Investigadores e investigadoras de diferentes universidades e institutos realizaron una feria para mostrar su trabajo y su anclaje en la sociedad. Estudiantes de escuelas secundarias y público general los acompañaron durante toda la jornada del viernes.
Desde la ventana del colectivo de la línea 101, al pasar por Plaza Houssay, ya se puede notar su presencia. Algunos visten guardapolvos, otros llevan chalecos que los identifican con sus organizaciones. Allí, en el corazón de la plaza, instalan sus puestos, donde pasarán el resto de la jornada bajo un sol implacable que no da tregua. Vecinos de la zona y también niños y adolescentes de diferentes escuelas de la ciudad, fascinados, se detienen a interactuar y sorprenderse con la “magia de la ciencia”, quizás soñando con convertirse algún día en uno de ellos. Sin embargo, estas personas de guardapolvo están lejos del estereotipo del científico loco con lentes gruesos y cabello alborotado encerrado en un laboratorio. Los investigadores argentinos no se encierran: salen a la calle, comparten su conocimiento y luchan por el futuro de la ciencia.
La Feria en Defensa de la Ciencia y la Universidad, que comenzó cerca de las 11 horas del viernes y se extendió hasta pasadas las 19, contó con más de 80 stands donde investigadores de diferentes áreas realizaron actividades para difundir sus proyectos y visibilizar las problemáticas actuales que dificultan sus investigaciones. “Surgió como una iniciativa discutida en reuniones y asambleas acá en la Facultad de Medicina. Nos contactamos con compañeros docentes del Gino Germani que estaban con la misma idea y empezamos a laburar en conjunto. Lo habíamos pensado al principio como solo de zona Houssay, pero se fueron sumando distintos institutos UBA-CONICET, que son de Sociales, de Medicina, de Farmacia, de Exactas, también gente del INTI, del INTA, del CNEA, un montón de lugares de diversas disciplinas y que están sufriendo el ajuste tremendo del gobierno”, contó Valentina Alillo, parte de la organización del evento.
Uno de los principales objetivos de la feria es acercar la ciencia a los más jóvenes, por lo que varias escuelas secundarias de la zona fueron invitadas a participar y hacer una recorrida por los distintos puestos. “Hay stands con juegos que están orientados más al público infantil y adolescente, para hacer que los chicos se interesen cada vez más en la ciencia”. Una de estas tantas iniciativas estaba compuesta por un mapa donde los chicos debían ubicar el sitio turístico que les toque en el lugar geográfico que corresponda. Triana Sánchez, integrante del Centro de Investigación y Desarrollo del Turismo -CIETUR- de la Universidad Nacional de San Martín nos cuenta el motivo del juego: “Estamos concientizando sobre la investigación del campo de estudios en turismo y porque es importante priorizar la actividad turística tanto a nivel económico como social, a lo largo y ancho de todo nuestro territorio”. Hoy, el CIETUR atraviesa grandes problemas para solventar los gastos de investigación: “Al estar en la Escuela de Economía y Negocios de la UNSAM, tenemos muchos convenios que hacemos a través de consultorías y de esa forma nos auto financiamos. Sin embargo, hoy los convenios están cayendo y tenemos muchas becas CONICET que están en peligro, sumado a la devaluación que están sufriendo nuestros salarios en el último año. Entonces, es un panorama muy complejo que dificulta que podamos poder seguir haciendo lo que hacemos y amamos”.
El mismo panorama atraviesan múltiples organismos que se dedican a la investigación científica. Andrea Ostrov, directora del Instituto de Literatura Hispanoamericana, profundiza sobre la situación: “Por decisión del Poder Ejecutivo Nacional no se está nombrando a nuevos investigadores en CONICET. Es histórico, porque hace muchísimos años que no pasa, que durante un año no haya habido ningún ingreso de un investigador en CONICET. Este año, como todos los años, hubo más o menos entre 300 y 400 bajas que posibilitará que den el ingreso a nuevos investigadores sin incrementar el gasto, sin embargo no quieren hacerlo, y es por decisión política del Presidente de la Nación”. La falta de ingresos hace que el Instituto corra peligro: “La continuidad de los proyectos y la renovación de los recursos humanos peligra al no haber ingresos de manera fluida como otros años, cada vez tenemos menos becas de postdoctorado y mucho menos investigadores. Lo normal es que todos los años entren 4 o 5 becarios de doctorados y este año todavía no hubo ninguno. Tenemos que publicar porque los organismos nos exigen publicaciones que den cuenta del trabajo de los equipos y esas publicaciones hay que pagarlas. Las inscripciones a congresos internacionales rondan entre los 100 y 150 dólares, y un equipo normalmente tiene entre 6 y 8 personas. Este costo es solo de manera virtual, ni hablar de costear los viáticos para pasajes y alojamientos. Se hace muy cuesta arriba. cada vez hay más trabas, más dificultades, y es un proceso de ahogo. El desfinanciamiento es un modo de aniquilación disimulado, entre comillas”.
María Laura Romano, una de las investigadoras del instituto, cuenta la principal problemática que atraviesan en la actualidad: “Hay seis investigadoras que el año pasado ganaron el concurso de ingreso a carrera de investigadora de CONICET y, luego de esperar más de un año, todavía no tenemos ninguna información certera acerca de cuándo nos van a designar y entonces estamos en esta instancia en la que no sabemos qué hacer, qué va a pasar con nuestro trabajo, porque también existe la posibilidad de irnos afuera a trabajar en un lugar donde nuestro trabajo sea reconocido. Sería una pena que se perdiera esa inversión de un recurso humano sumamente formado”.
Otro de las actividades que se robó las miradas del público fue la realizada por el Área de estudios urbanos del Instituto Gino Germani. “Es un mapeo colectivo donde buscamos tener un registro sobre las distintas percepciones, formas de apropiación y experiencias que hay sobre el espacio urbano, donde también queremos poder analizar en qué medida son diferentes según el género de los ciudadanos”, explica Facundo Corti, quien hoy centra su investigación en políticas de reurbanización de villas. “Analizo los efectos de diferentes políticas de integración social y urbana en la estructura social y urbana de la Ciudad de Buenos Aires combinando una estrategia cuantitativa sobre cantidad de personas involucradas para dimensionar la problemática habitacional en términos de infraestructura, con un abordaje más cualitativo que tiene que ver justamente con las percepciones de los habitantes de los barrios”.
Esta semana, la vicepresidenta Victoria Villarruel, atacó algunas de las novelas que conforman la colección “Identidades bonaerenses” que, desde septiembre de 2023, la provincia de Buenos Aires difunde en bibliotecas escolares con libros que no son de lectura obligatoria, buscando garantizar el derecho a una educación con acceso a los libros como herramienta clave de aprendizaje. VIllarruel difundió fragmentos fuera de contexto, pidiendo que “dejen de sexualizar a nuestros chicos”, y acusó al Gobierno de la provincia de adoctrinarlos en temas vinculados a la Educación Sexual Integral (ESI). Maria Laura Romano, del Instituto de Literatura Hispanoamericana, reflexionó: “El punto que disparó la discusión fue la novela Cometierra de Dolores Reyes, pero el ataque es contra la educación sexual integral y contra la posibilidad de que los pibes y las pibas que van a la escuela secundaria puedan estar informados y atendidos en sus demandas y necesidades de información. Me parece que cierto sector del gobierno está en contra de que en todas las escuelas se puedan trabajar cuestiones que tienen que ver con lo sexual, con lo vincular”.