Volvió al aire el programa de televisión centrado en los cuerpos gordos que parecía del pasado. ¿Es el peso y la forma corporal el mejor indicador de salud? ¿Se volvió a legitimar la crueldad? ¿Solo las personas delgadas pueden ser felices?
Hace casi un mes volvió a transmitirse en la televisión “Cuestión de Peso”, el autoproclamado “programa más saludable de la televisión argentina”; su primera edición fue en el año 2006. La propuesta se caracteriza por las escenas en donde los participantes se enfrentan a una balanza y, con música de suspenso, se revela si lograron llegar al objetivo: perder unos kilos.
Parecería que entre tantas plataformas, canales de stream y otras opciones, la televisión debería competir con nuevas fórmulas para recuperar la relevancia que supo tener. Sin embargo, este reality y otros volvieron a transmitirse en los últimos años: Gran Hermano, Masterchef y ahora Cuestión de Peso. El programa no se emitía desde hace cuatro años en cable y siete en televisión abierta. Que ahora vuelva y en su primera semana al aire alcance un promedio de 5.1 puntos de rating invita a hacerse preguntas: ¿Por qué en este momento? ¿La sociedad no había cambiado de intereses? ¿Qué hay detrás de esto?
El periodista Agustin Rey explicó a ANCCOM que “el fenómeno realitys explotó en Argentina en el 2001. Si bien el primero se hizo en el 2000 (Expedición Robinson), es algo que viene con la crisis. Recuerdo que las chicas de Bandana siempre remarcan que el grupo surge en uno de los años más caóticos para el país, pero que la gente necesitó volcarse a otra cosa para que los salve. En su caso fue la música”. Para el especialista, Gran Hermano o Cuestión de Peso son “un reflejo de la sociedad, aunque muchos no se quieran hacer cargo. Furia de Gran Hermano en otra temporada hubiese durado dos galas, pero actualmente la violencia está naturalizada tanto en la vida como en la política y la televisión”.
“Veníamos de una temporada de Cuestión de Peso en que la tuvieron que bajar porque prácticamente no tenía rating. Pasamos de una sociedad, que decía ´Yo ya no miro esto porque no me interesa y no estoy de acuerdo´ a volver con todo como si fuera una gran novedad”, cuenta a ANCCOM Brenda Mato, activista por la diversidad corporal y miembra del Colectivo Gordes Activistas de Argentina. Y agrega: “Nos habla de que como sociedad estamos retomando discusiones que parecían saldadas en un montón de aspectos y sobre todo en materia de derechos. La vuelta de Cuestión de peso marca un termómetro social: estamos volviendo a tener un montón de conversaciones que ya habíamos saldado”.
La salud
“Es el programa de siempre, el Cuestión de peso de siempre, porque el propósito es el mismo: tender un puente a la buena salud”, afirmó Mario Massaccesi, el alto y delgado conductor del programa, en el primer capítulo de esta temporada. El conductor es acompañado por el doctor Alberto Cormillot, quien participa desde su primera emisión en 2006.
El primer programa de esta temporada arranca fuerte: «La obesidad es una epidemia global y el futuro es aún más alarmante. El 13% de las personas con obesidad en el mundo son argentinas».
El objetivo es detener este flagelo balanza en mano, empezando por los diez participantes de esta temporada. Cada uno de ellos llega al estudio, cuenta su nombre, su peso corporal y su historia. Tras presentarse, lo recibe el equipo de profesionales de la salud formado por el clan de Cormillot: su hijo, su esposa y su nieta. Son ellos quienes le plantean el objetivo que puede reducirse a un número: la cantidad de peso que deben bajar.
Brenda Mato señala un primer problema: “Al hablar de salud utilizan el único indicador que no habla de salud” y explica que la medicina que se corre del discurso médico hegemónico sostiene que el peso en sí mismo no es necesariamente indicador de salud, ya que este depende de muchos factores. Entonces se pregunta, “Si ellos hablan tanto de la salud, ¿por qué no premian cuando se modifican otras conductas o métricas que sí son indicadoras de eso?”.
Según la OMS, la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. En este sentido, cuenta la nutricionista Irene Schvartzman: “Si quiero evaluar tu estado de salud, puedo preguntarte si tenés análisis de sangre hechos en el último tiempo, cómo es tu alimentación en general, tu relación con la actividad física, si fumás, si tomás alcohol. Fijate la cantidad de preguntas qué podría hacerte. Todas van a estar interrelacionadas entre sí para ver si hay algo que yo pueda hacer para que vos tengas más salud: no tiene nada que ver una balanza”. Y reflexiona: “Mientras nos parezca que el cuerpo delgado es el cuerpo sano, vamos a normalizar programas como Cuestión de peso”.
