Por Tais Grimberg
Fotografía: Daniela Hernández

El Museo Ferroviario, conducido por los miembros del Centro de Preservación Lynch del Ferroclub, abre las puertas todos los sábados, para dar a conocer la historia y el presente de los trenes y reivindicar su función social.

Todos los sábados a las 16 a partir del 10 de agosto y, en vacaciones de invierno, el domingo 28 de julio de 10 a 17-, el Centro de Preservación (CDP) Lynch del Ferroclub Argentino realiza visitas guiadas en su Museo Ferroviario, que preserva, exhibe y pone en marcha ejemplares de trenes históricos, entre los que se encuentra la locomotora más antigua en funcionamiento de Lationamérica. Además, se exhiben objetos relacionados con la historia ferroviaria, como señales, faroles, uniformes y boletos. Las entradas generales cuestan $1500; para jubilados y menores de 12 años $1000 y son gratuitas para menores de 5 años.

Al lado de la estación Villa Lynch del Ramal Urquiza se presenta otra estación de tren muy diferente. Un viejo edificio de paredes amarillas recibe a los pasajeros, que compran sus boletos a otro viaje, a través de una ventanilla, el tren que tomarán es negro y tiene una locomotora cilíndrica, diseñada para ser impulsada mediante vapor. Se trata del Museo Ferroviario del CDP Lynch del Ferroclub Argentino, cuya labor es mostrarle a sus visitantes cómo se viajaba en el pasado.

“La gente mayor viene con cierta cuota de nostalgia, porque en algún momento viajó en ese mismo tren o en uno similar, o se acuerda que iba a visitar a sus parientes en otra provincia”, dice Bruno Galafassi, socio y voluntario del Ferroclub. “Antes solamente tenías el tren, entonces es la gran cuota de nostalgia me parece que es lo que más mueve a la gente. Y a los más chicos les llama la atención”.

El recorrido empieza dentro de la estación, donde se preservan los objetos que hacían posible el servicio del ferrocarril; señales de diferentes tipos, faroles, una imprenta para los boletos, carnets para pasajeros de primera clase, uniformes, silbatos y teléfonos, entre otros. Todo con el acompañamiento de los guías, quienes explican, contextualizan y responden cualquier pregunta que el público pueda tener.

Luego, los guías llevan a los visitantes a la parte exterior del predio, donde se encuentran diferentes ejemplares de los últimos 140 años de historia ferroviaria argentina. Allí pueden no solo ver los diferentes trenes y vagones, sino también adentrarse en algunos de ellos, como es el caso de las formaciones del histórico tren de larga distancia “El gran capitán”, que incluía un coche comedor y un coche dormitorio.

Otra particularidad de la visita a estas unidades es el hecho de que sus luces y ventiladores aún funcionan, ya que una de las labores de los voluntarios el Ferroclub es mantener estos trenes en funcionamiento. No solo eso, si no que, en ciertas oportunidades, han logrado que estos trenes vuelvan a recorrer las vías: “Nosotros hemos viajado para la Noche de los Museos, viajamos hasta Lacroze. Es poquito tramo, pero poder viajar en vía principal con estos coches es algo único, es histórico. Tuve varias veces la oportunidad de viajar en la locomotora a vapor prendida y eso es una experiencia muy, muy hermosa. Sentir cómo se mueve, el ruido del vapor. Vos estás en la locomotora, abrís la tapa y ves el fuego”, cuenta Galafassi.

El Ferroclub fue fundado en 1972, lo que lo convirtió en una institución pionera en la restauración y preservación de material ferroviario. A través de los años, el CDP Lynch ha recibido una gran cantidad de histórico material ferroviario rescatado del vandalismo para que sea restaurado. De esta forma, el CDP también se convirtió en un punto de referencia en esta labor: “Tenemos un vasto archivo físico: libros, revistas, biblioteca. Y nos piden ayuda, nos preguntan: ´Esta locomotora, ¿de qué color estaba pintada? ¿Cómo se pinta esto?” Un ejemplo es la locomotora que está en la plaza de Caseros, frente a la Municipalidad, que la restauró con supervisión nuestra”, explica Galafassi.

Sin embargo, el Ferroclub también es una asociación civil sin fines de lucro, llevada adelante por trabajadores motivados por su pasión por los trenes y la historia ferroviaria: “Tenemos una mezcla de muchas profesiones. Yo, por ejemplo, no soy ferroviario, soy herrero. Tenemos otro socio que tiene su tornería. También hay algunos socios que son ferroviarios. Hay un chico que está por recibirse abogado, o sea nada que ver”, cuenta Galafassi, y agrega: “Lo que tenemos es una pasión por todo lo que sea el sistema de ferrocarriles y el tren en sí”.

Otro de los guías del Ferroclub, Matías Marsicano, cuenta que el Ferroclub solía correr un tren a vapor regularmente hasta 2001, año en el que la crisis socioeconómica los obligó a realizar esta actividad esporádicamente, hasta que se detuvo en 2013. Marsicano recuerda también que “ese mismo tren a vapor que corríamos dejó principalmente de correr porque dejó de funcionar el denominado “El Gran Capitán” que unía a Lacroze con Posadas”.

Además, Marsicano habla sobre la perspectiva errónea que se ha tenido sobre el tren: “Desde los ‘90 hasta la actualidad miradas localistas vieron al ferrocarril como un obstáculo, que dividía ciudades cuando en realidad lo que hacía es unirlas con el resto del país”. Galafassi también se expresa sobre esto: “El tren es y fue artífice de creación de pueblos, de mejora de ciudades. Vio nacer ciudades, llevó el progreso a otras, consolidó otras ciudades y en cierto punto lo sigue haciendo. Le da de comer a muchos pueblos. Lamentablemente, porque la retracción que tuvo el ferrocarril con los últimos años fue tremenda”.

“Básicamente es por amor a eso, por amor a todo lo que el ferrocarril pudo crear con su simple servicio, porque es solamente mover pasajeros o carga de un lado a otro, y todo lo que fue creando a su alrededor me parece que es digno de hacer el esfuerzo por mantenerlo”, concluye Galafassi.