Un dúo del under porteño Fama y Guita viene haciendo ruido, pogo, y música antihegemónica. ANCCOM estuvo en la más reciente presentación, en un sótano de Once donde funciona un comedor popular.
Sábado por la noche, Fama y Guita se presentan en Sala Milagro, un sótano –o un mundo subterráneo– escondido en el barrio de Once, a siete cuadras de Plaza Miserere.
Afuera una llovizna molesta y la tormenta que no llega.
Debajo del centro barrial y social Independencia vive Sala Milagro, un espacio que produce lazos y resistencia. Cada semana hay una olla popular, se ofrecen cien raciones diarias y la sala permite el ingreso para subsistir.
Ricardo Ache, 73 años, argentino, poeta, músico, exmilitante peronista durante los setenta y sobreviviente de la cultura under de los ochenta, junto a la artista Mariposa Trash, 23 años, venezolana, activista cultural travesti, poeta y performer, integran el dúo performático Fama y Guita de expresión “Queer, punk, criollo”. Expresan ideas políticas con humor ácido y críticas antisistema. “Lo conceptualizamos como punk criollo porque hacemos lo que sería punk argentino. Usamos sonidos de Argentina, hablamos de cosas que suceden en este territorio”, expresa Mari, alias Mariposa Trash.
Con media década de distancia esta dupla intergeneracional logra posicionarse en la escena artística porteña. En la actualidad, representa la contracultura en el público joven del underground, abre un espacio para participar y expresarse sin juzgar, yendo en contra de lo “aesthetic” o “hegemónico” del sistema. Ellos lo definen como una fiesta o carnaval contracultural para hablar de política con diversión. Las canciones que interpretan son de autoría propia, varían de género y temática: techno anticapitalista, tarantela, cuarteto, cumbia y rock and roll.
–Fama y Guita es como una especie de engendro entre el pop de Miranda y los Sex Pistols que deviene en un carnaval –dice Mari–. Una fiesta en donde el público se anima a jugar, no solo poguear, sino bailar, soltarse y conocerse, en un contexto en el que cada vez es más difícil acercarse al otro.
Se acerca la medianoche. El ambiente y el aire del lugar se transforman con el paso del tiempo. El espacio se alborota de espectadores y diferentes artistas. Diversas voces indistintas se mezclan con la música de fondo. Aparecen personajes típicos de la noche. Los ojos se desvían por apreciar cada rincón, cada esquina de la sala, cada empapelado. Resaltan los viejos tesoros de la cultura musical argentina, en especial se destaca la veneración a Charly Garcia. Las luces se tornan cálidas en un entorno templado –amigable–. La música comienza a sonar, el show inicia. El público se regocija.
Cinco años antes de este delirio y carnaval Mari y Rick se interpelaron en una jam de poesía. Por eso, el origen del dúo se entrelaza con el mundo de la poesía para luego ir transmutando por diferentes áreas del mundo artístico –teatro, cine, radio– hasta acontecer en Fama y Guita.
Cinco años más tarde, marzo del 2024, lanzan su segundo disco La gran estafa del rock nacional, basado en la película de los Sex Pistols La gran estafa del Rock and roll. La tapa es una copia de la portada del álbum de los Beatles Sgt. Pepper ‘s Lonely Hearts Club Band. “Es la tapa más copiada de la historia”, acota Mari que señala que se trata de un disco conceptual que tiene una mirada del rock como una fotocopia de la fotocopia.
–El punk no es un género musical, es una actitud, es rompedor –expresa Rick.
Luego de dos temas, el público toma confianza y valor, se une y los pasos de baile se desatan al ritmo de la zumba y la tarantella. El sentimiento colectivo recorre el espacio al compás del trencito. Pelucas y peinados que se sacuden, rulos que saltan –como espirales– siguiendo el ritmo. Manos y pies se revolean al grito de “Chica, chico Rock and Roll”. Y aparece un ciclo interminable de sorpresas que, en definitiva, parece que es lo que los trajo acá, mientras por el fondo, resuena el quejido de una armónica.
–Algo destacable de Fama y Guita es que es un espectáculo de guerrilla, de trinchera, de resistencia, con lo que podemos y tenemos en el lugar armamos la fiesta. Por eso nos sentimos más animadores de fiesta que artistas serios –explica Rick, con orgullo.
–Yo creo que hay una necesidad de romper la barrera de la vergüenza, la gente se identifica con el bailarín y entiende lo que tiene que hacer, cómo soltarse –exclama Mrkpuff, artista performática que acompaña la escena, baila y forma parte del proceso de producción.
En un contexto actual de violencia y silenciamiento hacia la cultura argentina, se les torna difícil poder subsistir como artistas emergentes. “Los artistas mainstream hacen un despliegue audiovisual que está bueno, pero ves al artista chiquitito y el sonido no se diferencia tanto al del under. El show no representa el precio que cobran. De repente, voy a un recital del under y todo es más real. Me parece que la distinción de clase social en el arte se nota. Hay una brecha salarial terrible, en el under hacemos el mismo trabajo que los artistas que ya están pegados”, explica Mari.
–Lo que queremos es tener un salario digno, no ser Taylor Swift –exclama Mari, irónicamente.
–Under no es lo mismo que contracultura –dirá Mari unos minutos antes de que comience el espectáculo–. Estamos acá porque no nos queda otra. Un lugar donde cae la gente, que no tiene otro lugar donde ser, estamos todos por una necesidad.
–Una vez Fabiana Cantilo describió al under como un escalón para saltar a otro lado –dijo Rick.
Al grito eufórico de Fama y Guita el público entusiasma. Pasos de baile -extrovertidos- acaloran cada vez más el ambiente acompañados de palmas y chillidos. El discurso político pierde formalidad en cada estrofa y se llena de gracia, ironía y carcajadas.
El dúo de punk no pierde su tiempo, logra que las cosas sucedan. Se implanta una mirada social en la juventud desde un lado lúdico, desde la fiesta. No es necesario ser culturoso para poder generar impacto.
–La juventud tiene ideas muy buenas pero no sabe cómo llevarlas a cabo, cómo ser pequeños líderes. Porque los políticos están muertos, no estamos representados por nadie –dirá Rick–. Lamentablemente, el pelotudeo de twitter y demás hizo una juventud a la que se la castiga. Pero sobre todo le encajaron un celular a los siete años. Nos tenemos que hacer cargo de todo eso –explica Rick, lamentándose–. Es preferible algo simple y original a andar escuchando discos y ver qué es lo que pega ahora. Buscar un poco una vanguardia suena algo culturoso, pero es ir un paso adelante del ritmo que hay que hacer. Dentro de uno hay un montón de ideas.
–¿Cuándo van a tocar de nuevo? ¿Ya tienen programadas otras fechas?
–Si, si –exclama Mari–. Vamos a estar el 22 de septiembre en La Plata junto a Chebrolet en Casa Unclan; el 28 de septiembre en Córdoba en “Un mundo Feliz”; 18 de octubre fiesta temática peronista por el Día de la Lealtad, vamos a romper un muñeco de Alberto Fernández y dar premios a los mejores vestidos peronistas; y el viernes 13 de diciembre en el salón Pueyrredón para festejar los cinco años de Fama y Guita.
Un pogo eufórico, empujones húmedos y adrenalina dan cierre a la presentación. Pasaron cosas debajo del centro barrial y social Independencia, Sala Milagro. Fiesta, delirio y carnaval. Por fuera el cielo garúa y el viento empuja una brisa húmeda que congela hasta los pómulos.