Por Lucía Bernstein Alfonsín
Fotografía: Gentileza Alejandra Bartoliche

Una patota a caballo que responde al magnate Joe Lewis, y con la apatía policial de su lado, atacó a los participantes de la Séptima Marcha por la Soberanía de Lago Escondido. La reportera gráfica Alejandra Bartoliche, salvajemente agredida mientras intentaban robarle la cámara, relata la experiencia.

“Eso no fue una batalla, en una batalla hay por lo menos dos sectores que se golpean. Acá hubo gente que estaba a caballo, que tenían fajones, látigos, fustas y que, en una disparidad de fuerza absoluta, le pegaron a ocho personas indefensas que solo tenían sus botellas de agua, un celular y una cámara. Vos no le podes pegar a alguien así ¿podes discutir? sí, ¿podes gritarte? sí, pero no podes golpear así a ocho personas indefensas”, dijo Alejandra Bartoliche, fotoperiodista y hace veinticinco años corresponsal de la agencia de noticias Télam en Bariloche. Alejandra, en su cobertura de la séptima Marcha por la Soberanía de Lago Escondido organizada por la Fundación Interactiva para Promover la Cultura del Agua, fue víctima de una espiral de violencia que culminó en el camino de Tacuifí, cuando ocho manifestantes y la periodista gráfica fueron atacados por un grupo de peones rurales armados de la zona que presuntamente responden al magnate Joe Lewis, o no tan presuntamente si se considera que la marcha era una denuncia en su contra.

 “Todos los años se hace esta marcha, esta es la séptima, y yo me fui a cubrir como lo hago todos los años. Llego al lugar, esto queda a sesenta o setenta kilómetros de Bariloche, es un camino vecinal donde han puesto una valla, que más que una valla es una reja de hierro muy fuerte, y ya desde la mañana había empezado todo muy pesado. Del lado de los pobladores se los veía muy organizados y bastante beligerantes desde lo verbal”, relató la trabajadora de prensa mientra hacía un raconto de los hechos sucedidos ese día.. “Yo me acerco al lugar donde estaba esta hostilidad y me presento como periodista de Télam -completó-. En ese momento se me ríen en la cara y me empiezan a echar de la vereda pública mientras me gritaban amenazas. Ahí me voy, con un cruce de palabras fuertes, pero me voy”. 

 “En un momento se da la situación de que un grupo va a entrar y cuando me entero les digo que yo quiero ir. Estaba buscando la nota distinta, y esa estaba del otro lado del portón. Era una cobertura, si ellos iban yo iba a ir con ellos”, contó la fotógrafa y agregó que al avanzar unos kilómetros se detuvieron cuando vieron a los pobladores reunidos. “La gente que había entrado eran manifestantes y dirigentes de organizaciones, ellos se presentaron como tal y yo también me presenté como periodista de la agencia de Télam”, recordó.

 El camino de Tacuifí, bloqueado por un portón alto de hierro duro, es una de las vías posibles para llegar al Lago Escondido. Hay una sentencia y una ratificación que habilita la apertura del camino pero no se ejecuta por una apelación de Joe Lewis y otros propietarios de la zona. “Es un camino como cualquiera donde podés pasar con el auto. Había carteles de la Huella Andina, de parques, de ciclismo, o sea que era un camino evidentemente público o en todo caso con servidumbre de paso, un camino vecinal”, explicó Bertoliche a ANCCOM.

Por la mañana, en la barrera de hierro, los pobladores ya habían atacado a los manifestantes. “Le habían robado el celular a un periodista y hubo toda una negociación para que se lo devolvieran -contó Bertoliche-. Tenían gas pimienta y en un momento salió uno a rociar a los manifestantes y a los periodistas que estábamos cubriendo”.

