Por Lourdes Saucedo
Fotografía: Azul Andrade

A un mes del triple lesbicidio de Barracas, organizaciones LGTB y vecinos marcharon para exigir justicia. Los manifestantes reclamaron que se califique al delito con el agravante de crimen de odio y pidieron una indemnización para la única sobreviviente.

Mientras los niños juegan alegres en los columpios y se tiran del tobogán, en las escalinatas del Monumento al Izamiento de la Bandera de la Plaza Colombia, en el barrio porteño de Barracas yacen carteles pegados que dicen: “Es lesbicidio, el Estado es responsable”, “Justicia por Pamela, Roxana y Andrea” y “Justicia y cuidados para Sofía”. La asamblea de vecinos de Barracas, junto con Lesbianes Autoconvocades, realizaron una manifestación para reclamar justicia a un mes del triple lesbicidio.

El 5 de mayo, en un hotel alojamiento de Barracas, Justo Fernando Barrientos arrojó cuatro bombas molotov a Pamela Cobbas, Mercedes Roxana Figueroa, Sofía Castro Riglos y a Andrea Amarente mientras dormían. Ellas conformaban dos parejas de lesbianas y vivían en la pobreza. Tres de ellas, Pamela, Roxana y Andrea fallecieron como consecuencia de las quemaduras. Mientras que Sofía resultó ser la única sobreviviente.

Los primeros grupos de mujeres se acercaron a la plaza cerca de las 17. Muchas traían sus carteles hechos a mano con consignas como “Basta de crímenes de odio, viva las lesbianas” y “Cuando se siembra odio, se cosecha muerte”. En el centro del parque, mientras sonaba en los parlantes los versos de una canción de Rebeca Lane, Quien dijo que era fácil ser mujer/ Desde pequeñita me hicieron creer/ Que era bonita y si no lo era/ Entonces ya nadie me iba a querer, un grupo de mujeres de descendencia mapuche y quechua realizaron un ritual en honor a la Pachamama y por la memoria de las mujeres fallecidas. Al interior de un círculo hecho con ramas de laurel, iban colocando velas y prendiendo fuego hojas al interior de tazas. “Se trata de la conexión -dijo una de las mujeres mapuche- que viene de lo que es la memoria, la existencia y el período de justicia. Siempre está presente lo terrenal con la Pachamama, cuando partís de tu cuerpo también. La espiritualidad de Pamela, Roxana y Andrea está presente acá, y nos lo van a hacer saber a través de señales, como sueños o por medio de los animalitos que se acercan”.

Alrededor del ritual, se fueron sumando más carteles de las recién llegadas, como uno con la foto de Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo fallecida una semana atrás, con la frase “Madre de todas las luchas” y uno que decía “Juez Rabbione, fue lesbicidio”.

El juzgado Criminal y Correccional Nº 14, a cargo del juez Edmundo Rabionne, procesó a Barrientos por homicidio doblemente agravado, pero no incluyó al crimen como un agravante por odio. En cambio, los que se aplicaron fueron por alevosía y peligro común. Así, se dejó de lado lo expresado en el Inciso 4 del Artículo 80 del Código Penal, que señala el delito específico de crimen de odio para tutelar a grupos especialmente victimizados por su identidad de género y orientación sexual, como el caso de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, travestis, transgéneros, e intersexuales (LGBTI). De este modo, quedó invisibilizado el odio hacia las lesbianas. “Una vez más, el Poder Judicial lleva adelante y representa la voz del patriarcado y de los gobernantes de turno. Esta comunidad viene siendo atacada, golpeada, perseguida y hostigada sobre todo en el gobierno fascista de Javier Milei donde las diversidades hemos sido defenestradas por el nefasto sistema capitalista”, dijo Natalia, una de las mujeres autoconvocadas.

Cerca de las 18 se realizó una acción solidaria, llamada “El Colchonazo”. Cuatro mujeres se acostaron en el piso y se taparon de frazadas. Una de ellas, con un megáfono, gritó: “Que dormir no sea un privilegio heterosexual”. Y el resto allí presente se sumó a repetir la frase. Luego de unos minutos, al finalizar, las mujeres se levantaron y se abrazaron entre ellas con los aplausos de fondo de todas las personas que acudieron.

