Por Juan Ressel
Fotografía: Rocío Prim

A un año de haber recuperado a su cuarto hijo, apropiado por el terrorismo de Estado, Julio Santucho repasa lo que significó encontrar a Daniel, reflexiona sobre la paternidad, la militancia y la necesidad de seguir apoyando la lucha de Abuelas para encontrar a los nietos y nietas que falta.

El año pasado, Julio Santucho recuperó a su hijo que había sido apropiado durante la última dictadura militar. De pasado activo en la militancia revolucionaria de los años 70, Julio fue dirigente del Partido Revolucionario de Trabajadores (PRT). En 1976 cuando estalló el golpe de Estado se encontraba cumpliendo funciones en Europa para el partido. Los militares secuestraron a su mujer, Cristina Navajas, que continúa desaparecida, con la quien tenía dos hijos y en ese momento estaba embarazada. Las posibilidades de que ese hijo viva eran pocas, pero nunca perdió la esperanza. En julio de 2023, después de muchas idas y vueltas, las pruebas de ADN confirmaron que Daniel Santucho es su hijo y pudo recuperar parte de su historia. “Alguien me dijo que era el padre del año, por la recuperación de Daniel, y sí, yo pienso en el año y en mi vida y estoy feliz y orgulloso de tener los hijos que tengo”, afirma en vísperas al día del padre.

¿Qué Significa este Día del Padre para usted?

Para mí no es el Día del Padre, es el Año del Padre. Así que lo vivo como uno más, es algo de todo el año para mí. Lo que sí puedo decir es que soy un padre muy feliz por los hijos que tengo y estoy orgulloso de que me reemplacen en la lucha y que me superen en la elección de las estrategias y los lenguajes de comunicación adecuados a los tiempos actuales. Miguel es un destacado militante de derechos humanos, miembro de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y Florencia es la directora del Festival Internacional de Cine Ambiental y Derechos Humanos. Y Dani, es un regalo de la vida, que abre una esperanza de que otros jóvenes resuelvan sus dudas sobre la identidad y recurran a Abuelas para verificar si fueron víctimas de la dictadura y privados de su identidad biológica, lo cual era uno de los aspectos del plan de genocidio implementado por la Dictadura.

¿Qué piensa de la paternidad y qué pensaba en su etapa militante?

 A nosotros se nos ha criticado, incluso nuestros hijos en un momento; por qué teníamos hijos en la situación en la que estábamos. Pero bueno, nosotros teníamos una idea compartida por todos los miembros de nuestra organización. Si bien, nosotros queríamos hacer una revolución y estábamos en una situación en la que corríamos riesgo, la idea era que teníamos que ser parte del pueblo y vivir como el pueblo. Además, nosotros con Cristina queríamos tener hijos, no es que había una obligación. Tuvimos a Camilo y a Miguel, Daniel digamos que fue inesperado porque se dio en ese momento en el que yo me estaba yendo a Europa por tres meses. Yo creo que nació porque Cristina tuvo la voluntad de tenerlo porque a pesar de que estuvo en un campo de concentración siendo torturada pudo tenerlo, y eso yo creo que es fuerza de voluntad. Ahora pienso que el mundo es má complicado, que la pobreza es cada vez más grande, sobre todo en nuestro país por eso si fuera joven quizás adoptaría un chico, pero esa es otra reflexión. Yo estoy muy feliz de los hijos que tengo todos son maravillosos, los admiro. Son mejores que yo. En ese sentido, soy un padre muy feliz.

Daniel -que recientemente restituyó su identidad- y Miguel Santucho, dos de los hijos de Julio.

¿Como fue el reencuentro con sus hijos después del secuestro de Cristina?

Apenas me enteré del secuestro de Cristina yo quise volver a buscarlos porque yo le había prometido que si le pasaba algo a ella yo me iba a hacer cargo de los chicos. Ella me lo pidió claramente, cuando yo me fui me acompañó a Retiro y me dijo: “Yo te voy a pedir algo, que si me llega a pasar algo, que los chicos no se queden ni con mi mamá ni con tu mamá, ni con otros amigos, te los tenés que llevar vos”. Entonces lo primero que hice fue decirles que me volvía a la Argentina a buscar a mis hijos, pero bueno me dijeron que yo no podía ir pero que me lo iban a resolver y mandaron a Susy, que era una Argentina que vivía en Italia hacía muchos años y no tenía ningún antecedente. Estuvo unos meses en Argentina tratando de convencer a mi suegra, al final lo logró y los trajo a Italia. Primero los chicos iban a París así que los recibí en el aeropuerto. Ahí nos reencontramos, tuve a Miguel que tenía año y medio en brazos y me arrodillé para hablar con Camilo que tenía tres años y medio y le dije que a la mamá se la habían llevado los militares. Yo estuve mucho tiempo meditándolo porque no sabía si era lo mejor, pero decidí decirles la verdad, así que le dije lo que había pasado, que a su mamá se la habían llevado los militares y no sabíamos dónde estaba. Ahí él me contestó: “Ah, entonces no me abandonó”. Entonces creo que fue lo mejor que hice, le saqué esa angustia que él tenía de que lo habíamos abandonado. Después Susy fue mi segunda esposa y decidimos tener una hija, ya estábamos conviviendo hacia dos años con los chicos y yo la convencí un poco porque quería tener un hijo con ella y nació Florencia. Creo que ella no se arrepiente porque además es muy lindo tener una hija mujer.

