Dentro del colectivo Historias Desobedientes, que agrupa a familiares de genocidas, nació el subgrupo Nietes, que busca desde una perspectiva generacional y artística sumarse a la consigna de Memoria, Verdad y Justicia.
Historias desobedientes es una organización que reúne a familiares de militares genocidas que repudian su accionar durante la última dictadura militar y reivindican las consignas de Memoria, Verdad y Justicia. Se conformaron en 2017, impulsados por la lucha feminista y su consigna de romper silencios. Dentro de esta organización, ahora nace un subgrupo, Nietes Historias Desobedientes, cuyos integrantes se unen con una historia y una lucha en común. Para disgusto de los negacionistas, además, utilizan la “e” del lenguaje inclusivo para autodefinirse.
Juliana Vacas, tiene 28 años. Vive en Rosario y está estudiando abogacía. Ella siempre supo que sus abuelos habían sido militares. En la casa estaba la gorra, el uniforme y fotos, aunque tiempo después comprendió lo que eso implicaba: «Más de adulta, entendí que los abuelos fueron parte del Ejército argentino que llevó adelante la dictadura militar que desapareció, torturó y mató gente. Antes era: ´Bueno, es el trabajo de mis abuelos´. Después fue preguntarme qué implicaba el trabajo de mis abuelos». «La primera marcha que me sumé a la columna de Historias Desobedientes, hace cuatro años, fue fuertísima. Lloré toda la marcha. Me ayudó a decir: ´Estoy donde tengo que estar. Esos miedos, de que van a decir, se desvanecen. Cuando te colectivas es todo más fácil», explica.
Nicolás Ruarte, tiene 34 años. Es artista visual y director de teatro. Es nieto de Luis Arias Duval, que fue integrante del batallón 601 y fue enjuiciado en la causa contraofensiva montonera: «Yo me enteré de todo esto post 2003, cuando él cae preso. Antes de eso no sabía nada de su accionar, ni de la dictadura en general, porque mi familia no hablaba nada de todo eso. Al menos no hasta ese momento». Nicolas tenía una relación muy cercana con su abuelo: «Era uno de mis héroes. Realmente fue un proceso muy largo. Fue muy difícil entender de qué se lo acusaba y pasar de defenderlo a condenar esos crímenes».
Nicolás reconoce que siempre fue un poco desobediente: «Creo que los desobedientes tenemos algo así como un gen desobediente que nos une. Fue mi curiosidad la que me llevó a investigar y a no quedarme con lo que mi familia me decía».
¿De dónde nace el grupo de Nietes?
Juliana: De una visión de la historia familiar. La mayoría de nietos y nietas, lo que tenemos es una continuación de la historia que fue guardada bajo siete llaves. A mí me toca militar con mi viejo, pero la mayoría de nietes no tiene a sus papás formando parte de alguna organización de militancia. Son los primeros en su familia que están politizados, los primeros en contar la historia desobediente. Les toca desempolvar esa historia. La lógica de la familia militar es no hablar de eso. Sí, mi abuelo era milico y ya. ¿Qué hizo? ¿Dónde trabajó? ¿Quiénes fueron sus víctimas o posibles víctimas? ¿Qué implicancias tuvo eso en la familia, en la sociedad? Todo eso les tocó a los nietes. Nosotros tuvimos la posibilidad de habitar una sociedad que ya había dado esa discusión a nivel institucional y social, por las madres y las abuelas. Entonces tenemos otras herramientas. Y eso es lo que nos ha permitido no continuar con la lógica del silencio.
Nicolas: Es distinta la relación que se tiene con un abuelo, que la que se tiene con un padre. Nosotros sentíamos la necesidad de charlar de ciertas cosas a nuestra manera. Además, muchos de los nietes también manejamos las redes de Historias Desobedientes, y coordinamos algunas cosas por fuera. Ya había algunas tareas en común y decidimos formar este grupo.
¿Cómo se están organizando?
Nico: Es un grupo de WhatsApp básicamente. Charlamos algunas problemáticas que nos son propias por ser nietos y no hijos de genocidas. Pero formamos parte de Historias Desobedientes, no somos un desprendimiento.
Juliana: Empezamos a recibir a varios nietes. Entonces pensamos que nosotros también podemos aportar desde nuestra mirada particular algo al colectivo. Ahora se agrandó porque sumamos un nieto chileno y dos nietas paraguayas. Creo que llegamos a ser diez. Hay un espectro de edades bastante variado en término generacional: entre 20 y 35 años. Trabajamos la mirada desde nuestra generación. Porque los hijos e hijas tuvieron relación directa con el pariente genocida. A nosotros nos llega como una historia más lavada. Incluso, en muchos casos tuvimos una buena relación con nuestros abuelos.
¿Qué pueden aportar?
Juliana: Tenemos muchos artistas en nietes. Diseñadores gráficos, actrices, actores. Queremos ver cómo aportar, para no caer todo el tiempo en contar nuestra historia personal. Eso, si bien es nuestro gran aporte como Historias Desobedientes, queremos ver qué otra cosa podemos construir. Una de las compañeras de Paraguay es fotógrafa. El compa de Chile es antropólogo. La mayoría somos estudiantes y no queremos caer en lo académico, escribir cosas larguísimas que nadie lee. Queremos ir por lo cultural. Además, porque la batalla planteada por el gobierno actual, es cultural. Creo que en eso nos han ganado en los últimos años. Si no, no hubiesen calado tan fuerte en la sociedad. Están apuntando a una batalla cultural fuerte. Y nosotros tenemos que hacer las nuestras también.
Nicolás: Con Nietes ayudamos en la parte comunicacional y en las redes sociales de Historias Desobedientes. Lleva mucho tiempo y mucho trabajo. Hay que ser muy cuidadoso con lo que uno dice y hace en redes sociales. También, hacemos propuestas artísticas, creativas o de acercamiento a la juventud. Yo siempre estoy con proyectos artísticos, comunicacionales y de obra y militancia artística. Creo que todo el arte es militante. Incluso el que no milita está militando por no militar nada. Es una trampa discursiva. Si no tenes nada que criticar o comunicar, lo que estás comunicando es que estas perfecto con la situación en la que estamos.
Para el último 24 de marzo, Nicolás realizó un filtro de instagram para poder hacer un siluetazo virtual desde Historias Desobedientes. Para quien no pudiera ir a la marcha y como una acción en paralelo a la calle. También, llevó a cabo otros proyectos artísticos en los últimos años, entre los cuales se encuentran: «Historietas desobedientes«, «Llamado a la desobediencia« y «Arismendi«.
Llamado a la desobediencia.
La mayor búsqueda de Historias Desobedientes, es de otros desobedientes: «Que nos lean, nos escuchen, llegar a ellos, que pueden acercarse, contar su historia. Es muy importante para colaborar en la búsqueda de la verdad y la justicia. Llamamos a la desobediencia», afirma Juliana.
«Somos una organización de brazos abiertos con toda persona que se quiera acercar, que sea familiar de genocidas, que quiera saber más, que necesite acompañamiento, un espacio de militancia, de amigos incluso. Que sepan que no están solos», sostiene Nicolas. Cada aporte que pueda hacer un desobediente, aunque parezcan cosas perdidas o micro partes de la memoria nacional, sirve: «Cualquier miembro de historias desobedientes que se acerca y aporta su visión, nos ayuda a completar esta verdad».