 “La cuestión es que llegamos al lugar, nos presentamos y los pobladores nos amenazan, nos dicen: ‘Váyanse porque van a salir lastimados, hágannos caso’. Yo ahí ya noté que eso se iba a poner difícil, que no nos iban a dejar pasar pero, además, que no nos iban a dejar enteritos. Muy lentamente me retiro y me pongo al lado de un árbol para refugiarme. Ahí se abalanzan con los caballos y empiezan a lastimar gente. Lastiman a Gabriel Berrozpe (concejal de Quilmes por el Frente de Todos) y a Celeste Fierro (dirigenta del MST), a ella le rebanan parte del cuero cabelludo directamente. Sigue temblando el ojo cuando me acuerdo de cómo le pegaban en la cabeza a otra chica joven que estaba ahí. Mientras nos golpeaban unos había otros que armaban revuelo con la tierra para que no se viera nada, una estrategia bastante buena te digo, se los veía muy organizados: tenían gas pimienta, armas, estaban los jinetes con los caballos”, dijo la periodista mientras se acariciaba el brazo en donde se dejaba ver un moretón.

 

l mismo día de lo sucedido se comenzó a difundir un video de la situación grabada desde arriba con un dron. Allí se podía ver la secuencia del ataque y el momento exacto donde violentaban e intentaban robarle la cámara a la periodista. El cansancio y la indignación no impidieron que Bertoliche relate la secuencia a ANCCOM: “En un momento me descubren detrás del arbol salgo corriendo pero me rodea un caballo de color blanco con un tipo arriba que no me dejaba salir. Me gritaba ‘andate’, y yo me quería ir pero no me dejaba salir. Ahí se me acerca un caballo que me intenta arrebatar la cámara, yo me agarro de la correa y le digo que yo soy periodista, que me deje ir. En ese momento yo estaba funcionando como periodista, lo único que me importaba era que no me robaran la cámara, todo eso había sido tan violento que no podía quedar ningún registro. En un momento logro sacarle la cámara y algo me golpea y caigo para atrás lastimándome la cabeza y la espalda con una piedra. Medio mareada me acurruco porque no sabía si me iban a fustigar, pero el caballo ya se había alejado, así que me levanto, agarro la cámara y salgo corriendo”.

 “Nos reunimos todos ahí, a doscientos metros del lugar y ahí yo sigo foteando a los heridos que iban llegando. Estábamos pendientes porque nos alejamos pero estábamos ahí no más y ellos seguían ahí con los caballos, o sea que si hubieran querido volvían en cualquier momento- continúa Alejandra-. El dron alertó todo lo que había pasado y después de dos horas aproximadamente se acercó una camioneta particular con policías adentro. En ese momento nos quedamos duros, porque no solo la camioneta hizo el amague de llevarnos puestos cuando se acercó, sino que adentro había dos de los pobladores que nos habían atacado antes. Uno de ellos de hecho me había amenazado a la mañana y en ese momento me miró y me dijo: Vos tené cuidado porque ahora estás acá adentro’. La policía no decía nada, yo creo que les tenían miedo también. Los policías que estuvieron ese día eran en su mayoría muy jóvenes, sin identificación y muy asustados, parecían recién salidos de la escuela de cadetes. Ahí mismo se le pide a la policía que se retire del lugar a los que nos habían violentado y que se pida una ambulancia para los heridos.” 

 “Así que viene la ambulancia que primero se lleva a los más heridos, después nos sacan a nosotros que estábamos menos lastimados y nos llevan a una salita sanitaria que estaba por ahí. Yo me bajo de la ambulancia, la médica me dice que nos tiene que revisar, pero me las tomo rápido porque quería mandar el material. No sabía qué podía pasar, si me iban a robar la cámara, si me iban a interceptar, si me iban a parar y sacar la tarjeta. Así que tomé la decisión de salir rápido y después fui al médico para que constatara las lesiones”, contó la trabajadora de prensa.

