Por Octavio Crespo
Fotografía: Milagros Gonzalez

Pablo Lisotto habla de Una tarde de junio (La tragedia de la Puerta 12), una minuciosa investigación sobre la masacre de hinchas en el River-Boca de 1968, en la que desmitifica que esa salida del Monumental estuviera cerrada durante el desbande y apunta al rol represivo de la policía en tiempos del dictador Onganía.

El periodista Pablo Lisotto reconstruye tras una ardua investigación la catástrofe más grande jamás vivida en la historia del fútbol argentino y la cuenta en Una tarde de junio (La tragedia de la Puerta 12), encrucijada en la que murieron más de 70 personas. Fueron 55 años de silencio, de complicidad, de aceptar los comunicados oficiales que salieron bajo el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, y los mitos que surgieron a partir de allí. Casi medio siglo después, el licenciado en Comunicación se puso en búsqueda, ya no de justicia, sino de desmitificar, reavivar las memorias y el recuerdo por las víctimas de aquel 23 de junio de 1968.

Un relato documental de casi 200 páginas que reconstruye cronológicamente un rompecabezas enorme, en donde las piezas del mismo estaban perdidas. Más de 150 testimonios permiten acercarnos, lo más que se pudo hasta el día de la fecha, a los sucesos que se dieron en el marco del superclásico jugado en el estadio Monumental entre River Plate y Boca Juniors. 

Una tarde de junio fue publicado dos meses atrás por Ediciones Al Arco; sin embargo es un trabajo en conjunto que comenzó hace más de cinco años. “Lo que me motivó a escribir este libro fue el compromiso por la lucha de no olvidar el tema. Mi rol como periodista me da acceso a los medios y tener una voz más visible a la que lamentablemente los familiares de las víctimas no pudieron acceder durante estos años”, sostiene el autor.

La historia narrada y reconstruida por Lisotto cuenta y describe el antes, el durante y el después de la tragedia. Presenta a muchas de las víctimas por su nombre, y habla de sus sueños a futuro, sus planes de vida y sus pasiones antes del suceso. En el durante, se encarga de desmitificar muchos de los rumores que se crearon alrededor, e incluso descubre víctimas olvidadas. No, no fueron 71 los muertos, ni todos eran hinchas de Boca, ni hubo mal accionar por parte de River Plate, ya que las puertas estaban abiertas y no había molinetes. Lisotto afirma al respecto: “Hay mitos que se crearon alrededor de esta historia que aún hoy se repiten y muchos profesionales de la comunicación lo hacen, lo cual solo genera más desinformación”.

Sin dudas la falta de tecnología de la época, ausencia de celulares o transmisión por televisión de los partidos, impidió que se pueda saber la verdad. De todas formas, es importante tener en cuenta el contexto sociopolítico. “No descarto que en un contexto como en el que vivía Argentina en ese momento, bajo el gobierno de facto de Onganía, no haya existido la censura de fotografías. Tampoco se puede juzgar a los periodistas de la época porque imagino que no debe ser fácil ser periodista en años de dictadura y en donde tu única fuente oficial iba a ser la voz de la policía”, expresa el autor.

Se vivían tiempos de censura y proscripción hacía el peronismo. Incluso los hechos reconstruidos por Lisotto evidencian que aquella tarde de junio la hinchada de Boca coreó la marcha peronista frente a las autoridades gubernamentales que se encontraban en el estadio Monumental. Pero esto no fue un hecho aislado de ese día. La marcha peronista se entonaba todos los domingos en todos los partidos del fútbol, ya que no se podía identificar a los que cantaban.

Tampoco eran sucesos aislados los enfrentamientos entre barrabravas y las fuerzas de seguridad. “Formaba parte del folklore futbolístico de esa época que en cualquier cancha los hinchas visitantes se iban del estadio peleando con la policía. Con corridas, balazos, escupidas, proyectiles de un lado y de otro”, dice el autor, y agrega: “Eran los comienzos del fenómeno barrabrava en Argentina, y posiblemente Onganía quería erradicarlos, formaba parte de esa época la represión o el ‘palo fácil’ de la policía”. Aunque tampoco cree que haya habido intenciones de matar aquel día, principalmente hubo negligencia policial en la planificación de la desconcentración de esa puerta.

La realidad indica que si esta era la normalidad por esos años, no ocurrieron más tragedias como esta, hasta la actualidad, de milagro. “Cambió poco y nada en cuanto a la seguridad de los hinchas en las canchas después de ese suceso en 1968, incluso el año pasado en el Gimnasia de La Plata contra Boca, fue casi un puerta 12 a cielo abierto”, comenta Lisotto.

Al mismo tiempo, la falta de una postura oficial frente a los hechos hizo que durante años la pasión solo sea un enceguecimiento. Los hinchas de River Plate sostuvieron que la culpa fue de los hinchas de La Ribera por haber sido violentos antes y durante el partido, y su posterior salida a las apuradas del estadio. Mientras que los hinchas de Boca Juniors culpaban al club de Núñez por no haber abierto las puertas. Esta falta de postura oficial, mismo desde los clubes, solo tergiversa los acontecimientos.

Sin embargo, en estos últimos años, tanto Boca como River se mostraron predispuestos a colaborar con Lisotto en la producción del libro, tanto entregando material bibliográfico de época, como abriendo las puertas del Monumental.

En consecuencia, la escritura de esta crónica puede significar un antes y un después para el fútbol argentino, ya que se podría unificar una historia oficial por parte de ambos clubes, y que, como dice Lisotto en su introducción acerca de la actual puerta ‘M’ del estadio de River Plate, “deje de ser M de Masacre y de Muerte para convertirse en M de Misericordia, por los fallecidos y sus familiares, y M de Memoria, para que ellos estén siempre presentes y para que en el fútbol argentino no vuelva a ocurrir algo así nunca más”.