A 30 años de la última reforma constitucional, tres de sus convencionales -Jesús Rodríguez, María Cristina Guzmán y Rodolfo Barra-, disertaron acerca de sus principales cambios y coincidieron en ponderar la capacidad para alcanzar acuerdos de entonces y la falta de representación política en la actualidad.
“La reforma constitucional fue el ejemplo sublime de lo que puede lograr la democracia en la construcción de acuerdos”, expresó Jesús Rodríguez, exlegislador y funcionario radical, en el marco de la charla organizada por la Fundación Éforo, en la que también participaron la exdiputada nacional por el Movimiento Popular Jujeño María Cristina Guzmán y el exministro de la Corte Suprema de Justicia y actualmente designado por el gobierno libertario como procurador del Tesoro de la Nación, Rodolfo Barra. Los disertantes reflexionaron sobre diferentes tópicos acerca de la representación política, las políticas públicas y el rol de las instituciones, y compartieron el mismo diagnóstico en relación al contexto que rodeó este hito histórico, del que se cumplen 30 años: según los oradores, hoy es impensable que algo así se produzca. Aquello fue posible en aquel momento, argumentaron, debido a la capacidad de diálogo entre diferentes partidos e ideologías, el debate y la reflexión que cimentaron la base para la constitución de alianzas y acuerdos que consolidan el orden democrático.
En cuanto a los principales ejes de la reforma, resultaron de suma importancia el cambio en la jerarquía constitucional que adquirieron los tratados internacionales a los que el país suscribe y la normativa que dictaminó que cada provincia dispone de sus recursos naturales de forma independiente. Por otro lado, también primaron los cambios en las reglamentaciones electorales: el tiempo del mandato presidencial se acortó de seis a cuatro años, se permitió una reelección y se estableció la instancia del balotaje. Además se creó la Auditoría General de la Nación, se estipularon derechos al consumidor y al ambiente sano, se propició la figura del defensor del pueblo y se convalidó la independencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, entre otras modificaciones.
Guzmán, oriunda de Jujuy, reflexionó acerca de lo que significó para el federalismo uno de los ejes centrales de esta reforma, que fue aprobada por unanimidad: la disposición acerca de la independencia de las provincias para disponer sobre los recursos naturales: “No hay federalismo político sin federalismo económico”, advirtió.
Este hito constitucional, para Jesús Rodríguez, fue producto de un momento donde no primaban las anteriores dicotomías entre partidos políticos ni la fragmentación política actual, sino que se constituyó un bipartidismo que mediante el acuerdo y el debate logró aprobar la reforma de la Constitución Nacional, de la que se cumplirán 30 años el próximo 22 de agosto. Más allá de la ponderación del dirigente, la reforma también tuvo en aquel momento sus reparos, porque el acuerdo también fue tildado como oportunista: por un lado reposicionó al expresidente Raúl Alfonsín, tras su salida anticipada del gobierno a causa de la hiperinflación, y por otro allanó el camino para que Carlos Menem fuera reelecto. El acuerdo tuvo su origen en una reunión entre ambos: lo que se llamó “El Pacto de Olivos”.
“Ahora se hace política con la anti política”, declaró Rodríguez en diálogo con ANCCOM; el exlegislador de la UCR reflexionó acerca del quiebre institucional que se produce en la falta de representatividad: “Lo que se produce es una profundización del retroceso y el atraso”, detalló en referencia al creciente desencanto de la población por su clase política.
Carla Pitiot, vicepresidenta de la fundación Éforo, exdiputada nacional y trabajadora de la Auditoría General de la Nación, señaló en diálogo con ANCCOM: “Lo que se ha alejado de la gente es justamente el pensar de los dirigentes”, dijo haciendo hincapié en la ruptura que existe en el vínculo de la política con el ciudadano. “Creo hay una dirigencia que no está aggiornada a los tiempos, que no está respondiendo a las demandas sociales, que no está entendido a la sociedad en este momento”, sintetizó Pitiot. A su vez, amplió que la fractura tiene que ver con las barreras de conexión que se resquebrajan, en donde, por ejemplo, la implementación de políticas públicas queda desarticulada y desentonada de la realidad.
Por su parte, Rodolfo Barra, exmiembro de la llamada “mayoría automática” de la Corte Suprema de Justicia, acusada de fallar permanentemente a favor del gobierno de Menem durante los 90, resaltó como un ejemplo fuera de serie la reforma, debido a que en tiempo récord logró sancionarse por unanimidad, dijo, gracias a los mecanismos de participación ciudadana, conformación de asambleas y al diálogo político entre los diferentes frentes. En ese sentido, contrastó el proceso con los intentos fallidos en países vecinos y aludió puntualmente al reciente caso de Chile, que en dos oportunidades tuvo que dar marcha atrás con su proyecto de reforma.
Sobre el final Guzmán reflexionó acerca de cómo hacerle frente al panorama actual y diagnosticó que es necesaria una dirigencia que merezca serlo y que la ciudadanía debe exigirlo. Hizo énfasis en la siguiente frase apostando por no permanecer impasibles: “La moral de un pueblo no es más que la moral ampliada de sus gobernantes”