¿Qué hay de novedoso en el candidato más votado de las PASO Javier Milei? ¿Puede la derecha realmente gobernar de nuevo o ahora se trata de otra cosa? Sobre eso habla la filósofa Roxana Kreimer, autora, entre otros libros, de “El fracaso de la derecha”.
Tras los resultados de las PASO Javier Milei se posicionó como el principal candidato a ganar las elecciones. Con un dólar que arrima a los 800 pesos, de no haber un cambio abrupto en la política nacional, la llegada al poder de Libertad Avanza está muy cercana a concretarse, pero, si así fuera, ¿qué podría llegar a pasar? ¿Milei cumplirá con lo prometido en campaña? ¿Quienes serán los ganadores y perdedores de este fenómeno sociopolítico? Roxana Kreimer, filósofa y autora de El fracaso de la derecha, intenta (una vez más) comprender qué hay detrás del fenómeno libertario.
En la presentación de su libro usted habló de cómo “las limitaciones de la izquierda progresista en el ejercicio del poder contribuyeron en diversos países a fortalecer el espectro político de la derecha”. ¿Cree que el voto a la derecha se trata de un “voto castigo” o más bien responde a un clima de época? ¿Está la crisis de la pandemia involucrada?
Lo mejor sería tener un estudio que mostrara las razones por las que los votantes de Milei lo han elegido. Como no hay un estudio semejante a gran escala, solo nos queda especular en torno a algunas de esas razones. Creo que la consagración de Milei como primera minoría en las PASO es un fenómeno multicausal. Diría que el factor económico, puntualmente una inflación anual que supera el 100%, es una variable importante para optar por un partido nuevo, que nunca estuvo en el poder, aunque sus recetas sean viejas. Basta focalizar en las consecuencias que tuvo el plan de convertibilidad de Menem, en el que la moneda nacional fue equiparada al dólar, para comprobar que esa estrategia ya fue utilizada y a largo plazo no fue eficaz.
Desde ya que hay un voto castigo por las malas administraciones y por los privilegios de muchos políticos en el ejercicio del poder, y también un hartazgo con los grupos más radicales del feminismo, que son andrófobos, promueven el quebrantamiento de garantías constitucionales como el principio de inocencia y el del debido proceso. El partido de Milei es el único que promueve cerrar el Ministerio de la Mujer y promulgar una ley contra las falsas denuncias, un fenómeno que lleva a muchos hombres inocentes a la cárcel y debilita las denuncias de quienes son auténticas víctimas de la violencia. Por último, un componente no menos importante es el de la publicidad que tuvo Milei en los canales de televisión y en las redes sociales.
Veo a periodistas de la TV sorprendidos por el resultado de las PASO, pero fueron esos periodistas quienes lo entrevistaban una y otra vez cuando aún pocos lo conocían, mucho más de lo que entrevistaban a otros políticos. El «loquito gritón» les daba rating con sus desbordes, y ninguno de esos periodistas hubiera dedicado tanto espacio televisivo a un proyecto de izquierda. Ninguna elección se explica solo por la publicidad, pero es falso, como creen algunos, que Milei haya sido solo el producto de las redes sociales.
Usted ha categorizado a Milei como parte de “las nuevas derechas” ¿Qué diferencias existen con “la vieja derecha” y a qué aspiran estos nuevos sectores?
Durante los últimos años, las limitaciones de la izquierda socialdemócrata en el ejercicio del poder y como parte del statu quo, contribuyeron en diversos países a fortalecer el espectro político de la derecha. Algo similar ocurrió entre 1920 y 1930 con el fascismo, que apareció como una alternativa al marxismo. Pero estas derechas ya no son neofascistas, golpistas ni proclaman el irracionalismo, como las derechas anteriores a la Segunda Guerra Mundial. El marco teórico irracionalista está ahora en segmentos dominantes del progresismo, que adopta como teóricos a filósofos irracionalistas como Jacques Derrida o Judith Butler.
El surgimiento de una derecha populista no es un fenómeno privativo de Argentina: ocurrió con Trump, Bolsonaro, Bukele y en varios países europeos en los que las respuestas sencillas a temas complejos resultan atractivas. La imagen de rebeldía de Milei difiere mucho de la imagen conservadora que en general ha tenido la derecha en nuestro país, como fue el caso, por ejemplo, de Alvaro Alsogaray o Adelina Dalesio de Viola. Hacerse el excéntrico fue una estrategia fríamente calculada por Milei. Murray Rothbard, una de sus sombras tutelares, describe en detalle cómo, para hacerse notar, el libertario de derecha debe apelar a ese tipo de recursos para atraer la atención del electorado. Al igual que los revolucionarios de izquierda de los sesenta, Milei se presenta a sí mismo como un político antisistema, y eso resuena favorablemente entre los hombres menores de 30 años, entre los que Milei tiene el núcleo duro de su electorado. Personas a las que el sistema político no ha podido brindar acceso a un empleo estable y a la vivienda, millennials y centennials enojados ante la dificultad de planificar el futuro de su vida.
Si comparamos lo ocurrido en otros países, ¿qué continuidades y particularidades tiene el caso argentino?
