Por Paloma Sol Martínez
Fotografía: Clara Pérez Colman

En el Día del Periodista, la Carrera de Ciencias de la Comunicación y su agencia de noticias homenajearon a la colega fallecida el año pasado. Había sido una de las pioneras de ANCCOM y también ejerció la docencia en la Facultad de Ciencias Sociales. Hasta su muerte, fue gerenta de Noticias de Télam.

Un Día del Periodista distinto, especial, centrado en el recuerdo, la pasión y en la figura del legado, que atraviesa fronteras físicas y temporales, cuestionando y rompiéndolas en el camino. Durante la tarde del miércoles 7 de junio, colegas y amigos homenajearon a Viviana Mariño con palabras y con la inauguración de una placa con su nombre, que ahora brilla resplandeciente en la entrada de la Sala de Redacción de ANCCOM, en la Facultad de Ciencias Sociales.

Viviana -o para muchos, Vivi- era graduada de la Carrera de Ciencias de la Comunicación y docente del Taller de Expresión III. Fue un espíritu clave en la fundación de la agencia de noticias ANCCOM, coordinando e iluminando el camino de periodistas practicantes, y gerenta periodística de la agencia nacional de noticias Télam. También fue una protagonista fundamental en la recuperación del diario Tiempo Argentino, a través de la conformación de una cooperativa que lo autogestiona hasta el día de hoy. Falleció el 24 de junio del 2022 a los 51 años, a raíz de una enfermedad que pocos sabían que estaba atravesando, y que nunca llegó a apagar la luz que Vivi llevaba con ella a donde iba. “Esa, la enfermedad, fue la única noticia que se resistió a dar”, reflexionó Diego Rosemberg, coordinador de ANCCOM y colega cercano a Vivi. La luz, casi un año después de su fallecimiento, sigue brillando. 

“Para nosotros y nosotras era muy importante hacer el homenaje a Viviana Mariño -explicó Larisa Kejval, docente y directora de la Carrera de Comunicación- porque de algún modo es una forma de seguir procesando colectivamente la partida de una compañera y de una gran amiga, pero, fundamentalmente, porque queremos dejar una huella, una marca institucional que recuerde su legado. Su legado como gran gran periodista que honró lo mejor el oficio, y su legado como gran, gran docente, generosísima en la formación de las nuevas generaciones”. Larisa cuenta que, antes de ser colega, Vivi era una amiga. Empezó siendo la compañera de las clases de los lunes, después la compañera de los jueves, hasta llegar a ser la compañía de las pizzas de viernes por la noche, y de algún asado de domingo. Así también la recuerda. 

“Vivi era una de las nuestras – reflexionó Larisa-. Me puse a pensar qué quiere decir esto, que Vivi haya sido y sea una de las nuestras. Quizás sea una referencia al hecho de que éramos parte de una misma generación, quizás sea una referencia a ser mujeres intentando romper techos de cristal, quizás signifique que Vivi expresaba perfectamente el resultado de esa rara avis que genera nuestra carrera. La capacidad de embarrarse y comprometerse políticamente desde el ejercicio de la profesión, la capacidad de enseñar y reflexionar sobre la propia práctica, la capacidad de gestar y gestionar el propio medio, de defender y construir lo público”.

Aún sin tener tiempo, cuenta Larisa, Vivi se las arreglaba para lograr todo esto. Aparecería luego en el homenaje la palabra “pulpo”, en un intento de entender y caracterizar la forma en que lograba estar en todo, y en todos lados, todo el tiempo. Siempre sonriente, siempre sabiendo qué hacer, qué caminos tomar y explorar sin miedo. 

Luego tomó la palabra María Rosa Gómez, titular de una de las cátedras de Taller de Expresión III. “Cuando hablamos de Vivi siempre aparece la palabra pasión”, destacó. Cuenta que era una apasionada por el periodismo, por todo lo que aseguraba la calidad y el valor de la práctica -apasionada por la búsqueda de la mejor información, de las mejores fuentes, pasión por estar en los cierres- pero cuenta que, sobre todo, era una apasionada por enseñar el periodismo, cosa que hizo eso de manera sobresaliente.

“No tengo mucho más para decirles -dijo María- la extrañamos -se le llenaron los ojos de lágrimas y la voz se le quebró-, la adoramos, por sus hermosos ojos, y por su sonrisa. Gracias”. Las manos de los presentes respondieron a las palabras de María: todas aplaudieron, aunque varias tuvieron que interrumpir intermitentemente su propia ovación para elevarse, aproximarse a los ojos y secar las lágrimas. 

Diego Rosemberg admitió, al igual que Larisa, haber escrito sus palabras con anticipación para prevenir lo más posible la imprevisibilidad de la emoción. Se refiere a la labor de Vivi en ANCCOM como la acción de tomar diamantes en bruto y pulirlos. “Estaba convencida de que los jóvenes no son el futuro, sino el presente -recuerda Diego-. Siempre nos decía: `Tenemos que escuchar a los pibes`, así decía ella, `a los pibes`. Y este es un lugar donde se forman los pibes, pero también donde se los escucha”. Luego, fuera del momento frente al micrófono, Diego destacó particularmente esta dedicación a la juventud que le salía naturalmente a Vivi, una dedicación atravesada por una admiración y un respeto muy profundo por los jóvenes.

Lamentó que los homenajes no se hagan en vida, pero reconoció la importancia del acto para los presentes, en tanto abrigo que podría, momentáneamente por lo menos, brindar un poco de ayuda para afrontar una partida tan temprana. 

“Darle a la redacción de ANCCOM el nombre del Vivana Mariño – explicó Diego – es casi una síntesis perfecta de los atributos identitarios de Anccom. Vivi era un torbellino lleno de adrenalina, y esta adrenalina es lo que nosotros intentamos transmitir en este espacio a los estudiantes. Este homenaje nos va a dar el abrigo porque nombrar es dar existencia, una identidad, y aunque suene paradójico, nombrar es dar vida”.