Revocaron el sobreseimiento de los gendarmes acusados de fusilar en un retén al joven de 20 años Andrés García Campoy. El juez que los había exculpado ahora es juzgado por múltiples delitos.
La justicia de Mendoza revocó el sobreseimiento a los gendarmes investigados por la muerte de Andrés García Campoy, quien falleció de un disparo en la cabeza a la salida de un retén policial en 2014, y ordenó nuevas medidas probatorias para determinar qué fue lo que le sucedió.
La apelación interpuesta por el Ministerio Público Fiscal del sobreseimiento dictaminado por el exjuez Walter Bento, quien hoy se encuentra preso por corrupción, logró que la Sala A de la Cámara Federal de Mendoza ordenara reabrir el caso. Los jueces Manuel Alberto Pizarro y Juan Ignacio Pérez Curci resolvieron revocar el sobreseimiento a los gendarmes Maximiliano Alonso Cruz y Corazón de Jesús Velázquez imputados por la muerte de Andrés García Campoy.
El tribunal señaló que existen “defectos en la valoración de los elementos de prueba”, y se ordenó profundizar el caso y hacer nuevas pericias balísticas y forenses que no se habían hecho anteriormente, para determinar qué fue lo que sucedió el 13 de junio de 2014.
Aquel día, Andrés García Campoy, un joven mendocino de 20 años, estudiante de la Tecnicatura de Higiene y Seguridad, conducía su Peugeot 504, cuando un retén de efectivos de Gendarmería nacional, en Luján de Cuyo, lo detuvo sobre el kilómetro 1060 de la Ruta 7. Allí, en circunstancias que aún no están claras, Andrés falleció de un disparo por detrás de la cabeza.
La versión de los gendarmes fue que el joven se disparó él mismo, pero una pericia al cuerpo de Andrés dictaminó que el orificio de la bala, que era de unos siete milímetros, no correspondía a esa hipótesis por su tamaño y porque se encontraba casi en su nuca, detrás de la oreja izquierda, un posición poco natural para tratarse de un suicidio. Además no encontraron restos de pólvora en la ropa o en las manos del chico, ni sangre dentro del vehículo.
En diálogo con ANCCOM, Mónica Campoy, la madre de Andrés, comentó: “Quiero que se haga justicia por mi hijo, y espero que los gendarmes vayan presos, nadie me va a devolver a Andrés, pero lo que hicieron ellos lo tienen que pagar”. Ambos uniformados están en libertad, uno de ellos aún en funciones en esa fuerza de seguridad. “Ellos sabían lo que hacían, tendrían que haber cuidado de mi hijo, y me lo mataron”, agregó.
La causa
A pesar de que el fiscal de instrucción de turno del Ministerio Público intervino en las investigaciones iniciales ordenando el secuestro de las armas reglamentarias de los gendarmes, no se les hizo la investigación correspondiente, ya que se adujo que la bala que acabó con la vida de Andrés se destruyó en el impacto.
Una pericia psicológica en la que se entrevistó a familiares y conocidos de Andrés determinó que no había “ningún tipo de indicio para pensar que se quitó la vida”. Él incluso había pagado su cuota universitaria el día anterior, y comprado un vino como regalo por el cumpleaños de un amigo. Era un chico alegre y con proyectos de vida, según el relato de sus allegados.
En su vehículo llevaba una vieja y herrumbrada carabina de más de cien años que no funcionaba, que le había heredado su abuelo con la intención de mostrarla a una persona que quería comprarla. El testimonio de los gendarmes imputados fue que Andrés habría sacado esa arma para amenazarlos, pero que habría tomado la decisión de quitarse la vida con la misma.
El celular de Andrés, donde seguramente se hubiesen encontrado las conversaciones con este posible comprador, fue destruido, y nunca se pudo lograr la recuperación del historial de conversaciones para ser utilizado como prueba. Los mismos abogados pidieron en su momento a la compañía telefónica este listado, pero no pudieron proporcionarlo porque ya estaba retenido judicialmente.
“Ahora vamos a poner peritos balísticos y forenses para ver si por fin se puede exhumar el cuerpo de Andrés, que siempre me lo denegaron”, comentó Mónica, y señaló que “la bala sigue alojada en la cabeza de mi hijo, dicen que supuestamente se destruyó, yo quiero saber de dónde salió esa bala”. Seguramente la más grande pregunta de este caso es por qué no fueron debidamente presentadas las pruebas en tiempo y forma, y por qué nunca se permitió exhumar el cuerpo de Andrés.
