Por Alejo Porjolovsky
Fotografía: Azul Andrade, Rocío Prim

La mayoría de los 33 apresados en la manifestación contra la Ley de Bases fue durante la desconcentración, a más de diez cuadras del Congreso. Ninguno tuvo que ver con la quema del auto de Cadena 3. ANCCOM te cuenta algunas de sus historias.

A fuerza de rosca, negociaciones y sospechas de acuerdos de cargos a cambio de votos, un oficialismo netamente minoritario -cuenta con solo 7 de las 72 bancas- aprobó este miércoles en el Senado la Ley Bases. Mientras la sesión transcurría en la Cámara alta, afuera había una brutal represión por parte de las fuerzas de seguridad, que aplicaron gases lacrimógenos y balas de goma para echar a la gente que se había congregado desde la mañana frente al Congreso de manera pacífica. Además de tres diputados internados por el efecto de los gases lanzados a sus rostros, hubo 200 heridos y 33 detenidos.

El operativo orquestado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se extendió a varias cuadras del Palacio Legislativo. Las policías Federal y de la Ciudad -que hizo la vista gorda con los encapuchados que quemaron el auto de un periodista de la radio Cadena 3 de Córdoba- fue la que amedrentó y detuvo a más de tres decenas de manifestantes que se retiraban a sus casas. También arrestó a trabajadores informales y vendedores ambulantes.

El gobierno de La Libertad Avanza denunció un intento de golpe de Estado y aseguró que todos ellos eran “terroristas”. Casi al mismo tiempo, el fiscal federal Carlos Stornelli requirió a la Ciudad que los detenidos pasen al fuero federal, hizo copy paste del comunicado oficial, al que agregó apenas unas notas de Clarín y La Nación en su escrito de imputación de doce delitos del Código Penal, y pidió que se les aplique la prisión preventiva.

Mientras los detenidos declaraban en el juzgado federal Nº 1 a cargo de María Romilda Servini, quién resolverá si sostiene los pedidos del fiscal, y familiares y un amplio arco de organizaciones políticas y sociales pedía su libertad, ANCCOM se comunicó con familiares y allegados de varios de ellos para conocer sus historias.

“Es un compañero muy valioso”

“Martín es un compañero muy valioso para nosotros, con una sensibilidad particular y muy solidario y sociable, muy de barrio, le gusta la música y es hincha de Boca”, relata Marcelo Ortega, trabajador de la cooperativa Madygraf, en relación a Martín Dirroco, uno de los manifestantes que fue capturado por la Policía tras la concentración en la Plaza del Congreso. Admite que solamente se pelean por el fútbol, porque él es de River. “En la fábrica lo quieren todos, entró muy jóven allá por el 2005, aprendió el oficio, es muy sensible, cuando habla se emociona”, agrega. Suele ser el que organiza los festivales musicales que se hacen en el enorme predio de la exDonnelley.

Ambos se conocen desde hace casi dos décadas, y comparten sus jornadas laborales en la emblemática planta gráfica recuperada de la localidad de Garín, en la provincia de Buenos Aires. Además, de ser vecinos del barrio Santa Brígida del partido de San Miguel. La eliminación del monotributo social fue la causa que motorizó su movilización hasta el centro de la Capital Federal para hacer escuchar su voz: “Nos perjudica en los aportes, la obra social. Es lo único que tenemos para estar dentro de algún tipo de cobertura”, explica.

“Cuando estaba terminando la manifestación ya estábamos sobre la avenida  9 de Julio y Moreno, casi a diez cuadras casi del Congreso, esperando el micro que habíamos alquilado con la cooperativa para viajar. Sentíamos los balazos cada vez más cerca y empezamos a correr, pero a Martín lo encerraron y lo atraparon”, detalla Ortega.

“Lo agarraron, lo tiraron al piso, le pusieron las rodillas arriba, fue bastante brutal, como una cacería. Intentaban tener detenidos, lo hacían con todo aquel que tenían cerca”, agrega. Por otra parte, el obrero de Madygraf denuncia que las fuerzas de seguridad intentaron plantarle en la mochila a su colega elementos punzantes, pero tuvieron que recular luego de que varias de las personas que estaban alrededor lo advirtieran. “Como había un grupo de abogados viendo lo que había pasado, entonces la policía tuvo que retroceder”, explica.

