Por Martín Covini
Fotografía: Prensa AFA

Estados Unidos oficia de anfitrión para la realización de la Copa América que ya se puso en marcha. A pesar de tratarse de un deporte alejado de su idiosincrasia, adopta al fútbol para no quedarse afuera de uno de los negocios globales más importantes de la actualidad.

El conjunto estadounidense no solo celebró ayer el triunfo en su debut ante Bolivia en la Copa América sino también su injerencia cada vez mayor en uno de los negocios más importantes del mundo. El torneo continental que se está llevando adelante no es el primer evento masivo que el país del norte realiza en materia futbolística: el Mundial de 1994, la Copa América Centenario de 2016 y los mundiales femeninos de 1999 y 2003 son los principales antecedentes. Dentro de dos años será sede de un nuevo mundial, aunque de forma conjunta con México y Canadá, mientras su liga crece en popularidad tanto dentro como fuera del país.

La cultura norteamericana, difícil de infiltrar con consumos externos ha permitido e incluso estimulado la avanzada del fútbol en su territorio. Pero, ¿a qué se debe? Todo indica que detrás del deporte, lo que sedujo es su gran negocio. El fenómeno del fútbol es demasiado grande para quedarse afuera de uno de los mercados más importantes del globo. EE.UU. adoptó o captó a esta disciplina para a su manera convertirla en otro de sus tantos consumos de masas.

América

En esta ocasión, el país del Tío Sam recibirá un torneo cuyo nombre refiere al continente y cuya tradición tiene orígenes en el Río de la Plata. La noción de “americanismo” ligada al gentilicio estadounidense en la mayor parte del planeta se pone en jaque. En este caso, la tradición sudamericana irrumpe en las grandes carteleras. En un campo ajeno a la tradición reinante en el resto del continente los norteamericanos tienen su propio fútbol, el que nosotros conocemos como “fútbol americano”, mientras que al fútbol del resto del globo lo llaman “soccer”.

Allí lidera los intereses el póker de deportes conformado por el fútbol americano, el béisbol, el básquet y el hockey sobre hielo. El fútbol ocupaba un lugar marginal, propio de algo que les es ajeno y cuyo fomento estaba casi exclusivamente ligado a la práctica entre mujeres.

Marcelinho Witteczeck, periodista y fotógrafo especializado en fútbol femenino, en diálogo con ANCCOM contó: “El fútbol femenino en Estados Unidos se desarrolló mucho porque desde niñas se lo enseña en las escuelas. Se dirigió a las mujeres para que no entren al mundo del fútbol americano y no compitan en ese rubro. Por eso las chicas allá tienen una formación espectacular”. En consonancia con esto afirma: “En Estados Unidos el fútbol era visto como un deporte de mujeres y de latinos, pero eso está cambiando, aunque sigue siendo más seguido el fútbol femenino. Históricamente es más convocante, sobretodo el seleccionado nacional, que genera más ingresos que el masculino”

 A pesar de esto Estados Unidos sabe que el gran negocio internacional gira en torno al fútbol de varones, al que ha decidido adoptar y metabolizar. La llegada de Lionel Messi al Inter Miami, club del ex futbolista y celebrity David Beckham, le ha dado a la liga local un espaldarazo importante.

Una historia de idas y vueltas

En los inicios del balompié, Estados Unidos fue un habitué de las citas internacionales. Su selección data de finales del siglo XIX, participó de Juegos Olímpicos e incluso del primer mundial de fútbol organizado en Uruguay en 1930, donde ocupó el tercer puesto. Sin embargo, el torneo se debilitó debido a los conflictos con la Asociación de Fútbol de los Estados Unidos y la FIFA, problemas de campeonatos internos, así como las consecuencias que dejó la Gran Depresión. En 1933 se disolvió el campeonato estadounidense.

Desde entonces el fútbol estadounidense tuvo altos y bajos, entre los que se destaca el año 1975 cuando el New York Cosmos, manejado por Steve Ross, presidente de Warner Communications, incorporó a la mayor estrella de la historia del fútbol mundial: Pelé.

Luego de varios traspiés, en 1988, Estados Unidos logró quedarse con la organización del mundial que se realizaría en 1994, sellando allí una fructífera alianza con FIFA en términos financieros. Este espaldarazo fue seguido de la consolidación de la MLS, la cual continuó el sistema de jugadores franquicia con la incorporación de figuras como Carlos Valderrama y la consolidación del primer ídolo local Landon Donovan. Más tarde vendrían Messi, Busquets, o Luis Suárez, pero eso ya es historia conocida.

