Por Laura Cortez Bernal
Fotografía: Valentina Gómez y Pamela Pezo Malpica

Luego de que la Cámara de Diputados rechazara el aumento jubilatorio, la plaza del Congreso se inundó de gases lacrimógenos y, como en un loop de miércoles, los manifestantes fueron reprimidos. Hubo alrededor de 50 heridos y al menos dos detenidos.

La Plaza del Congreso fue una vez más testigo de la represión hacia los jubilados por parte de tres fuerzas federales durante la tarde del miércoles, luego de que en una sesión especial la Cámara de Diputados ratifique el veto a la Ley de Movilidad Jubilatoria. “El jubilado no se toca”, exclamaban a coro los miles de manifestantes frente al personal policial.

Mientras que por un lado se encontraba la policía motorizada junto a un camión hidrante, por el otro estaban los jubilados, incluso algunos sostenían un cartel en una mano y el bastón en la otra. “Genocidio silenciosos” y “Veto es hambre” eran algunas de las frases que se lograban leer en los carteles.

Agrupaciones de jubilados, Sindicatos (CGT, las dos CTA, UTEP, SIPREBA, entre muchos otros), el Polo Obrero y movimientos sociales, organismos de Derechos Humanos fueron algunos de los que dijeron presente para reclamar una mejora en los haberes de los adultos mayores.

La concentración inició desde el mediodía. Los manifestantes se encontraron con el Congreso vallado, camiones hidrantes, además del personal de Gendarmería y la Policía Federal. Tal parece que, si bien desde el Gobierno nacional afirman que realizar acciones como un aumento a jubilaciones pone en riesgo el equilibrio fiscal, para la ministra de seguridad Patricia Bullrich no parece ser inconveniente organizar mega operativos de seguridad a manos de tres fuerzas federales. El diputado de Unión por la Patria Eduardo Valdez denunció que tan solo diez de las balas de goma utilizadas ayer por la policía cuestan lo mismo una jubilación mínima.

“No nos van a doblegar porque el alma de doña Norma Plá me acompaña en la vida, y en la muerte también compañeros”, expresó un jubilado frente al cordón policial mientras sostenía en alto un cartel con la imagen de la emblemática dirigente de los años noventa, quien fue reconocida por luchar por los derechos de los jubilados contra el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo durante el gobierno de Carlos Menem.

Si bien en la mañana del miércoles ya se sentía la tensión en las afueras del recinto –y dentro también–, la represión se inició luego de que los manifestantes tiren algunas de las vallas que rodeaban la zona en rechazo a la votación de Diputados. Palos, gas lacrimógeno y balas de goma fueron la ofrenda de las fuerzas de seguridad.

“Nosotros no somos la casta”, afirmó Julia, una jubilada que se encontraba en la movilización junto a sus dos amigas. “Un 8 por ciento de aumento nos negaron y ellos ganan siete palos, no se puede creer que sean tan desgraciados y ahora la policía también nos está dando ¿En dónde vivimos?”, exclamó con indignación una de las amigas de Julia, quién tuvo que salir corriendo sobre avenida Callao luego de oír un fuerte estruendo.

La policía motorizada avanzó sobre avenida Callao con impunidad, lanzando gas sobre los rostros de los manifestantes y generando estruendos con balas de goma. “¿Señor quiere limón?”, le ofreció una chica a un hombre que se encontraba con lágrimas y gas en la cara y con los ojos cerrados respondió con una afirmación, mientras extendía sus manos para luego frotar el jugo del cítrico en su rostro, intentando de alguna manera aliviar el ardor del gas.

La jornada, como un loop de miércoles, finalizó con alrededor de 50 personas heridas por gases lacrimógenos y balas de goma, entre ellas varios jubilados, trabajadores de prensa y hasta una niña de 11 años y un niño de 9, según el relevamiento que realizó la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). El reporte de la Policía Federal informó dos detenidos.

La Ley de Reforma Jubilatoria que vetó el presidente Javier Milei consistía en mantener los aumentos por inflación para jubilados, pero además exigía tener en cuenta la evolución de los salarios y agregar una recomposición del 8,1%. Todo eso implicaba, en promedio, un aumento de 13,700 pesos a cada beneficiario, algo así como una docena de empanadas.