En la tercera audiencia en la megacausa Mansión Seré IV y RIBA II, el represor Vázquez Sarmiento orinó en público mientras los testigos describían su crímenes. Para la querella, es una actuación para simular insanía.
El represor Juan Carlos Vázquez Sarmiento en la primera audiencia del Juicio.
El martes 24 de septiembre la sala de Juicios Complejos de San Martín fue el escenario de la tercera audiencia del juicio que aborda los crímenes de lesa humanidad cometidos a lo largo de la Zona Oeste de la provincia de Buenos Aires en manos de la Fuerza Aérea, durante la última dictadura militar: Mansión Seré, RIBA (Regional de Inteligencia de Buenos Aires) y otros centros clandestinos de detención. La megacausa tiene como imputados a los represores Juan Carlos Vázquez Sarmiento, Ernesto Rafael Lynch, Juan José Zyska, Juan Carlos Herrera y Julio César Leston, por crímenes cometidos contra 130 víctimas. El tribunal está integrado por las juezas María Claudia Morgese y Sivina Mayorga, y el juez Walter Antonio Venditti. En esta sesión en particular iniciaron los testimonios por los crímenes perpetrados en la comisaría primera y la VIII Brigada Aérea en la localidad de Moreno. En este marco, prestaron testimonio de forma pública Inés Freyre y Beatriz Medinilla, mientras que otro testigo decidió resguardar de la prensa su declaración.
Inés Freyre también había decidido testimoniar en privado, pero a último momento decidió cambiar de opinión, permitiendo la presencia del público y la prensa. Su padre, Rodolfo «Rolo» Freyre, reconocido médico de Moreno, fue secuestrado el 17 de septiembre de 1976, en la puerta de su hogar. La testigo comenzó describiendo su recuerdo del día del secuestro. En ese momento ella tenía tan solo 15 años y junto a su melliza eran las más grandes de siete hermanos. Aquella noche estaban en su casa cuando llegó Ángel, bioquímico de la clínica donde trabajaba su padre, a avisar que momentos antes habían secuestrado a Rubén Varela, amigo y también trabajador del mismo centro médico . “Salimos a la vereda con mi papá, vimos que venía hacia nosotros la luz de un auto y Ángel dice, ‘son esos, son esos’. Nos metemos en la casa. Yo agarré a mi papá del brazo y le decía que vayamos adentro. Yo entré. Desde la casa veo como cuatro tipos encapuchados bajan de un Falcon y lo agarran a papá. Lo golpearon y lo metieron en el auto, mientras él gritaba ‘Mirta, Mirta, me llevan’”, declaró Freyre sobre la noche del rapto de su padre.
Durante el tiempo en que su padre estuvo desaparecido, la familia Freyre intentó seguir “como si nada”, consejo que les había dado el psicólogo escolar. Pero “nos seguían autos, nos estaban persiguiendo todo el tiempo, en la calle y también pasaban autos por casa”. La acción vecinal fue clave en este momento: “Las personas del barrio empezaron a hacer guardias, se turnaban de noche y además nos ayudaban económicamente. Nosotros nunca estuvimos solos”. Una tarde, Marcelino López, oficial del Área de Inteligencia de la Fuerza Aérea, se presentó en su trabajo preguntando por ella y, después de hacerle unas preguntas, afirmó: “Tu papá va a volver”. Para la familia Freyre fue una cuota de esperanza porque “había mucha incertidumbre, no sabíamos nada”.
Ines Freyre recordó el día que volvió su padre: “El 26 de octubre mi hermana ve a alguien por la ventana y empieza a gritar “papá, papá”. Yo le dije ‘no, no es papá, es una persona de la calle’. Pero sí, era. Tenía la nariz lastimada, estaba descalzo, con un pantalón roto, era nuestro padre que volvió hecho pelota”. Con su padre finalmente en casa, otra etapa empezaba para la familia del conocido médico de Moreno. A causa del estrés postraumático, gritaba y lloraba a la noche en sueños. La testigo comentó que su padre hablaba de lo que había vivido, sobre todo de las torturas. “Él recordaba que en la cama de tortura los colgaban de las piernas para picanearlos en los genitales, pasaba hambre y tenía que tomar su propio pis. Incluso a las mujeres embarazadas les hacían eso”, compartió Freyre sobre los relatos de su padre. Las consecuencias que trajo en la familia fueron muy fuertes. “Fue una situación traumática, un antes y un después. Mucha inseguridad y miedo. El costo para mi viejo fue tremendo. Recién pudimos empezar a digerirlo más tarde. Pasaron 48 años, nos marcó y nos sigue marcando”, cerró Freyre finalizando con este intenso pero necesario testimonio.
“Ella me dijo que se sintió libre, que sintió que eso le iba a dar libertad”, sostuvo en diálogo con ANCCOM Martha Ibarra, presidenta de la organización Moreno por la Memoria, en referencia al caso de Ines Freyre, destacando la importancia de que haya decidido hacer público su testimonio: “De este modo todos conocemos la verdad, no solamente quienes están en el tribunal”, afirmó Ibarra. Pese a esto, analizó la situación de los testigos que deciden que su testimonio no se difunda: “No solamente es el contexto político, la inseguridad, el miedo que pueden sentir y la poca protección y contención por parte del Estado, sino que hay cuestiones más personales. -expresó Ibarra y amplió-. Hay casos de víctimas que tal vez no han hablado con su familia, que han pasado cosas muy jodidas y no están preparados para que sea público”, concluyó la presidenta.
