Con una desproporcionada y amenazante cantidad de policías, se realizó la II Marcha Plurinacional para pedir por una normativa que reconozca los derechos vulnerados durante la dictadura y el principio de la democracia.
Cumbia marica, locro y baile en Plaza Congreso. La segunda marcha Plurinacional por la Ley de Reparación Histórica para Travestis y Trans fue el motivo. Cientas de personas reclamaron y celebraron al mismo tiempo. En el medio y con la aplicación del protocolo antipiquete, el intento de represión de la Policía Federal y de la Ciudad que se quedaron hasta el final de lo que fue una fiesta.
“Nos reencontramos compañeras y compañeros travestis, trans y no binaries este nuevo 24 de mayo para exigir al Estado Argentino nuestro estatus de humanidad. Estatus jurídico secuestrado por la supremacía heterosexual que concibe y vive los Derechos Humanos sólo como otro de sus privilegios. Venimos a honrar la memoria de nuestras muertas y muertos y nuestras propias vidas “, pronunció Patricia Alexandra Rivas Paladino en la lectura del documento oficial frente al Congreso.
El clima era frío y había anochecido. “Ya la cumbia comenzó/ Hay que mover los pies/ Pero mire quien llegó/ La güera Salomé”, cantaba la Tía Marilú -reconocida artista trans- en un escenario que se ubicaba casi al borde de Avenida Entre Ríos y del lado de Avenida Rivadavia. Les convocades vocalizaban junto a Marilú, sincronizadamente. Muches bailaban. Rodeando la Plaza estaba el centenar de agentes de fuerza de seguridad que custodiaba el pavimento con el objetivo de que no se cortara el tránsito.
De fondo, el palacio del Congreso Nacional que estaba iluminado: la silueta de la cúpula se dibujaba como consecuencia de la luz amarilla que emanaba desde el interior de las “ventanas” circulares del edificio, el mismo efecto que se produce al alumbrar la parte de adentro de un colador de pastas.
Quien se alejaba podía ver que en realidad la verdadera multitud era la policía: “¡Un PBI por doce travas y doce tragos!”, gritó Paladino al dirigirse a los uniformados, uniformados que permanecían inmóviles con sus chalecos y cascos, pero que de vez en cuando echaban ojos curiosos a la fiesta y al reclamo. Antes, mientras marchaba por Avenida de Mayo camino al Parlamento, y el cordón policial seguía separando el asfalto de la vereda, también les echaba en cara: ”¿Por qué no dicen lo que hacían con los travas en la dictadura? Mirenme a la cara, diganme que son unos genocidas”.
Paladino tiene 58 años. Es una de las referentes de Las Históricas Argentinas, una asociación civil que reúne trans y travestis “viejas”. Vino a la marcha con tacones altos rojos, un enterito fucsia y un saco negro de peluche: “¡Vine ochentosa!”,expresó entre risas. “Pedimos por una Ley de Reparación Histórica para personas trans que somos sobrevivientes de la dictadura cívico militar y edictos policiales en democracia. Vamos a aclararlo -deslizó Paladino en diálogo con ANCCOM-, para el común de la gente la democracia empezó en el 83’, para nosotras en el 2012 con la Ley de Identidad de Género.” Rápidamente sumó “necesitamos nuestro Nunca Más”.
El texto presentado en el 2023 titulado “Régimen Reparatorio para Víctimas de Violencia Institucional por Motivos de Identidad de Género” indica en su artículo 1º: “Establécese una pensión graciable para aquellas personas que hayan sido privadas de su libertad por causas relacionadas con su identidad de género como consecuencia del accionar de las fuerzas de seguridad federales y/o por disposición de autoridad judicial o del Ministerio Público de jurisdicción nacional o federal”.
Las Históricas habían convocado a las 14 en Plaza de Mayo para luego ir hacia Congreso a las 17. Aunque no se conozcan entre ellas, las travas que iban llegando se saludaban igual. El escuadrón de la federal fue puntual: la multitud eran ellos, de un lado la blancura del Cabildo y enfrente el manto oscuro de los uniformados.
– El cobani dijo que van a estar para ‘acompañarnos’ cuando marchemos
– ¿Pero vamos a poder ir por Avenida de Mayo? ¿Aunque sea por un carril?
