Por Candela Salgado
Fotografía: Mariel Bonino, Milagros Gonzalez, Sofía Barrios

Llega un nuevo 8M. En la agenda feminista sigue siendo central –además de la insoportable violencia física- las brechas de género y la desigual distribución de tareas domésticas. Los trabajos de cuidado aportan al PBI más que la industria y el comercio mientras el proyecto de Ley Cuidar en Igualdad sigue esperando en los cajones del Congreso.

Alejandra tiene 58 años y es ama de casa. Se encarga del cuidado de su nieto como lo hizo años atrás con la crianza de sus hijos. Además es emprendedora y artesana: vende mandalas y conservas por internet. Es solo una de las millones de mujeres argentinas que dedican sus días al trabajo gratuito doméstico y de cuidado, solas.

“Es importante concientizar sobre el trabajo tedioso y cansador de las mujeres en el hogar y la falta de remuneración a pesar de su importancia”, dice Alejandra. El proyecto de Ley Cuidar en Igualdad, presentado en el Congreso nacional el 2 de mayo de 2022 fue un avance en la propuesta por desnaturalizar los roles dentro del hogar. Pero aún espera tratamiento. Entre otras cosas, el proyecto reconoce el derecho a cuidar de monotributistas, cambia el régimen de licencias para personas gestantes y no gestantes, promueve la adaptación de las jornadas laborales para ellas y reconoce como tiempo aportado al sistema de seguridad social los períodos de licencia por tareas de cuidado, entre otras iniciativas.

En Argentina, según el INDEC, “Las mujeres pasan 5.7 horas por día haciendo trabajo de cuidado no remunerado mientras que los varones dedican en promedio sólo 2 horas diarias.”  La feminización de las tareas del hogar y la falta de organización social justa en la distribución de tareas entre hombres y mujeres dentro de los hogares es una realidad. Esto implica menos tiempo y posibilidades a las mujeres y niñas para acceder a estudios y trabajos de calidad.

Muchas mujeres, incluso, crean espacios de sociabilidad dentro del hogar y en el marco de las responsabilidades de cuidado. Por ejemplo, Alejandra ayuda a su hija en la limpieza y mantenimiento de la casa porque reconoce lo desgastante que es “trabajar fuera y volver al hogar a hacer las tareas sola”. Hay una transmisión de generación en generación de estos hábtios.

La Organización Internacional del Trabajo creó la calculadora del cuidado que permite visualizar la remuneración en base a las horas que se dedican a las tareas de cuidado, mostrando las diferencias de género.

 

En Argentina esta actividad no está contemplada en el cálculo del PBI. Pero un trabajo de la Dirección de Nacional de Economía, Igualdad y Género, realizado en 2020, señala que si se realizara tal medición, las tareas de cuidado aportarían un 15,9% al PBI argentino, es decir dos y cuatro décimas más que el comercio y la industria, las dos ramas que más contribuyen al producto bruto argentino.

Este 8M, con nuevas voces y nuevas luchas, carga aún con la consigna “Eso que llaman amor, es trabajo no remunerado”. El objetivo es visibilizar el valor social y económico de las mujeres como Alejandra que aseguran la reproducción y el bienestar de sus hogares solas. Además de promover el derecho de cuidar y ser cuidado a todas las personas.