Por Clara Belfiore
Fotografía: Azul Andrade

A 22 años del asesinato de los militantes populares se realizó un festival y una vigilia en la estación que lleva sus nombres. También hubo un recordatorio en el Puente Pueyrredón, el mismo que hace más de dos décadas cortaron las organizaciones sociales con reclamos similares a los que realizan hoy.

 

A 22 años de la masacre de Avellaneda, familiares y compañeros de los militantes sociales asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki realizaron una jornada cultural y conmemorativa para continuar pidiendo justicia y terminar con la impunidad del poder político responsable de aquella operación represiva.

De la jornada participaron el Frente Popular Darío Santillán, el Frente de Organizaciones en Lucha, el Frente de Izquierda, el Tercer Malón de Jujuy, organizaciones feministas, sociales, antirrepresivas, de artistas y de derechos humanos. La conmemoración se realizó en la estación de tren Darío Santillán y Maximiliano Kosteki el martes 25 de junio desde las 16. Hubo debates sobre el gatillo fácil a nivel nacional, una asamblea transfeminista, debates y espacios para compartir historias de lucha, exposiciones fotográficas, una feria de libros, fanzines y afiches hechos en serigrafía, una olla popular, grafitis y distintas intervenciones artísticas. En un escenario tocaron las bandas La Delio Valdez y Duratierra y diversos medios sociales transmitieron en vivo toda la movilización.

A las 19, la jornada culminó en un acto con las palabras de los familiares de los jóvenes asesinados en 2022 en el Puente de Avellaneda. Alberto Santillán, padre de Darío, expresó emocionado: “Al loco se lo extraña. He aprendido que es una gran mentira lo que dicen que el tiempo cura todo. Cuanto más pasa el tiempo es más grande la ausencia del hijo, pero cuánto más pasa el tiempo más estoy orgulloso de ser el papá de Darío”.

La estación

El 26 de junio de 2002 el Movimiento de Trabajadores Desocupados en el que se encontraban Maximiliano Kosteki y Darío Santillán y otras organizaciones sociales, realizaron una movilización en el Puente de Avellaneda donde fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad que incluyó a la Policía Federal, la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Gendarmería Nacional y Prefectura Naval. La represión policial dejó 80 personas heridas y 30 de ellos con balas de plomo. Dentro de la Estación Avellaneda, los policías asesinaron a Darío Santillán por la espalda mientras socorría a Maximiliano Kosteki, víctima de un disparo policial con bala de plomo que había recibido durante la protesta y resultó mortal.

A partir de ese momento, las fuerzas policiales trataron de encubrir el hecho, montando una escena falsa, modificando las evidencias y moviendo los cuerpos. A la vez, crearon una narrativa oficial de que los jóvenes habían sido víctimas de una pelea entre organizaciones piqueteras, una pelea entre pobres. En complicidad con el poder mediático, el diario Clarín tituló el hecho con el siguiente tituló “La crisis causó dos nuevas muertes”, un discurso que se mantuvo durante poco más de un día, hasta que se revelaron las secuencias fotográficas de los fotógrafos gráficos Pepe Mateos y Sergio Kowalewski, donde queda en evidencia el fusilamiento de Darío Santillán y el encubrimiento del hecho por parte de las fuerzas policiales. El comisario bonaerense a cargo del operativo fue Alfredo Fanchiotti y su asistente, el cabo Alejandro Acosta, hoy están condenados a prisión perpetua y efectiva desde el año 2006.

Patricio Seco de la organización Familiares y Compañeros de Darío y Maxi creada hace un año y organizador del evento, en diálogo con ANCCOM, contó: “Estamos conmemorando la masacre de Avellaneda donde actuaron fuerzas nacionales, fuerzas provinciales de diferente orden para llevar a cabo todo ese operativo y lo que fue un plan organizado para matar a Darío”. Actualmente, el aparato represivo policial que criminaliza la protesta, el encubrimiento y la impunidad están más presente en el contexto actual: “Se sabe que lo tenían fichado, que había espionaje sobre él y eso tiene una correlación con lo que estamos viendo actualmente en el accionar conjunto de las fuerzas”. Y concluyó: “Hoy lo que se busca es perseguir a quien se organiza”.

