Por Cristian Avila
Fotografía: Pamela Duran

El costo de la alimentación es más caro para los celíacos. ¿A qué se debe? ¿Es esa la única dificultad para acceder a una dieta sana?¿La legislación vigente contempla algún tipo de ayuda?

Las personas diagnosticadas con celíaca deben llevar una dieta estricta.

De acuerdo a la definición ofrecida por la Sociedad Argentina de Gastroenterología, la afección es una intolerancia permanente a ciertas proteínas del gluten, el cual se encuentra principalmente en el trigo, la cebada, el centeno, la avena y sus derivados. La enfermedad se manifiesta en individuos con una determinada predisposición genética. Ataca principalmente al intestino delgado que es el encargado de la digestión y absorción de los nutrientes, vitaminas y minerales.

Si no hace una dieta libre de gluten y se evita la contaminación cruzada en otros alimentos con estas proteínas, el paciente puede sufrir diarrea, distensión abdominal, constipación, alopecia, entre otros síntomas. Sin embargo, el costo que implica llevar adelante una alimentación libre de gluten, más elevado que la dieta media, puede constituir un escollo para mantener la salud. Si bien algunos pacientes a partir del diagnóstico empiezan a incorporar más alimentos de origen natural y menos procesados, muchos deciden sustituir las típicas preparaciones con gluten por versiones aptas para celíacos.

En la actualidad, un paquete de fideos de trigo de medio kilo en un comercio minorista puede costar unos 1.500 pesos, mientras que un paquete de fideos sin gluten de 250 gramos en una dietética puede tener un costo de 2.100 pesos, más del doble si se tiene en cuenta el peso de cada propuesta. Un paquete de harina de trigo de un kilo cuesta unos 1.000 pesos, en tanto que una premezcla para pan sin gluten de solo 500 gramos cuesta unos 3.000 pesos.

Las razones por las cuales algunos celíacos no cumplen de manera estricta con la dieta pueden ser varias. En una encuesta publicada por ANMAT en el 2020, el 61% de quienes contestaron señalaba al factor económico como la principal causa, el 56% lo atribuía a la falta de disponibilidad de alimentos libres de gluten, mientras que un 41% mencionaba a la falta de tiempo y organización. 

Recetas recargadas

Mariana Holgado es parte de la Comisión de Alimentos de la Asociación Celíaca Argentina y considera que el costo mayor de los alimentos libres de gluten se debe a varios factores: en su elaboración suelen emplearse productos que pueden llegar a ser costosos, como almidones, aditivos, féculas, leche en polvo, goma xántica o fécula de papa. Esta última es importada. En definitiva, explica: “No es lo mismo fabricar un pan que se hace con agua y harina que fabricar un pan libre de gluten que se hace con aditivos, almidones, féculas: eso encarece mucho”. Además, destaca que en estos alimentos la cadena de distribución tiene muchos más intermediarios.

La mezcla de almidones se emplea para lograr mayor textura y esponjosidad, de tal manera que el producto sea aceptable al paladar. Esa tarea la cumple el gluten en los panificados comunes.

Otra cuestión, explica Holgado, es la necesidad de utilizar ciertos envases para la comercialización. Por ejemplo, las galletitas o la premezcla vienen en un envase que resguarde correctamente el producto a diferencia de la harina de trigo que viene en un papel. Las galletitas, a veces vienen en un envase de plástico y en una caja que proteja el producto porque son frágiles y pueden romperse. La otra cuestión, agrega, es que “los alimentos sin gluten se fabrican para un porcentaje mucho más reducido de la población que los productos con gluten”. Lo bueno –agrega- es que las empresas de producción masiva inscriben cada vez más productos libres de gluten y se pueden encontrar opciones en supermercados, kioscos o almacenes de barrio, ya no sólo en dietéticas o tiendas especializadas.

Desde la empresa Arcor, una de las principales productoras de alimentos de la Argentina, explican que ofrecen más de 420 productos aptos para celíacos y que para su producción la compañía cuenta con diez plantas industriales a lo largo de todo el país habilitadas con el certificado de “Establecimiento Elaborador de Alimentos Libres de Gluten”. También aseguran que al lanzamiento de productos aptos para celíacos sumaron acciones como la presentación de un recetario gratuito con opciones dulces y saladas.

Consultados por ANCCOM explican que “para garantizar la seguridad en cada instancia de producción, necesariamente se debe contar con instalaciones certificadas, procedimientos específicos, rigurosos controles de calidad y personal capacitado”. Sin embargo, aseguran a que, más allá de los factores esenciales para evitar la contaminación cruzada, ningún producto sin TACC del portfolio de la compañía tiene costos adicionales por ser libre de gluten.

El costo social

La nutricionista Paula Cabrera, especializada en enfermedad celíaca y trastornos relacionados al gluten trigo, señala que otro factor que puede incidir en el cumplimiento de la dieta es el aspecto social, la posibilidad de compartir con los demás. Por ello señala la importancia que tiene el acompañamiento de la familia y de aquellos que rodean a la persona diagnosticada.

“Lo recomendable es que una vez diagnosticado, el paciente se acerque a hacer una consulta personalizada con nutricionistas que lo puedan orientar”, explica y agrega que de esta manera pueden identificar de forma más precisa cuáles son las barreras que cada uno tiene con el cumplimiento de la dieta y así se podrán establecer estrategias para mejorar esas dificultades. “Que busquen asesoramiento porque eso mejora mucho la adherencia a la dieta libre de gluten y la calidad de vida en torno a las dificultades que puedan surgir”, asegura.

Con respecto a aquellas personas que no están diagnosticadas como celíacas y que están pensando en seguir una alimentación libre de gluten, Cabrera hace una recomendación: “Siempre frente a esta sintomatología hay que descartar primero la enfermedad celíaca y después evaluar cuál es el mejor abordaje nutricional para esa persona, según el diagnóstico que tenga”. Cabrera aclara que si una persona deja de comer gluten sin consultar con un médico, eso podría dificultar que en un futuro se llegue a un diagnóstico.

La Ley Celíaca 27196 (que modifica a la 26588) fue reglamentada el año pasado. Entre sus novedades establece que quioscos y comedores en institutos de enseñanza, como también los bares y restaurantes deben ofrecer al menos una opción libre de gluten. Además, la legislación vigente contempla el derecho de las personas celíacas a la detección, diagnóstico, seguimiento y tratamiento de la enfermedad. Esto incluye una cobertura por parte de las obras sociales de un monto equivalente al 27,5% de la Canasta Básica Alimentaria. El objetivo de esta ayuda económica es cubrir la diferencia entre los productos con y sin gluten. Actualmente el monto es de 31.865 pesos. Fue actualizado por última vez en abril y tendrá que volver  a ser actualizado en octubre de este año.

Las obras sociales y prepagas deben asegurar el reintegro de este dinero. El Ministerio de Salud de la Nación indica en su sitio web que quienes no tengan cobertura explícita y tienen una cobertura pública pueden presentar la constancia de enfermedad celíaca en la oficina de Desarrollo Social que corresponda a su jurisdicción.

Más allá de las dificultades, varias de las fuentes consultadas dijeron que la variedad de productos dirigidos a este segmento de la población está en aumento. Por su parte, Cabrera insistió en señalar la alta efectividad del tratamiento. La nutricionista remarca que si un paciente celíaco cumple con una alimentación libre de gluten en forma estricta y de por vida a partir del momento del diagnóstico, el riesgo de complicaciones disminuye o incluso puede igualar al de una persona no celíaca. Esto recuerda que, a veces, cuidar nuestra salud puede ser una tarea difícil pero no imposible.