“Mi abogado empezó a descubrir cosas que nunca se habían investigado, y de ahí es que podemos hacer la apelación delante de los jueces y ellos se dan cuenta de que lo que dicen los abogados es cierto, ¿cómo van a llevar una causa sin investigar?”, comentó Mónica.
De juez a acusado
El fiscal provincial Jorge Calle, que fue quien tomó el caso por primera vez, caratuló la causa como homicidio doblemente agravado por la calidad del sujeto activo, ya que ambos imputados pertenecían a fuerzas de seguridad, y por el uso de arma de fuego. Nunca se pudo cambiar esa calificación del hecho.
Sin embargo, el fuero provincial declinó su competencia y el juicio cayó en manos del juez federal Walter Bento. Este dictaminó el 5 de septiembre de 2014 la falta de mérito de los acusados, determinó que Andrés se había suicidado, y finalemente sobreseyó a Alonso Cruz y Velázquez.
En 2023, Bento fue detenido de forma preventiva, y enfrenta acusaciones relacionadas con diversos delitos. Estos incluyen asociación ilícita, cohecho pasivo, omisión y retardo de justicia, falsedad ideológica, prevaricato, lavado de activos de origen delictivo y enriquecimiento ilícito, entre otros. Además, es señalado por haber recibido, por medio de abogados, sobornos de imputados para beneficiarlos y manipular procesos judiciales.
Mónica comentó que “cuando cayó Bento, fue más fácil para mí que me empezaron a llamar los medios, y de ahí es que surge de nuevo la causa y hemos llegado hasta acá”.
A pesar de todo lo que se habló acerca de este juez, que incluso Mónica cree que pudo haber repercutido también en la sentencia de la causa por la muerte de su hijo, ella no dejó tampoco de creer en la justicia: “Tuve la mala suerte de que me tocó un juez corrupto, con uno diferente no habríamos estado diez años peleando”.
“Cuando pasó lo de Santiago Maldonado, yo ahí me atreví a decir que a mi hijo también lo había matado Gendarmería en un caso insólito: le pegaron un tiro saliendo de un retén», dice Mónica.
La labor social de los medios
Luego de tantos años de lucha y toda la energía gastada en el sistema judicial, de todas las marchas pidiendo justicia, de todas las veces que tuvo que contar la historia de su hijo, y de tantas situaciones adversas, Mónica aún encuentra fortaleza en Andrés. “Saco la fuerza de mi hijo, porque yo soy su voz, y tengo la esperanza de que tenga justicia”.
Mónica siempre estuvo agradecida a los medios de comunicación y a las personas que la ayudaron a difundir su historia, y que gracias a los diarios y radios que la invitaron a contarla fue que la gente empezó a reconocer el caso de Andrés. “Sin ellos nadie hubiese conocido quién fue mi hijo”.
En 2014, cuando todo esto pasó, Mónica no contó con mucha difusión de los medios, pocos sabían lo que le había pasado a Andrés García Campoy, y pocos supieron la sentencia de Walter Bento.
“Cuando pasó lo de Santiago Maldonado, yo ahí me atreví a decir que a mi hijo también lo había matado Gendarmería en un caso insólito, que le pegaron un tiro saliendo de un retén, y ahí empezaron a llegar las notas de los diarios”. Mónica también se animó a hacer la comparación con el caso de Rafael Nahuel, quien finalmente tuvo su justicia, y comentó: “Siempre que las fuerzas están involucradas en hechos así, se habla de suicidios”.
“Ahora sobre todo tengo esperanza, no la perdí nunca”, comentó Mónica y agregó: “Tengo la esperanza de que se sepa la verdad, y que mi hijo pueda descansar en paz, sabiendo que su mamá hizo las cosas bien”. Finalmente, Mónica dejó un mensaje para quienes siempre la han acompañado y para todos los que escuchan la historia de Andrés García Campoy por primera vez: “A la sociedad quiero agradecerle por estar conmigo, por acompañarme a las marchas, por ayudarme a difundir. Hoy se están enterando del caso de Andrés, eso lo ha hecho la misma gente que escucha mi testimonio, me acompaña y corre la voz. Gracias a esa gente”.