«Muerta o presa» es el libro que publicó Irina Hauser sobre la trama del atentado fallido contra la exvicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. ¿Qué tuvieron que ver con la Libertad Avanza y los seguidores de Javier Milei?
Muerta o presa (Planeta) es el último libro de Irina Hauser. Allí se presenta una cronología detallada del escenario previo a lo que se constituyó en el intento de magnicidio contra la dos veces presidenta de la nación Cristina Fernández de Kirchner y vicepresidenta en ejercicio en el momento del atentado. El texto revela algo casi tan impactante como las imágenes que recorrieron el país del arma apuntando a la cabeza de la exmandataria: la trama subterránea del poder y sus vínculos con el gobierno nacional electo en 2023. Por medio de un hilado fino de hechos y actores, el atentado se devela como la confabulación de un grupo de organizaciones de ultraderecha en contacto con funcionarios y dirigentes de La Libertad Avanza y del PRO. El apoyo al entonces candidato Javier Milei resultó en la conformación de un nuevo grupo de poder, uno que se impone por medio de la violencia y el enfrentamiento social.
Hoy, Hauser analiza sus palabras desde la entrada del libertario al poder y comparte una nueva forma de leer no solo el atentado, sino también las lógicas y actores centrales de este nuevo gobierno.
Con el diario del lunes, ¿cuál es tu nueva lectura sobre el atentado?
Una cosa que me pasó fue que después de que salió el libro, cuando empezó a perfilarse la figura de Milei, es que me di cuenta de que había contado una trama que es la antesala de lo que está pasando. La conté porque me parece que explica el atentado, pero lo que me doy cuenta es que ahora explica mucho más. ¿Por qué digo esto? Hay un tramo del libro que está dedicado exclusivamente a contar cómo se fueron entrelazando, creciendo, construyendo, algunas organizaciones de ultraderecha que accionaron de manera violenta, no solamente en las calles, sino también en las plataformas. Revolución Federal hizo reuniones en Twitter, en Facebook, que fueron muy determinantes, porque eran reuniones donde cada vez que hablaban y cada vez que tomaban la palabra los miembros de Revolución Federal hablaban de un plan para matar funcionarios, especialmente a Cristina.
¿Cuáles son los hilos principales que se cruzan entre el gobierno y estas organizaciones emergentes?
Está la reconstrucción de toda esa trama, pero además hay un recorrido de cómo se vinculan muchos de los personajes de la historia, incluso los que tienen que ver con el hecho material. Me refiero a Fernando Sabag Montiel, su novia Brenda Uliarte y Gabriel Carrizo, el dueño del negocio de los copos de azúcar, que estos pibes usaron para camuflarse, y hacer un poco de inteligencia barata en la zona de la casa de Cristina. Ellos tenían una simpatía importante por Milei.
En el caso de Sabag Montiel, además de las conversaciones que hay registradas en la causa, es muy impresionante su discurso antipolítico. El tipo cuestiona todo. Que Macri esto, que Cristina lo otro, hablaba de Sergio Massa en ese momento, cosa que me pareció curiosa, porque todavía Massa no había crecido como posible figura presidenciable.
En el caso de Revolución Federal, la vinculación era directa porque ellos fueron al lanzamiento de la campaña de Milei y a varios actos del candidato libertario. Leo Sosa siguió yendo aún procesado por la justicia por hechos violentos, lo militaron y lo siguen militando. Esto es un aspecto, después además aparecen algunos datos en el expediente que nunca nadie les dio trascendencia, como la foto de Sabag Montiel con Milei, que está en el expediente y nadie la había mostrado.
Pero también ha habido otras cosas; por ejemplo, en la casa de Carrizo cuando la allanan, encuentran unos papelitos donde tenía el contacto de un abogado para que lo defienda. ¿Quién era ese abogado? Francisco Oneto, un defensor mediático, pero que además resulta ser el candidato a vicegobernador con Carolina Píparo en la Provincia de Buenos Aires por la Libertad Avanza.
El abogado actual de Carrizo (nota de la r: Gastón Marano) también es un hombre de la política. Es alguien que era asesor en la Bicameral de Inteligencia del exsenador (Ignacio) Torres, ahora gobernador de Chubut.
El actual ministro de Justicia, (Mariano) Cúneo Libarona está a cargo de la defensa del Grupo Caputo en la causa de Revolución Federal, donde está acusado de financiar a Jonathan Morel mediante pagos millonarios a una pequeña carpintería que se había abierto un año antes sin tener conocimiento en el rubro. Son detalles que parecen cosas por ahí menores, pero para mí hay que ver la película completa.
El actual ministro de Justicia, (Mariano) Cúneo Libarona está a cargo de la defensa del Grupo Caputo en la causa de Revolución Federal, donde está acusado de financiar a Jonathan Morel mediante pagos millonarios a una pequeña carpintería que se había abierto un año antes sin tener conocimiento en el rubro. Son detalles que parecen cosas por ahí menores, pero para mí hay que ver la película completa.