“Cada país tiene su estilo. En USA es más show y espectáculo, trayendo estrellas como Messi aumenta el espectáculo. Acá cuando se hace un gol se prenden luces de todos colores, se tira humo, es muy distinto, pero también tiene su encanto”, afirma Adam Ozeri, ex futbolista y actual coach deportivo estadounidense.

“El estadounidense promedio cada vez va entendiendo más, aunque no en la medida de Sudamérica, donde cada uno tiene su equipo y entiende de táctica, etc. Pero igualmente está creciendo y el fútbol femenino también. De aquí a diez años el fútbol estadounidense va a ser otra cosa”, reflexiona Ozeri en relación al crecimiento del deporte en su país.

Para el periodista Witteczeck este crecimiento responde a motivos más oscuros: “El fútbol sirve para hacer propaganda, es un negocio estratégico, político y mediático. Lo ha utilizado Mussolini, Franco, Ceaușescu, las dictaduras latinoamericanas, etc. El poder que tiene el fútbol es impresionante”, afirma y agrega: “Estados Unidos busca tener el control del fútbol, lo cual tiene un poder impresionante en el dominio de las masas y la propaganda política”.

Más allá de las interpretaciones el crecimiento del fútbol estadounidense es innegable. Algo que se palpa en el rendimiento de la selección nacional la cual comenzó a clasificar a todos los campeonatos mundiales (solo se perdió uno de los últimos 9), trayendo aún más interés por el deporte.

Consumos diferentes

El paladar norteamericano no estaba acostumbrado a deportes como el fútbol. El aficionado promedio estadounidense está familiarizado con marcadores elevados y le resulta difícil concebir un 0 a 0. Por otro lado, los deportes tradicionales de los Estados Unidos tienen múltiples interrupciones y descansos en el juego dando lugar a que los aficionados coman hot dogs y tomen cerveza.

Adam Ozeri, ex futbolista profesional estadounidense, tuvo la suerte de jugar en ambos hemisferios del continente americano y en diálogo con ANCCOM comentó su experiencia: “La gente viene a los estadios a entretenerse y hay gente que directamente no ve el partido: va a sacar un par de fotos, comen, la pasan bien, lo cual tiene su encanto, pero es muy distinto a lo que pasa en Sudamérica”. Para Ozeri: “Es difícil comparar a los públicos. Vos ves partidos de Boca o Palmeiras y lo que hace la hinchada no se consigue en Estados Unidos, los partidos son más como espectáculos, más shows y no algo de vida o muerte”.

El deporte es la excusa para una serie de consumos laterales que al fin y al cabo se vuelven centrales para la “experiencia”. Algo diametralmente opuesto a como se vive el fútbol en las tierras donde más se practica y consume. Sin embargo, los estadounidenses han logrado consolidar un punto medio entre el show de deportes como la lucha libre y el fútbol americano, adaptándolo al soccer a través de la incorporación del factor “espectacular” por medio de la aparición de figuras reconocidas a nivel mundial disputando la liga.

 “A la Copa América se le presta atención, pero es difícil cubrir el territorio. Estados Unidos es muy grande. Hay ciudades en donde no se mira fútbol», dice Ozeri.

Consultado sobre el interés que genera la Copa América en su país, Ozeri responde: “A la Copa América se le presta atención, pero es difícil cubrir el territorio. Estados Unidos es muy grande y tiene mucha población. Hay ciudades en donde no se mira fútbol y otras que sí”.

El negocio

Desde la explosión del escándalo del FIFAGate, las nuevas autoridades del organismo han bregado por un saneamiento del fútbol. Sin embargo, la manipulación de este en pos de los negocios sigue más firme que nunca e incluso se ha institucionalizado durante la gestión de Gianni Infantino. Todo se cubre con el manto de piedad de una supuesta democratización del deporte que tiene como fondo la ampliación del negocio a través de la inclusión de cada vez más países en la organización y participación de las Copas del Mundo.

En relación a estas modificaciones, el periodista Ariel Scher cuenta: “Las modificaciones efectuadas a la estructura de las Copas del Mundo están íntimamente ligadas al mercado. La lógica del capitalismo es que todo es mercancía y el fútbol es concebido como un producto hiperglobal. La industria del show deportivo tiene esa dimensión, más allá de que existe lo nacional y el arraigo”. Y explica: “Más equipos participando implican más lazos directos de más personas y más posibilidades de vender productos a esas personas. El fútbol está ligado a fenómenos identitarios. Que tu equipo juegue aparece en ese territorio y desde ahí se explica la expansión de participantes en los mundiales”.