Ibarra también analizó el rol de la organización Moreno por la Memoria como querellante en la causa y destacó el excelente equipo de abogados con quienes cuenta el organismo: “Hemos logrado que colaborara un grupo de abogados militantes, que se lo están tomando con mucho compromiso” y señaló los casos de Sergio Martín Gomez y Gaston Fraga, quienes se turnarán en las próximas sesiones del juicio.
Beatriz Medinilla fue la tercera y última testigo de la sesión. Con tan solo 19 años en ese entonces, fue víctima de un violento operativo de la Fuerza Aérea: «Estaba trabajando en el segundo piso de la relojería cuando escuché un ruido fuerte abajo», comenzó su relato. “Momentos después un soldado subió apuntándome con una escopeta y me obligó a levantar los brazos. Me llevaron al primer piso, donde vi a mi padre, y a Dardo Boglione, dueño de la relojería, junto a su novia. Me separaron y comenzaron a hostigarme, preguntándome dónde estaban las armas. Yo no sabía de qué hablaban», explicó con firmeza.
Beatriz relató que la esposaron y, después de un tiempo, los trasladaron a todos a otra relojería de la familia Boglione. En el otro local, los alinearon contra las vitrinas mientras interrogaban a los dueños. «Nos distribuyeron en diferentes camionetas. Hicimos un tramo y, al llegar a un descampado junto a la ruta, nos hicieron bajar. Me dijeron que me iban a matar si no revelaba dónde estaban las armas. Yo no tenía nada que ver con eso», recordó. Fue encapuchada y tirada en el piso de la camioneta. “En ese momento, me desesperé y pensé: ‘Estoy desaparecida'», recordó vívidamente Medinilla. Finalmente, después de horas de hostigamiento psicológico y de tenerlos privados de su libertad, los abandonaron en una zanja. Su testimonio, desgarrador y directo, refleja el horror y el miedo que vivió mientras estuvo secuestrada.
“Los juicios y los testimonios de quienes pudieron ver y escuchar permiten que se mantengan las banderas de Memoria, Verdad y Justicia, que debería ser una política de Estado”, analizó Gómez, acerca de la importancia de la trascendencia de los juicios por lesa humanidad en este contexto actual. “La dictadura militar, la represión ilegal, las torturas, las muertes y la desaparición son temas sobre los que hay que volver todo el tiempo”, agregó el abogado. En la misma línea, sostuvo que no encuentra forma para explicar el horror de los crímenes perpetrados: “No hay forma de explicarlo, yo no lo puedo contar. He escuchado y leído testimonios. Puedo explicar la dictadura en términos abstractos. Pero si quisiera describir un hecho en concreto no puedo ponerle palabras”, enfatizó.
La performance de Vázquez Sarmiento
“Es un simulador nato”, expresó Gomez en relación al insólito comportamiento del imputado Vázquez Sarmiento. Durante el testimonio de Beatriz Medinilla, el imputado, que se encontraba presente de forma virtual a través de la aplicación zoom, mostró sus genitales y orinó en el medio de la sesión, en primer plano, a la vista de todos los presentes: “No es más que la misma historia, otro capítulo más de Vázquez Sarmiento”, alegó el abogado y recordó otros hechos que relacionó con este episodio. Este imputado está condenado por el crimen de la apropiación de Ezequiel Rochistein Tauro, motivo por el cual se mantuvo prófugo de la justicia por más de 20 años, tiempo en el que falsificó su identidad para no ser encontrado. Es también uno de los genocidas que fue visitado por los diputados de La Libertad Avanza. En este sentido, el abogado analizó que se trata de su naturaleza: “El ensayo, la simulación y el cinismo”. Gómez hizo hincapié en el momento elegido por Vázquez Sarmiento para llevar a cabo su performance: en medio del revuelo que generó el testimonio de Medinilla cuando logró identificar de forma certera quién la secuestró: “Sin ningún tipo de duda, con total convicción, inmediatamente respondió que era la Octava Brigada Aérea”, afirmó el abogado querellante. Analizó que este testimonio, que alteró a la defensa, fue el motivo del accionar de Vázquez Sarmiento. Gómez puntualizó que es primordial y necesario marcar la clara intencionalidad del imputado de que lo perciban como a una persona fuera de sus cabales, para obtener algún tipo de beneficio.
“Hace mucho tiempo que Vázquez Sarmiento tiene una estrategia elusiva de la justicia” declaró en el mismo sentido Carolina Villella, abogada de Abuelas de Plaza de Mayo y querellante en la causa, en diálogo con ANCCOM. Villella señaló que el imputado viene presentando diferentes planteos para lograr que se lo desvincule del caso por incapacidad sobreviniente, es decir, que se determine que no está apto para afrontar o comprender el proceso judicial. Sin embargo, se le han hecho diferentes pericias físicas y psicológicas que revelaron que está perfectamente saludable para hacerlo. “Es probable que lo siga intentando, porque está claro que es un cobarde que no quiere hacerse responsable de todos los ilícitos que cometió”, declaró la abogada y puntualizó que el imputado tiene un desprecio subyacente y marcado por la acción judicial que lo está juzgando. Por otro lado, hizo hincapié en que se deberán extremar las medidas desde el tribunal para limitar el futuro accionar indebido de Vázquez Sarmiento.
La próxima audiencia, prevista para el 8 de octubre, se llevará a cabo de manera virtual, continuando la búsqueda de justicia para las 130 víctimas de los crímenes cometidos en centros clandestinos de detensión y tortura como Mansión Seré y RIBA, en un proceso que, según los querellantes, es clave para mantener vivas las banderas de Memoria, Verdad y Justicia.