Por Jessica Castaño
Fotografía: Prensa

El director Jorge Colás cuenta cómo filmó «Viedma, la Capital que no fue», un documental que aborda el frustrado proyecto de Raúl Alfonsín de trasladar la sede administrativa del país a la Patagonia.

El director de cine Jorge Leandro Colás estrenó este jueves Viedma, la Capital que no fue, en Cine Gaumont, espacios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) del interior del país y Cinépolis Recoleta. El realizador habló sobre la producción del documental, que analiza el fallido proyecto de traslado de la capital hacia el norte de la Patagonia y anticipa: “Pensamos en la película como un organismo vivo que puede ir mutando hacia otras cosas como una serie o un podcast”.  

¿Cómo y por qué surgió la idea de este documental?

Yo soy de Viedma, vivo desde muy chico en Buenos Aires y la idea del traslado de la Capital Federal a Viedma siempre estaba dando vueltas en mi cabeza. Yo vengo haciendo documentales hace más de diez años, creo que es el formato más rico porque te permite trabajar con materiales reales, como la gente, los espacios, los archivos y los registros de cosas que son concretas, siento que ahí hay una fuerza que la ficción no tiene. Cada vez que digo en Buenos Aires que soy de Viedma la gente me responde: “Ah, de Viedma, de la Capital que no fue”. En un momento dije alguien va a hacer este documental y yo me voy a querer matar porque es una película que hasta me hubiera gustado verla a mí como espectador. No me demoré más y empecé a contactarme con los testimonios que muchos eran de un círculo bastante cercano y próximo, primero fueron charlas informales y después seguimos con todas las otras cuestiones que implican rodar un documental. Fueron alrededor de tres años todo el proceso de producción hasta al estreno de la película.

 ¿Cómo fue la elección de los testimonios y la recolección y edición del material de archivo?

El eje de la película siempre tuvo tres partes concretas con respecto a los entrevistados: la parte más política e histórica con gobernadores, diputados, intendentes de esas regiones involucradas en aquella época, otra parte arquitectónica con los arquitectos que organizaron el proyecto, que trabajaron desde Viedma y Buenos Aires y, por último, una tercera parte que tenía que ver más con lo social, con los vecinos que llegaron a Viedma en busca de un futuro mejor y también los vecinos que se veían afectados por el movimiento que iba a significar el traslado de la Capital. Así que, en base a esos tres ejes, fuimos buscando y encontrando a la gente más representativa de cada uno. Con respecto al archivo, trabajamos con una productora que es especialista en material de archivo audiovisual y dividimos la búsqueda en dos grandes grupos, uno que tenía que ver con las transmisiones oficiales que involucraban a Raúl Alfonsín, los spots publicitarios que promocionaban la nueva capital, que no estaban ni siquiera digitalizados, así que fue muy emocionante tener esos materiales inéditos en la película. Después, por otra parte, empezamos a rastrear los medios locales porque nos parecía interesante escuchar la historia desde los vecinos, los estudiantes y toda esa gente de la propia ciudad que estaba siendo involucrada en este proyecto de la nueva ciudad.

Hay mucha sorpresa de ver que en realidad fue un proyecto bastante concreto y que estuvimos mucho más cerca de lo que podemos pensar de modificar la Capital de Argentina y eso lo pone en escena la película.

Jorge Colás

 

  • ¿Qué significa para usted y para la gente de la Patagonia poder contar esta historia?
  • Me parece que está bueno que podamos contar en esta película todo ese proceso de tantos años y que salga un poco a la luz nuestra historia. Es muy importante porque mucha gente piensa que fue una idea de Alfonsín dicha en un discurso afiebrado y la verdad es que no fue solo eso. Al contrario, hubo un montón de gente trabajando para diseñar el proyecto desde el planeamiento general hasta la calefacción en cada una de las casas, estudios muy detallados de suelos, arboles, hasta un análisis de los hospitales de Viedma y Carmen de Patagones para saber si estaban en condiciones de brindarle atención de salud a toda esa gente que iba a llegar. Hay incluso una ley que fue sancionada y consensuada en la Cámara de Diputados y Senadores y que nunca fue derogada, muchas cuestiones que la gente se sorprende cuando empieza a ver la película. Hay mucha sorpresa de ver que en realidad fue un proyecto bastante concreto y que estuvimos mucho más cerca de lo que podemos pensar de modificar la Capital de Argentina y eso lo pone en escena la película.

 En el documental algunos testimonios hablan de esta idea como un fracaso. ¿Usted cómo califica este proyecto inconcluso?

En lo local, como viedmense siento que es verdad esa idea de la frustración, por algo que pudimos ser y no fuimos. Para toda la región este proceso de traslado de la Capital es como un hito, pero de algo que no pasó. Después en cuanto a algo más global, siento que la película y mi mirada tiene que ver con la nostalgia por esos primeros años de democracia en donde se pensaba un país que podía ser distinto, que podía ser mejor y dejar atrás los años tan terribles de la dictadura. Creo que ese intento de traslado fue tal vez en estos 40 años de democracia, el último gran proyecto drástico que podría haber cambiado el país, no hubo en este tiempo una propuesta tan marcada de cambiar el eje del país, federalizarlo y mirar hacia el sur pensando en potenciar la Patagonia.

 ¿Cuáles fueron las sensaciones en estos días de estrenos y cuáles son sus expectativas para los estrenos comerciales?

Fueron muy lindos los momentos de estrenos, primero en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), con gente principalmente de acá y ahí teníamos un poco de incertidumbre, porque era la sorpresa de una historia que quizás apenas sonaba en la cabeza de la gente. Finalmente, algo de razón teníamos porque muchos se encontraron con una historia desconocida así que fue un poco de sorpresa y fascinación de una historia que pudo cambiar el país y no lo hizo. Después, en Viedma, la carga emotiva fue impresionante, hicimos cinco funciones a sala llena y mucha gente con lágrimas en los ojos se acercó para decirnos que vio la película con un nudo en la garganta durante toda su duración. Ahora tengo mucha expectativa con lo que viene porque a pesar de que para los documentales es muy difícil el acceso a las pantallas y que la gente vaya a ver las películas al cine, siento que se está despertando un interés muy grande por este documental. Nosotros, junto a la productora, alentamos a que se acerquen porque trabajamos mucho la imagen y el sonido para que el ámbito natural sea el de la pantalla grande. Por eso, estamos muy expectantes al estreno y a que la película encuentre a su audiencia ideal en esos espacios para después más adelante poder abrir la puerta a otras ideas, como una serie o un podcast, que cuente más en profundidad todo lo que está un poco concentrado en la película y que quedaron afuera. Hay mucho más material del que suponíamos y eso nos hace pensar en la película como un organismo vivo que puede ir mutando hacia otras cosas y proyectamos en un futuro poder concretar estas ideas y que no sea “la serie que no fue”.