¿Cuál es el impacto de estos actores en la escena pública?
Es la sumatoria de cosas lo que explica también la violencia persistente, porque si bien Revolución Federal desapareció de la calle, esa suerte de licencia para la violencia nunca se fue, siempre estuvo latente, y tiene varias patas. Una tiene que ver con el discurso de la derecha política, que ya desde antes del atentado vos escuchabas al propio Milei diciendo que había que exterminar al kirchnerismo, después lo tenías a (Ricardo) López Murphy diciendo “son ellos o son nosotros”, Patricia Bullrich ya en campaña pidiendo un país sin Cristina. Hasta Horacio Rodríguez Larreta pedía eliminar al kirchnerismo. Son términos que en la historia de nuestro país no tienen otro sentido, otra connotación, que desear la muerte. Y la muerte del kirchnerismo y de Cristina en particular parecía el leitmotiv del periodismo concentrado.
¿Cuál fue el rol de la justicia y los medios en este escenario?
Otro aspecto es el que tiene que ver con cómo se fue posicionando el Poder Judicial, que también puso su granito de arena para la violencia. Las movilizaciones que ocurrieron en las inmediaciones de la casa de Cristina se dieron en el contexto en que estaba transcurriendo el juicio de la obra pública, donde se la acusaba de direccionar obra pública en Santa Cruz a favor de Lázaro Báez. Algunos le dicen el juicio de Vialidad.
Era la época del alegato final, el fiscal Diego Luciani hizo un espectáculo para hacer su alegato de nueve días que se transmitió por YouTube, pareció una cadena nacional, como no tenían ninguna prueba realmente, armaron todo ese show para los medios amigos. Y esas son cosas que tienen mucho impacto. El día que Luciani pide los doce años de prisión y la inhabilitación perpetua los primeros en salir a festejar son grupos que iban a insultar a Cristina en la esquina de la casa, entre ellos los de Revolución Federal.
Esta es una organización que hasta el día de hoy sigue teniendo protagonismo en los actos del actual presidente, ¿Quiénes están detrás?
Los de Revolución Federal, Leo Sosa y Jonathan Morel, estuvieron el primer día ahí cerca de la casa de Cristina, lo que ocurrió fue que se llevó a la militancia para neutralizar esa situación, y ahí ya no se movieron más. La movilización duró 11 días.
Siguiendo con la causa, como era cantado, Cristina fue condenada en diciembre. Ya lo sabía todo el mundo, como ella decía, la condena estaba escrita. Y por si hubiera alguna duda, Clarín publicó la famosa frase de “la bala que no salió y el fallo que sí saldrá». Son factores que colaboran con la violencia. Los medios venían ya desde mucho tiempo antes convirtiendo a Cristina en esta suerte de enemigo de todo, a fuerza justamente de la multiplicación de causas judiciales.
El Grupo Clarín tiene mucha incidencia en cómo se han llegado las causas judiciales, la cantidad de acusaciones que se hicieron, y los jueces son muy sumisos frente a las exigencias de los medios. No hace falta que le golpeen la puerta y le digan que arme una causa. Ya saben lo que tienen que hacer. Es como un código interno, que se da por sobreentendido.
¿Cómo se alcanzan estos niveles de violencia y confabulación contra la exmandataria?
Milei en esa época tenía una especie de séquito, (y lo sigue teniendo) de jóvenes intelectuales liberales, que formaron un grupo que se llama “el Ministerio del Odio”. Y en ese grupo estaba alguien que está copando mucho espacio cada vez que puede hablar: Agustín Laje. Ellos hacían transmisiones desde la pandemia con miles de personas escuchándolos. Y más de una vez terminaban llamando a tomar las armas para eliminar al otro.
Haciendo el libro leí bastante sobre qué pasa con los discursos de odio. Hay un estudio muy interesante que muestra, por distintos márgenes de edad, cómo rebotan los discursos de odio y cuándo terminan en acciones. También seccionan por tópicos, porque los discursos de odio pueden tener muchas caras. Puede presentarse como un discurso de odio político, como lo es en este caso con Cristina, pero también puede ser referido a un odio racial o contra las minorías. Los une la cuestión de llevar ese odio a la acción. ¿Y con esto qué quiero decir? Sabag Montiel no necesitaba que alguien fuera a darle la orden. Puede haber ocurrido, no lo sabemos porque el Poder Judicial no ha querido investigar a fondo.
