VPNs, por sus siglas en inglés), que permite acceder de igual forma a los sitios, aunque se corre el riesgo de dejarles datos a terceros. Otra forma es con The Onion Router (TOR) cuyo significado de su nombre en español sería “el enrutador cebolla”, debido a que funciona en forma de capas.

Esta anonimización del usuario puede conllevar también a usos delictivos penados por los Estados, principalmente ejecutados en lo que se conoce como Dark Web, esto es el conjunto de sitios de internet que no son registrados por los buscadores como Google o Bing.

Cómo sortear los bloqueos

Una red privada virtual (VPN) funciona conectando tu dispositivo a un servidor ubicado en otro lugar, cifrando todos los datos que viajan entre ambos. De esta forma, el servidor actúa como intermediario entre el usuario e internet, ocultando la información entrante y saliente. Es como un carril exclusivo de una avenida, aislando al usuario del tráfico general de internet, con el plus de que no se puede ver desde afuera.

The Onion Router (TOR) divide la conexión en varias capas de cifrado y la envía por diferentes computadoras («nodos»). Cada nodo elimina una capa de cifrado, pero solo sabe a qué nodo enviar después, manteniendo camuflado el origen. TOR también declama “condenamos el mal uso y la explotación de nuestra tecnología para actividades criminales” a la vez que señala que su objetivo “es promover los derechos humanos con tecnología libre y de código abierto, capacitando a los usuarios para defenderse de la vigilancia masiva y la censura en Internet”.

Algunos casos

Recientemente, sitios de noticias y redes sociales (como X) han sido bloqueadas en diferentes naciones, en algunos casos llegando a restricciones totales de internet. En Venezuela, luego de las elecciones cuestionadas por organismos internacionales que dieron por triunfador a Maduro, se bloquearon redes sociales, servicios de streaming y e-commerces como Mercado Libre. En Bangladesh, el apagón de internet se dio a partir de las protestas estudiantiles que terminaron con el gobierno de Hasina, posteriormente detuvieron el apagón pero limitando la conexión con ciertas páginas.

En Colombia, se reportaron bloqueos de internet en manifestaciones ocurridas en 2021. Al respecto, “han habido juicios por acceso a la información pública para ver qué medidas tomó el Estado cuando fueron las movilizaciones respecto de si se dieron algunas órdenes por razones de seguridad para establecer bloqueos a personas que estaban cubriendo la situación en esos momentos”, mencionó Damián Loreti, abogado, titular de la cátedra de Derecho a la Información de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e integrante del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)

En Brasil, a partir de que Elon Musk se negó a eliminar perfiles partidarios de Bolsonaro y cerró las oficinas de X, el juez Alexandre de Moraes del Supremo Tribunal Federal ordenó impedir el acceso a esa red social. En este caso, Loreti resaltó que “es diferente porque no son bloqueos preventivos, sino por incumplimientos a órdenes firmes y se aplican como sanciones procesales. Cuando X no paga la multa, De Moraes les dice que repongan la representación legal y, por no haber cumplido, suspendieron el funcionamiento”.

El especialista en derecho a la información suma: “En eso agrega dos cosas más, una es la prohibición, a cumplir en no más de 5 días, a las tiendas de aplicaciones que no podrían facilitar VPNs ni otras cosas que posibilitaran bypassear la orden. Eso lo suspende al rato, las razones las podemos imaginar, que Google y Apple protestaron. Hay otro punto que se mantuvo, una multa de 50 mil reales (ocho mil dólares aproximadamente) a las personas que, vía VPN, se saltearen la restricción. Esto fue cuestionado, de hecho, se presentó un escrito por la orden de abogados de Brasil, tanto por temas de libertad de expresión como por razones de defensa en juicio, porque le estaban aplicando una decisión judicial a personas que no habían formado parte del juicio, entonces les estaban poniendo una prohibición como resultado del incumplimiento de otro”.

NetBlocks es un sitio que se considera un observador de internet y da cuenta de más casos como en Gabón, el día de las elecciones, o de redes sociales en Senegal, entre tantos otros. Esto ha llevado a los usuarios a tratar de evadir las restricciones, principalmente vía el uso de VPNs, que crea una conexión aparte de la del proveedor de servicios de internet (ISP, su sigla en inglés) permitiendo acceder a contenido disponible que este deniega.

Vancis Roda es técnico superior en Seguridad Informática y estudiante de la carrera de Abogacía, se denomina liberal, aunque ya no milita en La Libertad Avanza. Al respecto, opinó que “estas restricciones y bloqueos a sitios de internet, cuando no responden a razones legales justificadas y adecuadas a los principios internacionales en materia de derechos humanos sino que obedecen a motivos estrictamente de pretensión de control e influencia gubernamental sobre medios de comunicación son un atentado directo contra los derechos fundamentales en el ciberespacio, especialmente respecto a la privacidad”.
Continuó destacando que “no sólo limitan el acceso a la información, sino que también buscan controlar el flujo de ideas, lo cual es sumamente peligroso para cualquier sociedad que valore la libertad. Pese a ello, tampoco es cierto que sea sano para una sociedad que ciertos medios de comunicación dominantes (como lo es X) que operan y permiten el acceso, registro y toda otra actividad de ciudadanos argentinos, permitan un libre albedrío carente de contralor e inclusive desprovista de sistemas de censura y respuesta a órdenes judiciales cuando se advierte la lesión de bienes jurídicos especialmente protegidos, como el derecho al honor, a la intimidad, el cese de acciones de grooming, actos discriminatorios, la glorificación de delitos, el aliento a cometerlos y otros supuestos de excepción”.

