Si bien en la primera vuelta el Frente Amplio le sacó más de 20 puntos al oficialismo, no tiene garantizado el triunfo en el balotaje. ¿Cuál es su estrategia de campaña? ¿Qué pasará con la relación con Argentina según quién triunfe?
Yamandú Orsi, del Frente Amplio, cosechó el 46,2% de los votos por sobre el 28,2% de Álvaro Delgado, candidato del Partido Nacional. Sin embargo, contando todos los otros votos obtenidos por las fórmulas de la Coalición Nacional (Andrés Ojeda, del Partido Colorado, obtuvo el 16,9%; Guido Manini Ríos, de Cabildo Abierto, el 2,6% y Pablo Mieres, del Partido Independiente, el 1,8%), el porcentaje es de 49,5%, dejando al oficialismo al borde de la mitad de los votos emitidos. En este escenario, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del Uruguay son una incógnita. ANCCOM dialogó con especialistas del país vecino para profundizar acerca del mes de campaña que se avecina y cómo afectarán estos posibles gobiernos a la relación bilateral con Argentina.
En esta oportunidad, el Frente Amplio tuvo un 5% más de votos que en la primera vuelta de la elección del 2019, con una campaña liderada por un Orsi en la cual no se mostró más allá que en actos partidarios. Según Mauro Casa, politólogo y magíster por la Universidad de Londres, “Orsi tuvo una campaña muy anodina, en la que prácticamente no se la jugó en ningún tema, bastante lejos del radar de los medios de comunicación”.
En ese sentido, Daniel Buquet, doctor en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-México), reafirma que Orsi trató de ser “tan inespecífico como le fuera posible”. En consecuencia, marca que lo más claro que expuso fue su postura en contra de la reforma constitucional sobre seguridad social, que pretendía bajar la edad jubilatoria a 60, equiparar jubilaciones con el sueldo mínimo y eliminar los fondos previsionales de ahorro privados.
“Lo otro que hizo fue nombrar un futuro ministro de Economía de perfil empresarial, Gabriel Oddone, doctor en Historia Económica y socio de la firma CPA Ferrere”, continúa Buquet. “Orsi apunta a ganar, por lo tanto, apunta al centro. Estamos en un escenario de una competencia centrista y lo que menos quiere es asustar a las personas más moderadas. Anticipa una gestión económica ortodoxa, que tendrá los sesgos frenteamplistas pero con mucha moderación y en la medida que el crecimiento lo permita”.
A su vez, subraya que el voto de la izquierda del Frente es “muy poco”, advirtiendo que los posibles votantes que se le pueden fugar por esa vía son mínimos. “El partido de izquierda de acá, lo que en Argentina sería el FIT, es Asamblea Popular que sacó el 0,4%”.
En cambio, el panorama para el Partido Nacional es un poco más auspicioso que antes de las elecciones. Según Casa, “Delgado tuvo una buena noche, porque las encuestas lo daban peor, cayendo más cerca del 20% pero sacó un 26%”.
“El Partido Nacional hizo un escenario confrontando con el Frente Amplio con sus tres socios, planteando la continuidad del gobierno pero también sacándose la camiseta del partido y poniéndose la de la coalición”, subraya Buquet.
Así, el oficialismo continuará su camino hacia el balotaje con la idea central de su slogan ‘Reelegí un buen gobierno”, conteniendo en sí sectores más radicalizados hacia la derecha. Dentro de la coalición continúa el exmilitar Manini Ríos, aunque en estas elecciones vio caer fuertemente su performance, luego de cosechar 11,5% de los votos en 2019. En aquella campaña, el titular de Cabildo Abierto había pregonado el “se acabó el recreo”, refiriéndose a la “fiesta” del gasto público y la delincuencia. Este año, no pudo mantener su fuerza como opción conservadora “novedosa”.
¿Hay un Milei uruguayo?
Si nos ponemos a buscar al “Milei” de este proceso electoral uruguayo, Buquet marca que lo más particular fue “la candidatura de Ojeda por el Partido Colorado”, pero que no es homologable al primer mandatario argentino. “Rompió el molde del político tradicional pero dentro de lo tradicional. Se refería a sí mismo como la nueva política pero está más ligado a la comunicación y al contacto con la gente, pero nunca fue antisistema ni se proclamó anticasta. La comparación con el presidente argentino es excesiva”.
El más comparable, continúa Buquet, es Gustavo Salle del partido Identidad Soberana: “Su elección lo dejó al borde de entrar al Senado con el 2,4% y dos diputados. Es marginal, pero podría tener la llave de la mayoría en diputados”.
Según Camilo López Burían, doctor en Ciencia Política y profesor adjunto de Relaciones Internacionales de la Universidad de la República, “podría estar considerado como ultraderecha ya que tiene una pauta moral conservadora muy fuerte”. En este marco, destaca que tiene posturas “profundamente antiglobalistas”, oponiéndose a la Agenda 2030. “Es una característica que algunas expresiones de ultraderecha tienen”, puntualiza.
Sobre él, Casa comenta que encontró un personaje en el cual predica un discurso contra las corporaciones y el neoliberalismo, pero que, también, ha tenido una deriva conservadora extrema: “Es un férreo antivacunas y con un pensamiento muy retrógrado en materia de género y en materia de políticas hacia la comunidad LGBT. Se ha convertido en un político con una identidad bastante peligrosa”.
De todos modos, no se ha asentado una opción de ultraderecha en Uruguay por el momento. Buquet, aunque remarca que no le gusta hablar de excepcionalidad, destaca que “el sistema de partidos está por encima de la región. Por más que haya gente con esa visión, las mayorías no se expresan en ese sentido, son derechas ‘PRO’”.
El lugar de Argentina
Siguiendo con la comparación con Argentina, ambos futuros gobiernos se enfrentan al desafío de mantener una relación bilateral con el gobierno de La Libertad Avanza. López Burián destaca que, en un escenario de triundo oficialista “podemos esperar la continuidad de una política aperturista que busca la flexibilización del Mercosur. Tiene una visión de profundizar el modelo exportador de commodities, siendo favorecidos los sectores agrícolas y minimizando el papel de la región”. En ese sentido, marca que habría “una convergencia con el gobierno de Milei”.
En cambio, si Orsi se impone en noviembre, destaca que la región toma otro peso: “No quiere decir que se no ponga en discusión la flexibilización, pero se buscará otro tipo de diálogo e integración con la región. Sería un cambio relevante”.
Sin embargo, observa que más allá de algunos detalles, “hay una estabilidad en la relación bilateral entre ambos países que tiene que ver con el estilo diplomático que el Uruguay plantea”.
En este sendero, Buquet destaca que “Orsi va a ir por ese lado, estaría en buena relación con el gobierno argentino. Al otro día de ganar las elecciones, se va a abrazar a Milei sin ningún problema”, comenta, recalcando que el Frente también ha celebrado acuerdos de libre comercio por fuera del Mercosur.
A su vez, Casa remarca que la historia de la relación bilateral nunca tuvo como principal factor la afinidad ideológica: “Perón y Luis Batlle Berres tuvieron que salir a encontrarse con una lancha en medio del río Uruguay porque ninguno quería ir a visitar al otro. Tabaré Vázquez y los Kirchner terminaron en el tribunal de La Haya por el conflicto de las papeleras. Si uno mira al revés, Tabaré Vázquez y Macri tuvieron un excelente vínculo. La diplomacia entre nuestros países depende de factores un poco azarosos, Orsi y Delgado van a tener una relación cordial con Milei, ninguno de los dos le va a pisar la cola al león”.