Luego, mujeres de Lesbianes Autoconvocades, hicieron lectura de un documento sobre lo sucedido. “Mataron a tres lesbianas con dos bombas molotov. Que se enteren todos. Se metieron en nuestra cama para matarnos por lesbianas, sí por lesbianas”, dijo Yesi. Otra de ellas agregó: “Sofía fue la única sobreviviente, para la cual exigimos una vida digna. A ellas las atacaron por ser lesbianas pobres en condiciones precarias creando comunidad entre ellas. Decimos fuerte: el Estado es responsable de los discursos de odio que nos matan”.

Sofía fue dada de alta hace una semana. Actualmente vive en un departamento alquilado gracias a la red solidaria que se tejió desde los movimientos feministas y organizaciones para recibir donaciones, como la Defensoría LGBT y organizaciones como Yo No Fui, No Tan Distintes, y algunas personas de la Asamblea de Barracas. Ella estaba en situación de emergencia habitacional y perdió todas sus posesiones y a la única familia que tenía en el incendio. Con lo recaudado se compraron alimentos, elementos de higiene y limpieza, y ropa, entre otras cosas.

Entre la muchedumbre presente en Plaza Colombia, se asomó Norma, una mujer de 82 años que junto con su pareja fueron las primeras mujeres en casarse. “Yo me quedé sola -dijo- y me cuesta enormemente despertarme y no verla, pero tengo la suerte de que hoy me acompaña su recuerdo”. Norma fue la última oradora que se acercó al micrófono. “La alegría que me da verlos en esta pelea y es que están defendiendo lo más hermoso que tiene el ser humano que es el amor y no el odio y el desprecio que nos tocó vivir a nosotros durante muchos años. Pero que jamás nos rendimos, así que ustedes van a hacer lo mismo, no rendirse nunca”, señaló. Luego, mujeres mapuches brindaron cantos ancestrales y otras hicieron lecturas de poemas.

La concentración en Plaza Colombia cerró con la presencia de Talleres Batuka, que brindó un pequeño show de repercusión bajo el lema “Queremos defender nuestra alegría”, y abrió el paso a todas personas para salir por Montes de Oca y marchar hacia el hotel donde ocurrió el lesbicidio. Bajo el cántico “Fue lesbicidio/ el Estado es responsable” y con los gritos “Pamela, Roxana y Andrea presentes”, las personas se manifestaron por las veredas hasta llegar a la calle Olavarría, donde se encontraba el hotel. “Señor, señora/ no sea indiferente/ se mata a las lesbianas/ en la cara de la gente”, cantaban todas.

Al llegar, muchas mujeres lloraban y se abrazaban entre ellas. Otras continuaban con los cánticos y alzaban bien en alto los carteles que traían. En el primer piso del hotel, salió un hombre a la terraza que gritaba: “Loco, paren. El tipo está preso. Nosotros no tenemos nada que ver”. Y agregó: “Ya pasó”, con un tono de sentencia.

Mientras, desde la calle, los insultos eran múltiples. “A nadie le interesa su opinión. Señor, cállese”, gritaba una chica con megáfono. “Que hijo de puta”, dijo una de las chicas allí presente. “Totalmente”, agregaron varias. Y el vecino, resignado, volvió a entrar a la habitación. En la calle siguieron reclamando justicia.

“Vamos a seguir en las calles, en las plazas y en los tribunales los días de aniversario y los que no, los Días del Orgullo y los días que no. Seguiremos luchando hasta que todas las lesbianas, bisexuales, pansexuales, gays, intersex y la comunidad entera tengamos un lugar donde vivir, un trabajo estable que nos permita vivir dignamente, que todos podamos ser libres y sin miedo”, dijo Clara en diálogo con ANCCOM mientras desconcentraban. “No nos vamos a detener hasta lograrlo. Si tocan a uno respondemos todos. No pasarán Reparación y cuidado para Sofía. Pamela, presente. Roxana, presente. Andrea, presente”, concluyó.