– Eso se va a ir viendo – respondió uno de los oficiales a cargo del operativo.
Al costado de la Pirámide de Mayo estaban reunidos jubilados y pensionados de ATE. En la superficie un punto en común entre ambos reclamos: vejez digna.
“¿Hay futbolistrans en tu barrio?”, rezaba una bandera de Futbol Militante, una organización que suma a las diversidades en el deporte y todos los martes se juntan a jugar en el Parque los Andes, en el barrio de Chacarita.
Del lado de la Casa Rosada un nubarrón oscuro tapaba el celeste del cielo. La bandera argentina flameaba en alto. La bandera trans celeste, rosa y blanco también flameaba pero sujetada no por un mástil sino por un señor con una peluca de los mismos colores. El sol salía de a ratos a la vez que una “Loanita”, un titere con la forma de Lohana Berkins y alas salmón, pasaba de mano en mano mientras algune se sacaba foto: “Hay otra que es gigante que la llevamos en otras movilizaciones”, aclaró la dueña.
“Estamos acá por la indemnización sociocultural, por el sufrido intento de exterminio de nuestra comunidad. Somos las sobrevivientes que quedamos de los años ochenta y noventa’. La mayoría de las compañeras ha muerto y sigue muriendo por falta de inclusión real en la sociedad, y más hoy por hoy con un gobierno neoliberal”, pronunció Erica Noemí de Tierra del Fuego detrás de la bandera del hotel-cooperativa Gondolín de Villa Crespo que da albergue a 50 personas travesti trans (TT) hace más de 15 años.
A falta de pinceles, el dedo índice de una chica para remarcar las letras de una pancarta: “A la patria le faltan travas”.
Alma Fernández es una mujer oriunda de Tucumán, egresada del Bachillerato Popular Mocha Celis y primera empleada trans del Senado de la Provincia de Buenos Aires. Aunque la Policía Federal iba empujando a la gente para que marchara por la vereda de Avenida de Mayo, y el “run run” de la motorizada acechaba, Fernández no perdía el humor: “¡Rompan esta ventana!¡ Traiganme esa torta! ¡Que empiece el saqueo!”, exclamaba entre risas contagiosas. “Este se hizo viral la otra vez”, mencionó en referencia al cartel que tenía y que decía “Milei no es mi ley”.
“¡Seguí con la moto, boludo! ¿Por qué no te dedicas a la música en vez de estar ronroneando con la moto?“, gritó un manifestante aludiendo al acelerón de las cilindradas. “No tenemos miedo / no tenemos miedo”, repetían muches.
“Señor, señora / no sea indiferente / se mata a las travas en la cara de la gente” entonaba la muchedumbre. De a ratos sucumbían a la provocación de los uniformados. “Milei/ Basura/ Vos sos la dictadura”. “¡Mejor cantemos canciones de travestis!”, interrumpió Fernández y carcajadas sonaron.
Con las personas que hacían fila para tomar el colectivo, Erica iba vehemente y casi como un suplicio les advertía: “Si tu hijo o hija mañana es trans, te lo van a matar. Gente despierten, los maricas defendemos la democracia”. Algunos no respondían ni con una mueca. Otros se solidarizaban: una mujer le agarró la mano y se abrazaron. “Aquí / está / la resistencia trans/Aquí / está / la resistencia trans”, sonaba.
La Asociación Civil Mocha Celis figuró en la escena: “Me duele mucho sentir que tenemos una democracia que está siendo lastimada, agredida por las personas que están ocupando posiciones de poder. No solo con el desmantelamiento de las organizaciones que garantizan los derechos de la comunidad LGBTQI+ y de las mujeres y disidencias en general, sino también con discursos de odio que generan violencia”, expresó la fundadora y secretaria académica Manu Mireles.
Marlene Wayar, referente y pensadora historica de la comunidad, y con los golpes que recibió de la Policía Federal, estuvo presente en el acto: “Reparen el daño infligido por el estado nacional y los estados provinciales a través de sus instituciones, la agresión sistemática hacia nuestra identidad y violación a nuestros derechos humanos. ¡No nos conformamos con la limosna cis-heterosexual! ¡Los derechos travestis y trans también son derechos humanos!”.