“En el límite de lo visible” es la consigna del 14° Festival de Cine Migrante que se desarrolla esta semana en Buenos Aires. Un encuentro audiovisual donde se borran las fronteras y se instaura la conversación y el pensamiento colectivo.
Cine Migrante nació en el 2010, en un contexto donde se buscaba extender la Ley Migratoria en Argentina, algo que implicaba un gran desafío cultural. Este festival acompañó ese proceso de ampliación de derechos de las distintas comunidades migrantes para alcanzar un espacio territorial habitable de manera equitativa.
El festival se lleva a cabo en el Centro Cultural Kirchner, en el Centro Cultural San Martín y en el Cine Gaumont. Está compuesto por más de veinte películas que se exhiben por primera vez en Argentina.
Año a año, el festival construye una curaduría que permite profundizar visibilizar problemáticas que están sucediendo. Las dos curadurías de este año son Indicios de Parcelas Habitables y Materiales Fantasmas que buscan mostrar un lugar posible por donde transitar, nuevas maneras de vincularse con nuevos territorios.
En años anteriores la propuesta fue más grande, con más sedes y más películas: «Más que ampliar se profundiza: ahora es más chico pero con curadurías más pensadas, trabajo más profundo en todo lo que es la estructura de los contenidos. Menos es más. De esta manera podemos llevar discusiones a la mesa que antes no estaban», cuenta Juana Sánchez, integrante del equipo de producción general y asistencia de dirección.
Sofía Bensadon, antropóloga, realizadora audiovisual y fotógrafa, reflexiona en diálogo con ANCCOM: «La importancia de este festival es, por un lado, la posibilidad de mostrar cortometrajes argentinos en esta ciudad, donde no es tan fácil exhibir. Por otro lado, abre la posibilidad de cruces de temáticas que se arman y generan debate. El festival comparte toda una línea de pensamiento que no pasa solo por una exhibición de películas sino que son conversaciones que se abren a partir de lo que vemos».
Durante el evento habrá una competencia de cortometrajes y Bensadon participará con su corto Gambote, historia de Rosa e Irineo, una pareja de ladrilleros de La Paz, Bolivia.
En este festival, el cuestionamiento está presente y se hace visible en el habitar del mundo, de qué forma lo hacemos, quién puede y quien no puede moverse. También las formas en las que se realiza cine, quién tiene la cámara, quién tiene el poder de grabar al otro. O cuestionarse las formas en las que mostramos al otro, cómo el otro quiere ser representado: son parte de los puntos de encuentro de esta semana.
«Esta es la invasión migratoria. Sé que cuesta, pero la idea es trascender las fronteras. Cine Migrante intenta dar cuenta de que hay indicios posibles, lugares pequeños, casas comunes que son pequeñas parcelas posibles del habitar colectivamente, y la cinematografía que trae a esta edición es, principalmente, realizada por jóvenes, esos jóvenes que ahora en este país nos dan miedo porque parecería que están promoviendo una manera no colectiva, no común de vivir. En ese sentido si hay algo a lo que este festival apuesta es a entender una manera posible de habitar este mundo, una manera posible de encuentro con todas las existencias que nos rodean», dice Florencia Mazzadri, directora del festival, en la apertura.
Con respecto a En el límite de lo visible, Mazzadi comparte: «Tiene que ver con poder dar cuenta en lo liminal, pensar un cine que muestra menos, que enuncia menos, que esconde más aquellos conocimientos ancestrales y que en ese gesto de esconder guarda y conserva una posibilidad de vida».
Cine Migrante pone en el ambiente privado el debate de lo público, todo esto a través de proyecciones, conferencias, charlas y performances de lecturas colectivas hasta el 30 de septiembre.