No obstante, a pesar de estar lejos de la zona en que hubo distubios -protagonizados por gente encapuchada y, presuntamente, infiltrada-, Martín Dirroco, padre de una nena pequeña que es su pasión, sigue detenido a la espera de la definición de la Justicia.

Tras estar alojado en una comisaría del barrio porteño de Parque Patricios, fue trasladado a los Tribunales Federales de Comodoro Py para declarar en la causa por iniciada por el fiscal Stornelli, exfuncionario de los gobiernos de Mauricio Macri y Daniel Scioli en la ciudad y en la provincia de Buenos Aires, respectivamente.

“Es una locura creer que Martín es un terrorista”, sostiene Ortega, en camino a dicho juzgado para acompañar –aunque sea desde afuera– a su amigo y compañero de trabajo.

“Es una situación de mierda”

Otra de las detenidas tras las manifestaciones en el Congreso fue Camila Juárez, una estudiante de Sociología de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) e integrante de la Asamblea Barrial de San Martín que había decidido ir a reclamar junto a varios de sus compañeros y fue llevada sin razón por la Policía.

“Habían llegado alrededor de las 16, justo cuando empieza la brutal y feroz represión, y estaban en la parte de atrás de la plaza. O sea, no llegaron a ingresar a la plaza porque ya veían que había balas de goma, gases, y entonces retrocedieron hasta la avenida 9 de Julio”, cuenta su hermano, Alan Juárez.

En medio de una situación de tensión, con Policía Motorizada persiguiéndola a ella y varios de los manifestantes, la joven de 33 años y madre de dos hijos se tropezó en plena calle y terminó siendo capturada por las fuerzas.

“Las tuvieron a ella y otras seis mujeres detenidas adentro del camión celular toda la noche. Recién a las 8 de la mañana ingresaron a la alcaldía y las tuvieron esposadas casi 24 horas en un pasillo, porque supuestamente no había lugar. Nosotros estamos denunciando que son torturas”, reclama.

“Ella nunca  estuvo involucrada en nada, ni en los disturbios, ni nada. Si lo hubiese estado, estos que son los reyes del Twitter y el video ya sería viral por todos lados”, sostiene.

Camila, como el resto de las mujeres detenidas, padeció los malos tratos. La tuvieron esposada varias horas, no le dieron de comer, ni tampoco permitieron el ingreso de medicación clave para su vida diaria. “Es un tratamiento que no puede cortar, esto es bastante brutal”, protesta su hermano.

El caso de esta joven se hizo viral a través de un audio de su madre, en el que al borde las lágrimas cuenta la situación que está viviendo: “Mis nietos están esperando a su mamá. A aquella gente que la estigmatiza por ser madre y salir a luchar les digo que ella tiene un montón de razones para luchar. Luchar no significa romper nada, es defender los derechos. Ella no es una terrorista”, expresa.

“Los nenes están preguntando por la madre hace dos días, el más grande ya sabe de la situación y está recontra preocupado;  a la otra todavía no le dijimos, pero está preguntando dónde está la madre”, detalla Alan.

“Mi vieja está destruida, hace dos días que no duerme, no la puedo sacar de Comodoro Py, no puedo lograr que coma, es una situación de mierda”, remata.

“Fue una emboscada terrible”

Otra de las estudiantes de la UNSAM detenida de manera arbitraria por la Policía tras la manifestación en el Congreso se llama Sasha Lyardet, cursa la carrera de Comunicación, y fue capturada junto a Camila Juárez.

“Estaban desconcentrando la movilización con compañeros de la universidad cuando sufrieron una encerrona entre la Policía Federal y la Policía de la Ciudad. Hay muchísimas balas de goma, muchos gases y corridas. Ella quiere ayudar a levantarse a Camila y en ese momento las encierran con tres motos y las amenazan con pegarle un tiro”, cuenta Nahuel Schiavoni, su novio.

“Estaba lejísimos de los incidentes”, protesta. Y es que, al momento de ser detenida, Lyardet estaba -al igual que Camila- sobre 9 de Julio y Chile.

“Fue una emboscada terrible, porque la gente salía corriendo de la Federal a la 9 de Julio y ahí esperaba un operativo cerrojo de la Policía de la Ciudad con camiones hidrantes”, denuncia.

“No hay una imputación clara todavía. Las abogadas todavía no pudieron leer el expediente completo y  ver cuál es la situación procesal porque arrancó mal desde un principio. Hubo más de 12 horas donde no ingresaron a ningún lado y estuvieron arriba de un camión”, reclama.