¿Cuándo y cómo supo que había un hijo más que había nacido en cautiverio y que podía estar vivo?

Yo sabía que Cristina había estado embarazada porque ella me dejó una carta en la que me decía que tenía un atraso y, además, iba hablando con sus compañeras de celda en donde se presentaba y les decía que estaba embarazada. Pero concretamente no sabíamos si ese hijo o esa hija había nacido porque ningún sobreviviente lo confirmaba. Incluso, en el centro de detención que era el Pozo de Banfield, estuvo Adriana Calvo, que da el testimonio en el Juicio a las Juntas. Ella nos contó que, con su hija recién nacida en brazos, pasó una noche con Cristina en el calabozo y estuvieron hablando de todo, de la vida, de la política y de la familia, pero Cristina no le dijo nada de su embarazo. Cuando ellas se encontraron era abril, y Cristina ya no estaba embarazada así que siempre nos quedó la duda y la esperanza de encontrarlo.

¿Cómo llevó a cabo su búsqueda?

Cuando yo llego a Argentina en 1993, lo primero que hago es contactarme con Adriana, y ella me dice que cuando la vio a Cristina no estaba embarazada y que no le dijo nada de un hijo, que era imposible porque ella pensaba que se lo hubiera dicho. Después, ella cambia de opinión y dice que estaba segura de que Cristina la estaba cuidando. Como ella iba a tener una bebé no la quería asustar. Eso fue lo que declaró hasta último momento, asi que nosotros nos quedamos con la duda. A pesar de esto, mi suegra Nélida Navajas dedicó su vida a buscar a su hija y a su posible nieto, por eso se metió en Abuelas de Plaza de Mayo y tuvo una militancia activa para tratar de encontrarlos. Mi hijo Miguel, que había venido conmigo desde Roma también se sumó a la militancia en la agrupación HIJOS y después también empezó a acompañar a su abuela, así que estábamos al tanto de todo, si había alguna pista, o una denuncia. Lo que pasa es que las pistas se iban extinguiendo y de mi hijo no encontrábamos nada. Por eso el mérito es todo de Daniel que tuvo datos de gente que conocía la familia apropiadora y que le decía que esos no eran sus padres, así empezó a dudar y se acercó a Abuelas, primero en 2019 que lo cortó la pandemia. Después volvió con toda la carga y se descubrió la verdad. El final feliz fue el 25 de julio del año pasado sale el resultado de ADN y se confirma que Daniel es hijo mío y de Cristina. Así que estamos disfrutando el momento, muy felices de haberlo encontrarlo y de que esté ahora con nosotros.  

¿Cómo fue su reencuentro?

El primer día tuvimos una conversación por videollamada y al otro día nos encontramos en Buenos Aires, yo viajé desde Tucumán y Miguel viajó desde Italia. Después viajamos a Roma para que Daniel conozca a sus otros hermanos que viven en Roma. También fuimos a Santiago donde tenemos un montón de familia y Daniel no podía entender cómo tenían tanto afecto, los primos, los tíos. Además, él es muy cariñoso, siempre me llama y siempre que podemos nos vemos. Es increíble el carácter que tiene porque se crió con un policía malhumorado que no lo quería, que le demostraba que no tenía ningún interés, por eso él también empezó a sospechar. A pesar de eso, el tipo salió así, muy cariñoso con sus hijas, conmigo y siempre lo demuestra.

¿Qué sintió al volver a ser padre de un hijo de 46 años después de tanto tiempo?

Me cambió la vida, a nosotros y a él. Ha sido un año muy intenso porque de golpe nos encontramos y empezamos a compartir momentos de fiestas y abrazos, en los que él me preguntaba cosas acerca de su mamá y la familia. Yo le conté toda la historia y él lo ha ido asimilando de a poco porque son demasiadas cosas, la historia de nuestra familia es dura: yo tengo cinco hermanos desaparecidos y además otras cinco personas más, Cristina, las dos mujeres de mi hermano y dos sobrinas. Son diez personas asesinadas. Por eso también recuperar a Daniel es muy importante, es recuperar una parte de Cristina, una parte de nuestra familia y una parte de la historia que nos habían quitado.

¿Cómo lo vienen llevando?

Recién ahora estamos entrando en la normalidad, porque hasta el mes pasado andábamos viajando, bueno las entrevistas siguen, pero ya no son tan seguidas.

¿Qué puede decirles a aquellos padres que hasta hoy siguen buscando a sus hijos incluso en este contexto tan difícil?

Creo que no hay que perder las esperanzas y apoyar a todas las campañas que hace Abuelas, los nietos recuperados que están trabajando y otros organismos. Pienso que la principal arma que nos queda son las campañas de sensibilización y que para eso también desde mi punto de vista es muy importante el audiovisual. Y con este material trabajar en las escuelas porque también los nietos pueden estar involucrados. Yo creo que nos queda esa arma, porque las otras búsquedas por partidas de nacimiento y datos de ese tipo están agotadas, es difícil. También para que ayuden a esos jóvenes de 50 años a que les surjan dudas, porque la única posibilidad es que a la persona o al nieto robado le surjan dudas y que él se presente a buscar su identidad. Entonces para eso también tiene que ver el entorno social.