Pero también es cierto que Montiel tiene una personalidad border, se ve muy claro en los estudios psiquiátricos que le hacen. Capaz le tiraron unos mangos o escuchó la idea en el Twitter de Space. Ahí Morel, de Revolución Federal, decía: “Si yo pudiera me metería en el medio de la militancia (kirchnerista), pero no puedo porque los nenes de la Cámpora me conocen, me hago pasar por militante y pasa a la historia”. Eso es lo que hace Sabag Montiel, el nivel de violencia era tan grande y el llamado a matar era tan explícito que estaba a un paso de lo que sucedió. Lo hizo él pero lo podía haber hecho cualquier otro, porque era prácticamente una invitación.
Da la impresión de que hay pistas que no permean los filtros judiciales. Investigaciones que se comprenden a gran escala, pero la justicia decide fraccionarlas en causas menores. ¿Qué peso tiene esto en la causa?
Brenda Uliarte este año presentó un escrito diciendo que quería ampliar su declaración, contar detalles de cómo ella cree, por lo que le escuchaba hablar a Sabag Montiel, que Gerardo Milman, el diputado del PRO, que además fue jefe de campaña de Patricia Bullrich, les daba dinero a Revolución Federal para que fueran a generar situaciones de tensión o de violencia a Recoleta, donde estaba la movilización. En el escrito menciona a una secretaria, a una tal Carolina, que todos creemos que es Carolina Gómez Mónaco, que es una mujer que sigue trabajando con Milman, que fue además su mano derecha en el Ministerio de Seguridad en la época en que lo dirigía Patricia Bullrich. Aparentemente lo están dejando para el juicio oral, aunque no es que no podrían hacerlo en la instrucción, porque todavía queda una pista abierta en la instrucción, que es la pista Milman.
¿Qué llegada concreta tiene esta pista en la causa?
La pista Millman se abre cuando se presenta un testigo a declarar en el juzgado de María Eugenia Capuchetti, Es un hombre que se llama Jorge Abello, que trabaja de asesor en la Cámara de Diputados. Abello declara que dos días antes del atentado había visto a Gerardo Milman sentado en el bar Casa Blanca con dos mujeres, y desde una mesa contigua lo escuchó decir: “Cuando la maten yo estoy camino a la costa”.
A raíz de esa declaración la jueza tomó algunas medidas, como por ejemplo constatar si efectivamente Milman y dos mujeres habían estado ahí, lo cual se confirma, las dos mujeres eran asesoras suyas, una era Carolina Gómez Mónaco. También se constató que al día siguiente Millman viajó a la costa, a Pinamar, por actividades proselitistas que él mismo había anunciado en sus redes. Pero cuando llaman a declarar a estas mujeres, ellas dicen que hacía un montón que no iban a Casa Blanca. Estaban mintiendo porque le muestran los videos y recuperan la memoria repentinamente.
El abogado Marcos Aldazábal pidió que les secuestren los celulares, pero la jueza se negó. Esto llevó a que recién en diciembre, y por una orden de la Cámara Federal, se las citara otra vez para pedirles los celulares. Cuando llegan estas mujeres a declarar nuevamente los celulares habían sido borrados o reemplazados. Una de las asesoras, Ivana Bohdziewicz, fue despedida del despacho de Millman a finales del año pasado. En mayo de este año se presenta a declarar y comenta que el teléfono no había sido borrado por voluntad propia, sino que fue Carolina Gómez Mónaco quien la acompañó a una oficina de Patricia Bullrich, donde la esperaban un perito y Milman para borrarle el celular.
Es el día de hoy que nadie analizó ningún celular de Milman por distintas razones. Primero por burocracia, pero además porque el tipo fue y se presentó voluntariamente a entregar un celular. Resultó ser un modelo que salió después del atentado, que lo empezó a usar en el mes de noviembre. Milman le tomó el pelo a todo el mundo, y se lo aceptaron.
Yo no sé de qué responsabilidad tiene el diputado del PRO, pero dos semanas antes del atentado presentó un proyecto donde pedía información sobre distintas custodias, la de Cristina y también la de jueces, fiscales, y periodistas independientes, justificando el pedido como un amparo contra algún posible intento de victimización sobre la entonces vicepresidenta, frente a las causas judiciales que tenía vigentes. Aparentemente retiró ese proyecto, pero existió y nunca se trató en la investigación.
¿Creés, tal como citas en el libro, que la vida democrática es el antídoto contra el odio?
Sí, yo creo que la vida democrática lo es. En este momento tenemos el problema de que estamos ante una gestión de gobierno que intenta construir por fuera de las instituciones de la democracia. Es un panorama incierto, al menos los pocos días que llevan ya han presentado bastantes atropellos, y un papel bastante autoritario. Pero tengo esperanzas en el saber impregnado que tiene nuestra sociedad, en la lucha de los organismos de derechos humanos. Espero que esa pulsión se active, yo creo que puede suceder, y que además tiene que ser un reclamo democrático porque las cosas que están ocurriendo son un atropello. Va a ser una batalla dura, pero con la convicción de que ahora la sociedad tiene elementos para no perder lo que se conquistó.