Por su lado, Loreti opinó: “Lo que pone en juego esto es de qué modo los Estados hacen que se cumplan sus principios soberanos de estado de derecho y de cumplimiento de sus decisiones judiciales contra empresas que, en muchos casos, son varias veces más grandes que los propios Estados”. A lo que el especialista en derecho a la comunicación y a la información agregó: “Dicho esto, para los relatores especiales de libertad de expresión, los bloqueos per se no son ilegales. Lo que pasa es que tienen que estar fundados en ley, cumplir con un fin legítimo específico y ser la medida menos gravosa, de modo tal de cumplir con ese fin legítimo y no afectar la libertad de expresión de modo innecesario, esto se llama principio de necesidad social imperiosa. La discusión es si en Brasil había alguna medida menos gravosa una vez que el tipo no pagó la multa”.

 

Quién confía en las VPNs

Damián Loreti se expande sobre la tensión que generan los sorteadores. El integrante del CELS agregó que “los mecanismos de anonimización, como la red TOR, están recomendados por David Kaye en un informe del relator de libertad de expresión de Naciones Unidas de 2015 por situaciones de investigación periodística o de libertad de expresión en contextos complejos”. El documento al que hace mención Loreti puede encontrarse en internet y, allí Kaye afirma que “TOR, cuenta con más de 6.000 servidores descentralizados en todo el mundo que reciben y transmiten datos varias veces para ocultar la información de identidad sobre los puntos extremos, creando así un anonimato sólido para sus usuarios”.

A su vez, analiza que “los Estados han tratado de combatir las herramientas de anonimato, como TOR, los servidores proxy y las VPN, denegando el acceso a estas herramientas. China ha bloqueado el acceso a TOR desde hace tiempo y, según informaciones recibidas, funcionarios del Gobierno de Rusia ofrecieron más de 100 mil dólares por las técnicas que permiten identificar a los usuarios anónimos de TOR. Además, Etiopía, Irán y Kazajstán han intentado, al parecer, bloquear el tráfico de TOR. Dado que dichas herramientas pueden ser los únicos mecanismos de que disponen los usuarios para ejercer su libertad de opinión y de expresión de forma segura, se debería proteger y promover el acceso a las mismas”.

Roda, por su lado, enfatizó en que “necesitamos un equilibrio que permita combatir los delitos en línea sin caer en prácticas autoritarias que coarten nuestras libertades esenciales, y para ello necesitamos una sociedad que conozca sus derechos, entienda las herramientas técnicas que se encuentran a su alcance, y pueda tomar mejores decisiones sobre cómo administrar y regular su actividad en línea y la gran huella de la misma”.

Al respecto del uso de la tecnología, consideró que “en este contexto, las VPNs juegan un papel crucial. Son herramientas que permiten a los usuarios proteger su privacidad y acceder a contenidos sin restricciones geográficas o políticas. Las VPNs ofrecen una capa adicional de seguridad frente a prácticas invasivas y monitoreo no deseado. Pero su rol va más allá; también son un medio para sortear censuras y mantener el acceso a información típicamente no disponible por actos de restricción, sean legítimos o no”.

Zack Whittaker es editor en temas de seguridad de TechCrunch y hace poco escribió un artículo en el que recomienda no confiar tanto en las VPNs debido a que “simplemente desvían todo tu tráfico de Internet de los sistemas de tu proveedor de Internet a los sistemas del proveedor de VPN. ¿Por qué deberías confiar más en una VPN que promete proteger tu privacidad que en tu proveedor de Internet? La respuesta es sencilla: no puedes y no debes”.

“Algunos de los peores infractores son los proveedores de VPN gratuitas, que ofrecen sus servicios sin coste alguno a cambio de monetizar tus datos. Esto significa que toman tu tráfico de Internet y lo venden al mejor postor para ofrecerte anuncios específicos mientras estás conectado a la VPN. Las de pago tampoco resuelven el problema de canalizar todo tu tráfico de Internet a una empresa potencialmente poco fiable. También es razonable desconfiar de las ofertas de algunas de las mayores empresas tecnológicas, algunas de las cuales ganan dinero vendiendo anuncios”, explica.

Allí también enfatiza en que “varios proveedores de VPN también afirman que protegen tu privacidad al no almacenar ningún registro ni rastrear qué sitios web visitas ni cuándo lo haces. Aunque esto puede ser cierto, no hay forma de estar completamente seguro. Las políticas de privacidad hacen promesas, pero sólo tenemos la palabra del proveedor. Algunos han afirmado que no almacenan ningún registro, pero se ha demostrado falso tras la filtración de grandes cantidades de datos de usuarios de VPN o al responder a peticiones legales que proporcionan a la policía el tipo de datos que los proveedores afirmaban que ni siquiera almacenaban para empezar”.