Papeles personales de intelectuales y figuras públicas, colecciones de instituciones privadas, documentos y cartas conforman el valioso acervo que mantiene vivo el Departamento de Archivos de la Biblioteca Nacional y que permite reconstruir la historia política, social, cultural y cotidiana del país. Y todo está a disposición del público.
La Biblioteca Nacional Mariano Moreno se ha consolidado como una institución fundamental para la preservación de la memoria colectiva de Argentina. Desde 2006, con la creación del Departamento de Archivos Personales y Colecciones Particulares, la institución amplió su misión: además de custodiar libros y publicaciones, también se dedica a reunir, conservar y difundir los documentos privados de figuras de la cultura, la política y la vida intelectual que marcaron el rumbo del país desde principios del siglo XX hasta la actualidad.
Entre los archivos destacados se encuentran los de Aníbal Ford, escritor, periodista, profesor y uno de los fundadores de la carrera de Ciencias de la Comunicación; Rodolfo Puiggrós, figura clave del pensamiento político; y Horacio González, un intelectual en la vida cultural y política reciente. También se conservan los fondos de Rogelio García Lupo, pionero del periodismo de investigación, así como materiales de gran valor histórico como las cartas del exilio durante la Dictadura o el Archivo México-Argentina–Montoneros.
El Departamento de Archivos desempeña un rol esencial en este proceso. “Este espacio surge a partir de un proceso de organización de materiales recibidos por donaciones personales, familiares e institucionales”, explica Ana Guerra, responsable del Departamento. La colección abarca desde epistolarios, manuscritos y folletos, hasta volantes, recortes de prensa, publicaciones periódicas y fotografías. Todos estos documentos son testimonios de la historia argentina.
Uno de los aspectos que destaca Guerra es la versatilidad de los archivos: “No sirven para una sola cosa. Por un lado, conservan la memoria institucional. Por ejemplo, los archivos de la Biblioteca Nacional no solo hablan de la biblioteca, sino también del país, de las personas, de los usuarios, de aquellos que la visitaban y de aquellos que no lo hacían. Por eso, los archivos también hablan de la historia de la sociedad y nos permiten entender cómo fue cambiando con el tiempo. Pero además tienen otra función, sirven al ejercicio de derechos de las personas”. Y pone un ejemplo concreto: “Toda la documentación de su personal puede ser requerida por cualquier persona que necesite acceder a estos registros para cuestiones como la jubilación”.
Guerra resalta que los archivos personales son piezas clave para comprender tanto a sus creadores como a las instituciones y agrupaciones con las que estuvieron vinculados. “Cuando hablamos de archivos personales, no nos referimos exclusivamente a cuestiones íntimas de la vida familiar de alguien. Puede haber algo de eso, pero lo más frecuente es encontrar documentos que reflejan la participación de estas personas en partidos políticos, sindicatos, asociaciones culturales o instituciones académicas”, señala. “Por ejemplo, alguien que fue docente en la UBA tendrá un archivo que no solo habla de su vida, sino también de la universidad misma. O alguien que participó en la Sociedad Argentina de Escritores o en la Academia Argentina del Lunfardo, a través de sus documentos, también nos permite conocer la historia de esas instituciones”.
La especialista también señala una característica distintiva de los documentos de archivo: su condición seriada. “No solo son valiosos por su contenido literal, sino también por lo que revelan en su conjunto. Si tenemos una colección de cartas escritas por mujeres presas, cada carta individual nos cuenta algo concreto. Pero si como investigadores analizamos el conjunto, podemos entender patrones o comportamientos más amplios, como la frecuencia con la que escribían. Si alguien preso escribe cinco cartas por semana, eso dice mucho sobre su experiencia, sus emociones o su contexto. Los archivos no solo hablan por lo que dicen, sino también por cómo, cuándo y por qué fueron producidos”, precisa.
Por ejemplo, un militante socialista como Dardo Cúneo puede tener más documentación sobre el Partido Socialista que el propio partido, ya que militó durante 30 años. En este sentido, el archivo de figuras como Norberto Galasso o el de la pareja John William Cooke y Alicia Eguren también ofrece posibilidades para interpretar momentos cruciales de la historia política argentina.
La confianza también juega un rol esencial en la conformación de este acervo. “La Biblioteca Nacional se ha convertido en un lugar de confianza. Esto no es solo normativa o algo legal: ser una institución pública genera esa seguridad en las personas o herederos, como en el caso de Crónica, la Editorial Sarmiento o la Editorial Claridad, que donaron sus materiales porque saben que acá van a estar bien conservados, se van a trabajar y consultar. Quienes donan archivos no quieren que estén guardaditos en estanterías; buscan que sirvan, que estén vivos, que inspiren nuevas producciones”, afirma.
El Departamento trabaja con el conjunto completo de materiales producidos por una persona o institución, sin importar su tipo, soporte o fecha. “Dentro de un archivo puede haber fotos, manuscritos, cartas, mapas o incluso materiales electrónicos, pero siempre se mantiene el conjunto como unidad. Por ejemplo, un militante socialista como Dardo Cúneo puede tener más documentación sobre el Partido Socialista que el propio partido, ya que militó durante 30 años. Este valor de los archivos personales ha crecido tanto a nivel nacional como mundial, revalorizándolos como una fuente fundamental para investigaciones más amplias”, detalla.
Asimismo, Guerra subraya la importancia del acceso público a esta documentación. “Tenemos la obligación de poner a disposición todo lo que la biblioteca recibe. Es un servicio gratuito del Estado que permite consultas de lunes a viernes de 10 a 18 y los fines de semana de 12 a 19 en nuestra sala del tercer piso. Además, atendemos consultas por correo electrónico a archivosycolecciones@bn.gov.ar o por teléfono al 4808-6063”, informa.
“Si vos te llevás solo por la literalidad, vas a decir unas cosas. Pero si tenés información del contexto de producción, vas a decir otras –reflexiona Guerra–. Ese es el trabajo nuestro como archivistas: construir las conexiones que transforman un conjunto de documentos en un testimonio de la memoria colectiva”.