Las modificaciones propuestas sobre el Impuesto a las Ganancias afectarán los recursos de las provincias. La reducción será compensada con otros impuestos que afectarán los recursos previsionales. ANCCOM conversó con tres economistas para entender el impacto de las modificaciones.

El domingo 24 de septiembre el ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa, anunció en un acto junto a los gobernadores del noroeste argentino que llevará una propuesta de modificación de los fondos coparticipables al Presupuesto 2024. Cuatro días después, el jueves 28, la Cámara Alta del Congreso aprobó la Ley 27.725 de Modificación del Impuesto a las Ganancias, llevando el mínimo no imponible a un piso de $1.770.000. Tanto la ley sancionada como la propuesta afectan sustancialmente los fondos coparticipables.
Posibles modificaciones
La Ley de Coparticipación Federal data de 1988 y entre los impuestos, todos nacionales, que se coparticipan entre las provincias se encuentran ganancias (56.66%), IVA (50.43%), monotributo (30%) y combustibles líquidos (10.40%). De esta manera, al subir el piso del impuesto a las ganancias, las provincias dispondrán de menores recursos. Por ello, el anuncio del ministro de Economía acerca de que se intentará incorporar a los fondos coparticipables un porcentaje del Impuesto País, creado en diciembre 2019 ante el contexto de emergencia pública, y un porcentaje del impuesto a los créditos y débitos bancarios, el mal llamado “Impuesto al Cheque”, que no se coparticipan.
En diálogo con ANCCOM, el economista Horacio Rovelli, docente de la Facultad de Ciencias Económicas (Universidad de Buenos Aires), analizó el impacto de las modificaciones propuestas. En su opinión existe un cabo suelto sobre el que nadie consulta al ministro de Economía: qué ocurrirá con los fondos previsionales, ya que ambos impuestos mencionados están destinados al sistema previsional. Del Impuesto País, un 70% va al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) y de ese porcentaje un 10% va a PAMI. El impuesto a los créditos y débitos bancarios, por otro lado, va en su totalidad al SIPA. En caso de destinarse un porcentaje a los fondos coparticipables, suponiendo que sean, respectivamente el 35% y 25% solicitado por nota por los gobernadores, queda sin resolver el gran vacío que encontrarán las arcas previsionales.
Lucas Llach, economista y profesor en la Universidad Torcuato Di Tella explicó que para ver el impacto de estas modificaciones sobre los fondos coparticipables “habría que ver cuánto es la compensación a provincias. Cuanto mayor sea la compensación, más costo fiscal para la Nación”, que es aproximadamente de un 0.8% del PBI, según el economista. Sin embargo, sostiene que al compensar los fondos coparticipables con el Impuesto País y el Impuesto a los créditos y débitos bancarios, se corre el riesgo a futuro de que sea más difícil bajar esos impuestos, que “son los peores impuestos nacionales después de la inflación”.
La nueva Ley de Ganancias
Por otro lado, la Ley del Impuesto a las Ganancias aprobada en el Senado disminuye notoriamente la recaudación. En este sentido, Horacio Rovelli aclara que la nueva ley “desfinancia a las provincias”, ya que el impuesto modificado se coparticipa casi en su totalidad entre la Nación y las provincias. Sin embargo, lo que le quita a las provincias, se lo devuelve quitándolo al sistema previsional. Rovelli no da vueltas: si bien hay que esperar al proyecto de ley que manifieste esas propuestas, la intención existe y es la de “financiar a las provincias con el sistema previsional”.
José Castillo, economista, docente e investigador de la UBA, acuerda en esta grave consecuencia y agrega que el problema está en que sea un anticipo de ganancias y no un impuesto extraordinario acorde a un sistema impositivo progresivo, pues se estaría desfinanciando la recaudación futura a costo de financiar la actual.
Llach, por su parte, afirma que así se le quitan recursos al gobierno por venir, ya que “además de las quitas permanentes de recursos se suma el hecho de que el próximo gobierno tendrá menos recaudación por los anticipos de esos impuestos”. En sus términos, es “migajas de pan para hoy, hambre para mañana”.
La esperada reforma tributaria
Estas modificaciones, leyes aprobadas y futuros proyectos de ley son señales de un contexto económico y político marcado por las PASO y por los resabios de una pandemia mundial. Sin embargo, el debate sobre la reforma del sistema impositivo argentino tiene una larga historia.
Rovelli sostiene que es necesario modificar este sistema, empezando por dividir en tres tercios los tres impuestos principales: al consumo, a los ingresos y al patrimonio. Mientras que en Argentina solo un 4% provenga de impuestos al patrimonio, no podrá hablarse de un escenario equilibrado.
Castillo coincide en que el sistema tributario debe cambiar, pues el actual es “tremendamente regresivo”. Para que la estructura tributaria resulte progresiva debería estar basada en el impuesto a las rentas y en el impuesto a la riqueza que, como sostiene también Rovelli, es de muy bajo gravamen. En cambio, el consumo no debería estar tan gravado. Además, Castillo propone como necesaria una nueva Ley de Coparticipación Federal, para contrarrestar el “frankenstein gigantesco” en que se ha convertido a partir de las modificaciones sufridas y de las excepciones.
Desde otro marco ideológico, Llach propone una serie de medidas puntuales con el objetivo de no “poner en peligro el déficit fiscal” y de “cortar el gasto público para crecer”. En sus términos habría que aprobar “un impuesto único y progresivo a la nómina salarial pagado por las empresas, que reemplace todos los aportes, contribuciones y demás descuentos; un impuesto a los ingresos; un monotributo más progresivo y con límites más altos; una retención a los retiros de efectivo que reemplace los impuestos sobre el dinero electrónico; y el reemplazo de «ganancias financieras» y bienes personales por un impuesto razonable al patrimonio, que equivalga al 35% del retorno financiero esperado”.
Si bien las perspectivas y las respuestas difieren ampliamente, son coincidentes las lecturas de los economistas en que hay distintas cuestiones por modificar, ya que el sistema tributario argentino tiene muchos parches encima.
¿Es posible una sustancial modificación del sistema? Hay tensiones en juego, sobre todo los vencimientos de deuda con el Fondo Monetario Internacional, que impiden plantear proyectos de ley con nuevas estructuras tributarias. Más que nunca, quizás, los fondos coparticipables estén atados al devenir electoral y al futuro financiero de las cuentas públicas y, por extensión, de toda la población.