 “No es joda lo que pasó. No nos quisieron asustar, nos quisieron lastimar y dentro de todo la sacamos muy barata. Yo en particular la saqué muy barata, pero estos tipos fueron a hacer algo muy violento. Parece la dictadura. Yo que tengo mis años, esas son prácticas que no me olvido, los milicos fueron mucho más furiosos, pero esto parecía una tierra de nadie donde la ley no funcionaba – manifestó Bertoliche-. No puede ser que haya gente justificando esto diciendo que entramos a un lugar privado. Primero, entramos a un camino, no entramos a la casa de nadie, a la cocina de nadie, ni al baño de nadie. Y aunque hubiéramos entrado bajo la ley argentina vos no podés hacer uso de arma propia para sacar a alguien a fustazos, esto es democracia, tenemos una constitución y hay leyes. Lo que pasó el otro día fue vandalismo, vandalismo absoluto e impune, porque aparte estaba la policía ahí. Es muy poderoso Lewis evidentemente, para que este grupo lo defienda esto de tal forma, algún beneficio deberán tener”. 

 “Ya se presentaron varias denuncias, en una yo soy testigo y ahora con el departamento jurídico de Télam estamos viendo de hacer una denuncia penal. A mí acá me amenazan seguido, pero siempre fue algo verbal o por redes. Ahora evidentemente tenemos que hacer algo porque es la única manera de proteger, no solo a mí, sino a la gente que trabaja en prensa. Porque yo en ningún momento me presenté como otra cosa que no soy: periodista de la agencia Télam. Yo cubro eso cómo cubro “turismo en Bariloche” o “Nevada en Bariloche”, explicó la periodista. 

«No es joda lo que pasó. No nos quisieron asustar, nos quisieron lastimar. Estos tipos fueron a hacer algo muy violento. Parece la dictadura», describe Bartoliche.

El conflicto de Lago Escondido no es nuevo, el reclamo de los manifestantes es lograr la apertura de los caminos públicos para conectar la Ruta Nacional Nº 40 con el lago, ubicado detrás de 12000 hectáreas que Lewis compró en 1996 y que, desde 2005, se encuentra en conflicto con las leyes argentinas. “La Patagonia es un lugar de litigio permanente y una disputa permanente. Lo que se está pidiendo acá es que se abra el camino a Lago Escondido, nada más ni nada menos. No quieren abrir el paso porque es una zona de conflicto, es una zona geopolítica, es una zona de río y están las hidroeléctricas. Lewis tiene muchas propiedades y negocios en Argentina, sobre todo con el poder, porque sino los jueces no hubieran ido a su casa, me imagino. Vos no invitás a cualquiera a tu casa, invitás a gente que conocés. No es casual”, dijo la periodista a ANCCOM.

 “Espero que todo esto se solucione pronto, porque año a año la violencia incrementa. Hay mucha gente que viene año a año, pero también hay vecinos que después se tienen que quedar acá viviendo al lado de las mismas personas que los amenazan, estamos hablando de gente que tiene una brutalidad física temeraria -explicó Alejandra-. En las redes, algunos periodistas, dirigentes políticos están diciendo cosas que hace años no se escuchaban. Incentivando la violencia permanentemente, diciendo a la gente que se arme. Nosotros venimos de una dictadura tremenda, entonces decirle a alguien ‘hay que matar a todos’, ‘necesitamos un Videla’, es tremendo. Y en los pueblos chicos, como nos conocemos todos, tiene todavía más peligrosidad. Es una vulnerabilidad absoluta tener que vivir al lado de las personas que hace unos días te violentaron”. 

 “Por suerte yo tengo estos colectivos e instituciones, como A.R.G.R.A. (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina), como SIPREBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires), institucionalmente Télam, que me bancan, pero igual es peligroso -dijo la periodista luego de mencionar que hace menos de un mes se recordar el asesinato de Jose Luis Cabezas-. Es una vuelta a una práctica que uno pensaría que ya había superado, pero hay mucha gente incentivandolas otra vez”. 

Repudio

La Agencia de Noticias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (ANCCOM), se solidariza con la fotoperiodista Alejandra Bartoliche y con el resto de los manifestantes agredidos y repudia todo acto de violencia que atente contra la libertad de expresión. Asimismo, expresa su preocupación por la aparición de grupos paraestatales que reprimen a ciudadanos que ejercen su derecho a la protesta social.