Desde la perspectiva de Rey, “Cuestión de peso se supo amoldar a la época, quitando pruebas que hoy serían irreproducibles” y explica que “ya no se ríen de lo que se reían antes, no ponen a los participantes en el juego tirándose en una pileta. Por suerte algo cambió”.
Para Mato en esta edición “han tomado parte del discurso activista para después volver a ejercer violencia” y agrega que “es esta dicotomía de que estamos avanzando pero a la vez siempre ellos van a tener la razón”.
La industria de la dieta
La Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sostiene que Argentina es el segundo país con más presencia de trastornos de la conducta alimentaria, que afecta un 29% de la población. El 40% de los casos tiene que ver con la genética y un 60% con cuestiones sociales. Las cifras alertan sobre la necesidad de atender a la salud de una forma responsable y completa, no reducida a una sola cifra.
«Hay mucha plata detrás de una industria que se encarga de decirte que todo lo que sos y lo que hacés está mal y que ellos tienen la solución a todo eso», explica Mato. «Esa es la trampa. Es lo que a ellos les conviene para ganar dinero. Cormillot no solo tiene su programa, también tiene su clínica y su línea de productos light y ultra procesados; esas cosas uno sabe que son las peores.”
Schvartzman coincide: «La industria de las dietas es tremendamente rentable. Es una de las que más plata mueve en el mundo: suplementos, medicamentos, liposucción, cirugías de papada, dietas de todo tipo, actividades físicas. He llegado a ver un tipo de actividad física que era con electrodos en el cuerpo que aumentan el riesgo de deshidratación y problemas renales. Pero bueno, se pierde peso corporal más rápidamente. ¿Qué tiene todo esto de saludable? Para mí, nada».
Como explica la nutricionista, la familia de los Cormillot creó un imperio a partir de la cultura de las dietas: «De hecho, en el programa está toda la familia. Se arma un circo que vende. Es el reflejo de una sociedad resultadista, que busca un número menor y utiliza como indicador un cálculo matemático. Y si no funciona va a buscar otro tipo de intervenciones más drásticas o más violentas que pueda cumplir con el mismo objetivo. Una cirugía bariátrica, por ejemplo, se aplica en personas que tienen órganos sanos. Hay personas que ni siquiera tienen patologías, se hacen una intervención quirúrgica y terminan con consecuencias negativas para la salud mental y física. Pero tal vez, logran una delgadez que nunca lograron, pero está demostrado que las intervenciones al cuerpo en un largo plazo no se sostienen porque se pierde peso corporal al principio y luego se recupera».
“A mí y a muchas personas que hemos crecido con ese programa, nos ha cagado la cabeza”, sostiene Mato y critica una industria de la dieta que hizo furor en los años 90 con nutricionistas famosos como el mismo Cormillot, Ravena y muchos más: «Salían en tapas de revistas y te pasaban las dietas». Mato reconoce también que «si bien hoy puntualmente le pegamos a Cuestión de peso porque está en el aire, no es el único responsable de todo esto. Lo que nos pasa hoy es que queda anacrónico. Si uno pone el contexto en dónde salió Cuestión de Peso, estaba recontra avalado. Era parte de lo que queríamos. Y parte de lo que hoy somos conscientes que no queremos volver a ser”.
Para Rey, “La sociedad va cambiando porque nosotros vamos cambiando en nuestras individualidades. Nadie mira Gran Hermano pero después hace 30 puntos de rating. Es como cuando decían «nadie mira a Tinelli» o «nadie votó a Menem». Ahora por suerte hay un poco más de hacerse cargo que para la distracción no hay programas más y menos cool. Es televisión, entretenimiento, no tienen por qué educar, para eso está la familia y el colegio”, resume polémico.
Espectacularización de los cuerpos
Schvartzman es consciente del rol que tienen los cuerpos en nuestra cultura: “Cuestión de peso es un reality; como tal busca generar audiencia. Con la ridiculización del cuerpo busca que la gente hable. Hay una espectacularización del cuerpo gordo, como si todos los causantes de los males de los participantes fuera el cuerpo gordo. Si ves la historia de los participantes y escuchás la historia de cada quien, lo único que tiene para decir es que el cuerpo gordo es lo que los llevó a fracasar como persona en la vida. Y es la causa de todos sus sufrimientos y cuán distinta sería su vida si pudieran tener un cuerpo delgado”.
“Cuando se habla de todo esto, lo primero que te dicen es: ´Vos le estás diciendo a la gente que no se preocupe por la salud´. No: yo lo que le estoy diciendo a la gente, es que como son están bien. Y que no tienen que cambiar absolutamente nada si no quieren. Pueden reclamar su propia autonomía. A diferencia de toda esta gente que todo el tiempo nos dice lo que tenemos que hacer, lo que desde el activismo le queremos decir a la gente es todo lo contrario: que nadie puede venir a decirles lo que tiene que hacer. Que ellos tienen la total autonomía y potestad de decidir sobre sí mismos”.