Por María Sol Faletty
Fotografía: Captura de pantalla de La Retaguardia

La sobreviente Claudia Favero y Alejandra Santucho, hermana de una adolescente de 14 años desaparecida y torturada,  declararon en la cuarta jornada que investiga 112 crímenes de lesa humanidad ocurridos en la Comisaría 5ª de La Plata.

El Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata, integrado por Karina Yabor como presidenta, junto a los jueces Ricardo Basílico y Adríán Basso lleva adelante el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en la Comisaría 5ª de La Plata. En la cuarta audiencia del jueves estuvieron presentes la abogada querellante de Abuelas de Plaza de Mayo, Colleen Torre y Leonardo Fossati querellante y nacido en ese Centro Clandestino de Detención. La causa investiga los crímenes contra 112 víctimas que fueron desaparecidas allí y el juicio tiene como imputados a Jorge Bergés, Pedro Muñóz -quien seguirá excarcelado mientras dure el juicio- y José Saravia Day. En la cuarta jornada fueron citadas a testimoniar Alejandra Santucho -hermana de Mónica Santucho, asesinada- y la sobreviviente Claudia Favero.

La abogada Colleen Torres manifestó: “La importancia de los testimonios para mí tiene dos aristas: por un lado, la posibilidad de que los sobrevivientes brinden su voz sobre lo sucedido. Se supone que es reparador para ellos y para ellas decirle al Estado lo que les sucedió y que se escuchen esas historias que fueron silenciadas por tanto tiempo, es muy significativo. Por el otro, para nosotros es importante que puedan declarar porque la inmediatez del testimonio no te lo da una incorporación por lectura, para que los jueces puedan escucharlos y verlos en primera persona. Aunque es difícil comprender la magnitud en su conjunto, pero por lo menos que puedan dimensionar lo que vivieron, el daño y la lucha misma”.

La primera en declarar fue Alejandra Santucho: “Toda mi familia fue víctima de la dictadura: mi mamá, mi papá y mi hermana de tan solo 14 años”. Santucho dio a conocer en el Tribunal la historia de su vida. Ella fue testigo de la desaparición de sus padres, militantes de la Juventud Peronista, y de su hermana: “El viernes 3 de diciembre de 1976, yo estaba en el patio de mi casa y de repente se produce un griterío porque miembros del Ejército, vestidos de civil, empezaron a disparar a toda la casa. Mis papás gritaron que dejen salir antes a los niños. Ahí es cuando sale mi hermana Mónica de 14 años, con mi hermanito de dos años y el bebé de otra familia que se hospedaba con nosotros. Nos dejan a mi hermano y a mí a unas cuantas casas de al lado, pero mataron a mis papás y se llevaron a Mónica”.

«Ellos me hicieron sobreviviente porque decidían quienes vivían y quienes morían. A mí no me gusta decir que soy sobreviviente, a mí me gusta decir que soy testimoniante. Es nuestro deber para los que no están”, declaró Claudia Favero.

La historia desgarradora de Alejandra. Durante casi diez años no supo nada sobre su hermana. Sin embargo, en el Juicio de las Juntas, hubo testigos que declararon haber compartido cautiverio con Mónica en Arana y en Comisaría Quinta: “Ellos recordaban que era una niña de entre 12 y 13 años, que fue muy torturada y violada”. También, por una testigo, se supo que Mónica escribió en una pared donde estaba retenida: “Acá hay que aguantar lo inaguantable”. Una nena de 14 años que todavía era una preadolescente sufrió hechos de violencia y maltrato inexplicables.

El testimonio de Alejandra se contrapone con el expuesto por José Saravia Day en la jornada número tres. Al ser la oportunidad para que los acusados den su versión y se defiendan de las imputaciones, solo Saravia Day hizo uso de su palabra. Citó al libro de Nunca Más donde se habla de una casa de brujas y el imputado expresó: “En estos momentos siento que sufro una caza de brujas demencialmente generalizada y estoy siendo ensuciado por una incriminación global e injusta. Todos los militares hoy son vistos como represores”. Sin embargo, luego de declararse inocente, utilizó una estrategia distinta donde se diferenció del genocidio sin negarlo: “La metodología por las FF.AA. para afrontar la violencia de los setenta con las inhumanas torturas y desapariciones siempre me parecieron repugnantes e inaceptables”.

En relación al rol del Estado en materia de derechos humanos, Alejandra Santucho, declaró: “El Estado tiene que estar para defendernos, protegernos, procurar la reparación y la justicia. Y que hoy algunos estamentos del Estado que llegaron al poder por la democracia y que pidan impunidad para los genocidas para nosotros es devastador”.

Además, la abogada de Abuelas, Colleen agregó: “Si el gobierno de turno no tiene políticas públicas que impliquen la reparación en el marco de políticas de memoria, verdad y justicia puede acarrear responsabilidades internacionales del Estado. Pero esto no es efectivo como uno creería que debiera ser y en lo inmediato con los familiares no tiene ningún tipo de trascendencia, ya que si bien el Estado es condenado internacionalmente eso no va a reparar el daño causado por un Gobierno con un discurso negacionista. Es parte también de continuar la lucha que se da en estos contextos, la continuidad de los juicios y que los familiares puedan declarar es forma de darle batalla a ese discurso negacionista”.

En la cuarta jornada, también declaró la sobreviviente Claudia Favero. Describió su secuestro junto a su hermano Luis: “El 12 de febrero de 1977 un grupo de hombres irrumpió en mi casa buscando a mi hermano Daniel, militante de la Juventud Universitaria Peronista. Nos llevaron a mi hermano y a mí e inmediatamente somos sometidos a torturas, con una especie de cachiporra que nos golpeaba en todo el cuerpo y también nos ahogaban hasta que no podíamos más. Pero de todas formas no sabíamos donde vivía Daniel, es una pesadilla decir que no sabes o simplemente decís la verdad y que no te crean. Estábamos primero en la Brigada de Investigaciones y luego nos trasladaron al Destacamento de Arana. Después nos llevaron a la Comisaría 5ª. No nos torturaron ahí, simplemente estuvimos unos días más, pero finalmente nos liberaron en el Parque San Martín, a unas cuadras de casa”. Años más tarde, la familia se enteró que el 23 de junio secuestraron a Daniel Favero junto a su compañera Paula Álvarez. Para finalizar la declaración, agregó: “El recuerdo más doloroso no es lo que me pasó a mí, porque yo estoy viva y estoy acá contándolo. Ellos me hicieron sobreviviente porque decidían quienes vivían y quienes morían. A mí no me gusta decir que soy sobreviviente, a mí me gusta decir que soy testimoniante. Es nuestro deber para los que no están”.

Hasta el 5 de septiembre hay un cuarto intermedio donde se continuará el debate y notificarán la nómina de personas que serán testigos. Finalmente, Torre concluye: “Es esperar que puedan hacerlo de la mejor manera posible y reitero que puede ser reparador en un punto y más en este contexto. La expectativa siempre es tener la esperanza de que surge algún dato que pueda servir para esclarecer algunos datos que aún siguen ocultos”.