Una multitud de mujeres y disidencias colmó la Plaza del Congreso para exigir el cese de la violencia contra las mujeres y protestar por la crisis social y la misoginia del gobierno de Javier Milei. Empezó a crecer nuevamente la ola verde.
Con su pañuelo blanco característico sobre la cabeza, Taty Almeida encabezó el acto multitudinario en un 8M muy particular por el marco misógino y de ajuste antisocial que impulsa el gobierno libertario: “Estamos acá para defender los derechos que hemos ganado, no se puede gobernar sin Congreso, sin Congreso no hay democracia, es acá donde se debate y no sentado en twitter”.
Unión y que el pueblo no se quede dormido fue uno de los pedidos de Almeida para quienes escuchaban su discurso; un llamado a la lucha colectiva para alzar sus voces y evitar que la motosierra vaya por sus derechos conquistados: educación pública, aborto legal o jubilacion para las amas de casa.
“La casta no es el pueblo, Pettovello no somos aguantadero” entonaban en un único coro y en medio de una agarradera de manos, las trabajadoras de los comedores populares, un rato antes, camino al Congreso de la Nación. Fue su manera de protestar contra el hambre y el ajuste al pueblo argentino por parte del Gobierno Nacional.
A pesar del sol ardiente de la tarde del viernes y el tránsito imparable de la Ciudad de Buenos Aires, un grupo de mujeres abría el paso en plena Avenida de Mayo para alzar sus reclamos ante las medidas de Javier Milei: “Frente a la derecha fascista, resistencia trans-feminista”, decía una de las pancartas.
Con el puño en alto y adelantada del resto, una mujer encabezó el cántico “Milei basura, vos sos la dictadura” que bastó para ser repetido por miles de mujeres que empuñaban pañuelos verdes y violetas, coloreando las calles mientras sus gritos retumbaban en toda la Plaza del Congreso.
“Gobierno liberticida: nos matan de hambre en nombre de la libertad”, “La violencia de género crece con el aval del Estado” y “La educación pública se defiende en la calle” eran algunos de los carteles que protagonizaron la movilización del Día de la Mujer.
En medio de la euforica marea feminista, una joven hizo entre ver un cartel con cuatro fotos: Karina Milei, Victoria Villarruel, Patricia Bullrich y Lilia Lemoine, seguido de la frase “no me representan”.
Con su paraguas rojo para evadir el sol y musculosa blanca que dejaba relucir el tatuaje “Putaza-Barata” en sus pechos, una mujer levantó su cartel “Respeto y derecho para las trabajadoras del sexo. Basta de fascismo”.
Frente a ella, la Asociación de Madres de Plaza de Mayo se llenó de carteles en apoyo a Télam, acompañados del canto “Unidad de los trabajadores, al que no le gusta, se jode, se jode”. En un levantar de puños colectivo, comenzó a escucharse “La patria no se vende, la patria no se vende”.
Del otro lado de la calle, en la vereda del todavía estatal Cine Gaumont, una joven con su remera de Eva Perón y una sonrisa pícara alzó un cartel contundente: “Queremos la renuncia de Milei y Caputo y si no, será la cabeza”. A su lado, un muñeco que solo tenía un ojo gigante en su cara se presentó en las puertas del cine, dando su apoyo a los trabajadores del INCAA, acompañado de la frase “Somos un tsunami cultural, sí la vemos”
De fondo, un grupo de mujeres de los pueblos originarios armaron una ronda de tambores y alzaron sus voces armónicas al ritmo de “Fuerza y coraje”, que causó emoción y aplausos de quienes escuchaban al pasar.
Ya con el sol cubierto y las oleadas de viento que anteceden una tormenta, quienes buscaban acercarse al Congreso de la Nación fueron sorprendidas por las vallas de la Policía de la Ciudad que impedía su acercamiento.
En la espera, un grito fuerte y colectivo hizo que todas las mujeres se muevan a la par de “y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta, votó a Milei”, acompañado de carteles que tomaban cada vez más fuerza y se hacían aún más altos entre la multitud: “Ni flores ni bombones, Milei en helicóptero” y “Milei es muerte”.
La movilización se opuso al cierre del INCAA y Télam, a la privatización del Banco Nación y Aerolíneas Argentinas, acompañada del canto generalizado “Yo no lo voté”.
El grito final de “treinta mil desaparecidos ahora y siempre” en modo de recordatorio que no fue una guerra sino un genocidio, fue acompañado fervientemente a Taty junto a un canto popular “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza” mientras las gotas de la lluvia comenzaban a caer.