Actualmente la estación fue recuperada por los familiares y las organizaciones sociales y renombrada en memoria de los jóvenes. En las paredes se elevan los murales y grafitis con las caras inmortalizadas de Santillán y Kosteki, sus vidas y sus historias de lucha. Se puede leer “Administradores de la muerte y la pobreza. Justicia popular ya” acompañado por las caras de Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Alfredo Atanasof y Aníbal Fernández. En el pasillo de la estación, un grafitero pinta los nombres de Darío y Maxi. Otros artistas en la estación pegan afiches. Algunos dicen: “Vivimos en las ruinas del capitalismo” y “La lucha en las calles es un poema colectivo”.

Entrando en la estación hay una imagen de Nora Cortiñas -madre de Plaza de Mayo recientemente fallecida- donde la gente pasa, agradece su lucha y dedica palabras. En el patio de la estación donde se llevó a cabo una asamblea transfeminista se pueden observar las fotos de Diana Sacayán y la brasileña Marielle Franco, ambas activistas víctimas del transfemicidio. Hay banderas e imágenes desparramadas por el suelo entre las que se lee: “Pañuelos en Rebeldía” y “Frente popular Darío Santillán”. Frente a la asamblea se realizan impresiones con serigrafía que dicen “Darío Santillán y Maxi Kosteki semillas de nuestra lucha”. Sobre un hilo, cuelgan las fotografías de los distintos momentos de la protesta durante el tratamiento de la Ley Bases desde su inicio. Simultáneamente, ocurría el panel de charla y debate sobre la criminalización y escalada represiva, en la que se compartieron las historias de vida jóvenes víctimas de gatillo fácil en todas las provincias de Argentina y la constante represión y amedrentamiento que sufren las comunidades originarias e indígenas por parte de las fuerzas represivas. “No queremos hacer sacrificios para que unos pocos se enriquezcan”, manifestó una representante del Tercer Malón. En el espacio donde se realizaba la charla estaban presentes las imágenes de Tehuel de la Torre, Santiago Maldonado, Robinson Gatica, Jorge Julio López, Rafael Nahuel, entre otras personas que fueron víctimas de las fuerzas de seguridad.

También se conversó sobre las condiciones de vida actuales, el hambre y el empobrecimiento: “Queremos vivir, no sobrevivir”, expresó una de las expositoras del panel. En la asamblea transfeminista una de las intervenciones contó: “Quienes nacimos en los años noventa y empezamos a militar durante el kirchnerismo retomamos la enseñanza de las compañeras del Puente de Avellaneda” y siguió diciendo que seguir pensando otro mundo es posible y necesario. Además, expresaron que “la vida sería hermosa si fuese digna”.

Pasando la estación, en la calle se expandía una feria de libros, fanzines, afiches y carritos de comida. La música estuvo siempre presente con canciones de La Vela Puerca, Sara Hebe y del mundo del folclore. También pasaron por el escenario Duratierra y La Delio Valdez. Hacia el final de la calle, familiares y compañeros de Darío Santillán y Maxi Kosteki, realizaban una olla popular.

La alegría de la lucha

Terminando la jornada, fue el turno de los familiares. El padre de Darío Santillán, Alberto, agradeció el acompañamiento de todos los presentes: “Qué bueno apoyarse en los que uno ama, qué bueno apoyarse en la familia, pero qué bueno también, apoyarnos en todos ustedes. Ustedes no permiten que Darío y Maxi se caigan y si ustedes no permiten que Darío y Maxi se caigan, tampoco permiten que nosotros como familiares de Darío nos caigamos”.

Leo Santillán, hermano de Darío Santillán, Manifestó que no pueden acostumbrarse a que los responsables que han vuelto a tener puestos políticos sin costo alguno se mantengan impunes, porque de esa manera las masacres se repiten como con el asesinato de Carlos Fuentealba, de Mariano Ferreyra y la desaparición de Santiago Maldonado. En este sentido, dijo: “Nos quieren meter miedo. Acusaron a treinta compañeros de terrorismo, de sedición, tan parecido a aquel discurso que enarbolaron aquel día 26 de junio para justificar la represión, pero también para avanzar con una cacería de brujas que no se pudo dar por el enorme repudio popular y porque aparecieron las fotos que mostraban cómo fusilaron a Darío cuando socorría a Maxi, en esta estación que hoy lleva el nombre de Darío y Maxi”.