Mientras tanto, el joven sigue a su novia a todos lados, a la espera de que la Justicia la libere: “Pasé la noche frente a la comisaría y ahora me vine a Comodoro Py a acompañarla”, detalla.

A pesar del daño que puede generar estar durante más de un día esposada y sin poder acceder a comodidades, Sasha se encuentra en buen estado de salud. “Está un poco ansiosa y angustiada, pero mantiene la templanza”, reconoce Schiavoni.

“Es una locura”

Sofía Ottogalli es de Beccar, partido de San Isidro, tiene 31 años, es madre de un hijo y también había decidido ir a reclamar contra la Ley Bases. En su caso, junto a la Coordinadora por el Cambio Social en la que milita. Una vez que terminó su trabajo como niñera fue hasta la Plaza del Congreso, donde terminó siendo una de las personas privadas de su libertad sin un motivo claro.

“Ella estaba en 9 de Julio y Chile, desconcentrando de forma pacífica, y en el cierre de la columna para que los compañeros avancen. En esa instancia fue cuando la policía empezó a avanzar en la cacería. Vio que a algunos compañeros de ella le tiraron la moto encima y trató de ayudarlos, pero la agarró uno de ellos del pelo, la tiraron contra el piso y la detuvieron”, relata Facundo Alvarenga, su expareja y padre de su hijo.

“Nos estaban esperando en Avenida de Mayo y en 9 de Julio”, reclama el joven, que también participó de la movilización. No obstante, el raíd posterior a la detención fue peor.

“Primero nos paseamos de comisaría en comisaría, porque nos decían que estaba en un lado y nos mandaban a otro. Finalmente, la trasladaron a la Unidad 15, que es la de género, a donde llegó a la una de la mañana y pudimos verla entrar”, cuenta.

Esposada, sin espacio y sin comida. Así pasó la noche, en un relato que se asimila al de todas las mujeres que fueron capturadas por las fuerzas de seguridad.

“Ella está bajo un tratamiento de salud mental, y el tema de la medicación fue un problema, porque nos dieron tres millones de vueltas para dársela, y recién lo hicieron a las 18, que fue cuando yo pude subir. O sea tuvo casi un día completo sin medicación”, detalla Alvarenga.

“Sofía estaba de forma pacífica retrocediendo con sus compañeros. Es una locura ahora todo esto que está pasando, que la quieran acusar de atentar contra la democracia”, analiza.

Mientras tanto, el hijo que tienen en común quedó al cuidado de su abuela y a la espera de reencontrarse con su mamá: “Está bien, pero ya pide por ella”, asegura.

“Era una maraña de gente y se la llevaron”

Daniela Calarco es militante del Movimiento Teresa Rodríguez Votamos Luchar y se encontraba en las adyacencias del Congreso de la Nación porque es una de las víctimas del gobierno de Javier Milei. Ella es una de las empleadas del exministerio de Desarrollo Social -actualmente de Capital Humano- que fue despedida con la llegada del libertario a la Casa Rosada.

“Estuvimos viendo todo el panorama y cerca de las 18, después de todo lo que fue la represión, nos estábamos yendo. Por suerte no tenemos compas heridos, pero comimos mucho gas”, relata Emilia Manazza, su compañera de militancia.

“Fue un embudo hacia Avenida de Mayo y ahí fue la represión. Las organizaciones quedamos en el medio y avanzamos hasta 9 de Julio y Belgrano, donde tiraban balas de goma y nos tuvimos que cubrir. Cuando salimos, un policía de civil intentó agarrarla y ayudamos a zafarla, pero después vinieron más, era una maraña de gente y se la llevaron”,  relata, sobre la detención de Calarco.

La joven militante también fue llevada a Chacarita, donde las condiciones no eran las óptimas. Sin embargo, eso no hizo mella en su ánimo.

“Yo me pude comunicar con ella con el teléfono y estaba bien. Le pasaron toda la comida que le llevamos, mate. Estaban separadas con las esposas, pero estaban bien, incluso de ánimo y de moral, a pesar de todo ese contexto de mierda”, detalla Manazza.

Estos testimonios dan la pauta del panorama que se vivió este miércoles frente al Congreso de la Nación. Mientras Milei tuvo su primer triunfo electoral, a seis meses de asumir como presidente, en las calles se sembró el panic show que describe una de sus canciones predilectas.