La elección de las sedes también termina atada a la cuestión económica. Así se eligen como sedes países sin tradición futbolística que a través de inversiones millonarias elevan la vara en términos infraestructurales e imposibilitan la organización del campeonato por parte de países de menor desarrollo. Incluso naciones del llamado Primer Mundo deben recurrir a presentar candidaturas múltiples para tener chances de acoger el evento.

Según Scher “El campo de la política y los negocios se entrecruzan constantemente. Son entrecruzamientos que responden a determinados modelos de deporte y de negocio. Las posibilidades de algunas cosas en el fútbol terminan ligadas a la acumulación de capital, aunque nada es posible sin los actores y las pasiones, son elementos que se entrecruzan para dar como resultado esta escala planetaria”.

Consultado acerca de cómo se traslucen estas operaciones en la organización de esta Copa América, Scher responde: “La Copa América es la competición de selecciones más antigua del mundo, la operación que hay es trabajar sobre esos viejos arraigos y potenciarlos a través de los dispositivos mediáticos y comerciales. El fútbol es multivalente, es de los pueblos, pero también de los grandes poderes económicos”. Scher pone la lupa sobre algunas nociones: “Además de pensar el rol de Estados Unidos habría que pensar el rol de ´lo nacional’ en este mundo. Hay una especie de globalización también en lo deportivo, habría que ver cómo se redefine lo nacional”.

Continuando la reflexión sobre lo nacional, haciendo referencia a las publicidades en torno a la Selección Argentina, Scher comenta: “Lo que es claro es que las corporaciones que enaltecen el patriotismo y nos invitan a lo nacional son en su mayoría multinacionales”.

En América los países de la región aún en condiciones de llevar adelante estos eventos son Brasil y Estados Unidos que han organizado cuatro de las últimas cinco Copa América. “Estados Unidos se ha vuelto el centro de la CONCACAF sacándole lugar a países como El Salvador, México o Guatemala que podrían llevar adelante una copa. Ahora van a organizar su segundo mundial en 30 años, disfrazados de América del Norte, pero Canadá y México están de adorno”, explica Witteczeck sobre la preponderancia de los Estados Unidos en su confederación.

Aunque el poder de USA no se limita al continente. Su presencia se volvió clave luego de los mundiales de 2010 y 2014, que no habían sido éxitos económicos para la FIFA que tuvo que poner obscenas sumas de dinero para viabilizar los faraónicos eventos que necesitaban de una impresionante inversión para mejorar la infraestructura deportiva. Con esto como antecedente Estados Unidos tenía todas las fichas puestas en la organización del mundial de 2022, sin embargo, cuando en el año 2010 este fue otorgado a Qatar, generó una indignación que dio lugar al inicio de la investigación del FBI sobre el proceso de elección.

En 2015 estallaría el mayor caso de corrupción en la historia del deporte. El FBI a través de leyes extraterritoriales y soplones logró sacar a la luz hechos de soborno, fraude y lavado de dinero. Con la desarticulación de la “vieja FIFA”, Estados Unidos comenzó a tener mucha más injerencia y poder en el mercado del fútbol. “El lazo de Estados Unidos con el fútbol parece más fuerte que nunca, algunas instituciones han jugado muy fuerte”, afirma Scher aunque señala que en una disputa tan lábil y volátil no se pueden hacer aseveraciones perdurables.

Para Witteczk, el volantazo que se pegó después del FIFAGate tuvo claros ganadores: “Fue a favor de Estados Unidos y de la OTAN. La FIFA de Infantino y la Conmebol de Domínguez se adaptan de acuerdo al poder. Ellos vetan a la selección de Rusia, pero cuando en la Eurocopa albaneses y croatas dicen ‘muerte a los serbios’ no pasa nada. La Copa América se inauguró con el discurso de un pastor evangélico, algo que va en contra de cualquier estatuto. No hay justicia, ellos se flexibilizan para obtener dinero y poder”.

Más allá de las victorias que acumule a lo largo de este campeonato continental, Estados Unidos en el fútbol viene ganando hace rato. La Copa América es una prueba piloto para el próximo mundial, el más ambicioso de todos los tiempos, organizado por tres países y con 46 equipos, un experimento que deja a las claras que lo que realmente les interesa a los popes del fútbol es explotar el negocio que genera la pelota. El verde del césped queda relegado ante el verde del dólar ya que, a fin de cuentas, gane quien gane el torneo, la FIFA y Estados Unidos están viviendo el sueño americano.