En sintonía, el padre de Santillán señaló que hoy se observa la misma metodología de estigmatización y criminalización de la protesta, implementada por el fiscal Carlos Stornelli quien justificó las detenciones arbitrarias durante el tratamiento de la Ley Bases en el Senado, diciendo “son 33 piqueteros”. Continuó preguntando: “¿Cuántos compañeros y compañeras han pasado por las balas del Estado?”.

Santillán recordó: “Cómo no señalar eso que señalaba mí hijo de la alegría de la lucha. Nos van a arrancar varias cosas pero jamás nos van a arrancar la alegría de la lucha”.

La memoria de Darío y Maxi

En diálogo con ANCCOM, Miryam Bregman, exdiputada del Frente de Izquierda asistió a la convocatoria y expresó respecto a la memoria de Santillán y Kosteki: “Creo que siempre van a estar presentes. Por eso, creo que a pesar de tantos años uno dice Darío y Maxi y todo el mundo sabe de lo que estamos hablando. Nunca vamos a permitir que se olviden de ellos” y finalizó: “Como dijo Rodolfo Walsh, las clases dominantes siempre han procurado que los trabajadores no tengan historia. Los trabajadores ocupados y desocupados en nuestro país tienen historia y Darío y Maxi son parte de esa historia”.

Por su parte, Darío “Chochito” del Frente Popular Darío Santillán, fue compañero de los dos jóvenes y contó que una de las maneras de mantener viva la memoria de Darío y Maxi es “seguir alimentando esa llamita y seguir compartiendo la experiencia de lucha que nos han dejado todo este tiempo. Seguir el camino de justicia hasta que los responsables políticos estén detrás de las rejas. Seguir militando solidaridad y compañerismo, que hay que estar en las barriadas y que la lucha se hace en la calle”.

El Puente Pueyrredón

Las organizaciones sociales y de derechos humanos acompañaron a los familiares y compañeros de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki hasta el inicio del Puente Pueyrredón, cortando momentáneamente la calle Hipólito Yrigoyen para rendirles homenaje. Los carteles de la movilización decían: “Libertad a los presos por luchar” y siguen avanzando entre cantos. Un cordón de la policía federal que va de una vereda a la otra cortando la calle, los estaba esperando al pie del puente para impedirles el paso. Los manifestantes decidieron evitar los enfrentamientos por parte de la policía y continuar con el acto sobre la misma calle.

“Es lindo ver a una juventud y que muchos de ellos tendrán la edad de Darío, y que también es una juventud que tiene consciencia y una juventud que también sabe la importancia de que nunca hay que dejar a un compañero solo, que siempre hay que ser solidario. Pero también hay otra juventud que está desterrada, que está destruida. Tenemos que ayudar a esa juventud que no siente que tiene un espacio, que tiene un lugar, que no tiene acceso a la educación, que no tiene acceso al trabajo, que no tiene acceso a nada. Considero que a esa juventud, hay que estar al lado de ellos también y darles un lugar de lucha”, manifestó Alberto Santillán durante el acto del mediodía.

A 22 años de la masacre de Avellaneda familiares y compañeros siguen pidiendo por una justicia verdadera, plena y popular. “Estoy orgulloso de ser padre de Darío y de la militancia que nos acompaña siempre, de las barriadas más humildes», expresó Aberto.

El 26 de junio de 2002, la protesta y movilización se hizo en reclamo de mejoras salariales, alimentos para los comedores populares y en solidaridad con la fábrica cooperativa recuperada de Zanon. A 22 años de la masacre, las luchas y debates continúan vigentes en el contexto de desabastecimiento de los comedores populares, el aumento de la pobreza e indigencia y la mayor desocupación, así como la imposición de un modelo económico neoliberal y extractivista que deja de lado las experiencias comunitarias y cooperativas, hoy bajo la forma de una Ley Bases que está a punto de votarse en la Cámara de Diputados.