En Corea del Sur gobierna desde el 2022 Yoon Suk-Yeol, un candidato de derecha conservadora que obtuvo una considerable cantidad de votos cuestionando algunos aspectos del feminismo y prometiendo revertir la alta tasa de desempleo, problemas para acceder a la vivienda y la corrupción gubernamental. En una encuesta de junio del 2021, el 84% de los hombres coreanos en la veintena y el 83% en la treintena dijeron que habían experimentado “discriminación grave por motivos de género”. En tiempos de Trump, una encuesta similar fue realizada en Estados Unidos en marzo del 2019 por Hill-HarrisX, y el 38% de los demócratas y el 56% de los republicanos encuestados dijeron que los hombres sufrían discriminación.
En general, los diversos grupos que conforman la nueva derecha con frecuencia están unidos más por su antiprogresismo que por lo que tienen en común. A los defensores del progresismo a menudo los llaman con el término despectivo “guerreros de la justicia social”.
En nuestro país algunos grupos de la nueva derecha y votantes de Milei son conservadores, como los que se nuclean alrededor de Agustín Laje y Nicolás Márquez, y otros son liberales que cuestionan al conservadurismo, como el economista Ivan Carrino o los youtubers “Un tío blanco hetero” y “Libertad y lo que surja”. Varios cultivan una narrativa anticomunista como en la década de 1950, con la diferencia de que ya no estamos en la Guerra Fría y muchos regímenes comunistas han caído.
Hasta el momento no se ha tocado el tema de la desigualdad en toda la campaña libertaria, al menos no como problemática ¿Qué implicaría la omisión de su tratamiento en un posible futuro gobierno? ¿Puede la libertad económica que se promete revertir los efectos adversos de una sociedad desigual?
Para liberales y libertarios de derecha, el problema no es la desigualdad sino la pobreza, y sostienen que el capitalismo permitió sacar a millones de personas de la pobreza en las últimas décadas. Sin embargo, aunque el problema de la pobreza es el más significativo, con un país que, como el nuestro, tiene a la mitad de su población bajo la línea de pobreza, la desigualdad y no la pobreza es lo que está detrás del número de homicidios que tiene cada país, de acuerdo a los estudios más abarcativos que se han desarrollado en el mundo, como el de Torres García y colegas del 2020.
Por otra parte, China es el país que más personas sacó de la pobreza en las últimas décadas, y se trata de una economía mixta. En modo alguno se puede atribuir el descenso de la pobreza mundial, que es más modesto de lo que sus publicistas anuncian, a los logros del capitalismo.
Usted ha mencionado que “la derecha liberal y libertaria postula a países cómo los nórdicos como modelo y estos contradicen su propia convicción sobre la imposibilidad de planificar la economía en forma democrática”. Si esto efectivamente es así, ¿por qué cree que hay tanta aversión contra lo estatal dentro de estos grupos políticos si países con una fuerte presencia del Estado son tomados como ejemplo a seguir?
Por ignorancia, porque aunque cada vez estamos más interconectados gracias a la tecnología, no siempre se divulgan las políticas públicas de otros países. Por ejemplo, Singapur es uno de los modelos que los libertarios de derecha presentan como ejemplo, omitiendo que, gracias al incentivo por parte del Estado, ese país pudo crecer. Singapur registra la tasa más alta en el mundo de vivienda pública, donde el 82% de la población vive en este tipo de vivienda, y de ese total, 95% son propietarios de por vida. Cuando se casan, el Estado los ayuda a comprar una vivienda. Cuando tienen más hijos, los ayuda a mudarse a una vivienda más grande, y cuando envejecen, pueden venderla y quedarse con una propiedad más pequeña o cobrar un ingreso anual que tendrán de por vida. Eso sí, a los 99 años esa vivienda vuelve a ser de dominio público, de modo que a lo sumo puede heredar una sola generación. Hay un impuesto obligatorio que pagan todos los ciudadanos para este fin, un 20% el trabajador y un 16% el empleador. De ese 36%, el 23% puede usarse para pagar la vivienda, y no tienen que usar dinero extra. Del mismo modo, Suiza y otros países europeos que los libertarios ponen como modelo tienen diversos tipos de ayudas sociales, una Asignación Universal por Hijo hasta los 18 años y, en general, pisos para evitar que una persona caiga en la pobreza absoluta.
¿Qué podríamos esperar, política y discursivamente hablando, de acá a las elecciones de octubre por parte de los diferentes frentes?
Si Milei llega a la presidencia, solo tendría 9 de 70 senadores, y 40 diputados sobre 257. Esta participación no es suficiente ni para el quórum que abre el debate en cada cámara. Milei dice que entonces llamará a un plebiscito, que si bien no es vinculante (no obliga a sancionar una ley), ejerce presión sobre los políticos. Pero para que la consulta sea efectiva, tendría que pedirla la Cámara de Diputados por mayoría absoluta.
Solo le quedan los DNU (Decretos de Necesidad y Urgencia), pero no es legal hacerlos sobre cuestiones penales (como el aborto, que Milei prometió plebiscitar), tributarias, electorales o sobre partidos políticos.
Si Milei llega a la presidencia, la libertad (del empresario) quizás avance con no pocos contrapesos en el camino. Y muy probablemente con represión, que es el destino que prometió para grupos que, como los docentes, ejerzan su derecho constitucional a la huelga, tal como consigna en la primera plataforma electoral que presentó junto a Espert en el 2021 con su anterior partido, Avanza Libertad.