Fabián Doman triunfó en las elecciones de Independiente y ocasionó una ola de festejos por parte de las principales figuras del PRO. Esto trajo nuevamente la atención sobre el vínculo entre política partidaria y clubes. ¿El fútbol es ahora un espacio de disputa? ¿Detrás viene la idea de la privatización de las instituciones?
óTras arrasar en las elecciones a comienzos de octubre, Fabián Doman fue elegido como el nuevo presidente de Independiente, marcando el final de la conducción del líder del sindicato de Camioneros, Hugo Moyano. En el frente ganador se destacan las figuras de Néstor Grindetti, actual intendente de Lanús por el PRO, como vicepresidente primero, y la del diputado nacional y referente del partido en la Provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, como vocal.
Al conocerse los resultados, otras figuras de peso en el PRO como Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta (confeso hincha de Racing) o María Eugenia Vidal (simpatizante de Boca) festejaron la victoria del frente como suya, algo que generó muchas repercusiones y trajo nuevamente la discusión acerca de las vinculaciones entre fútbol y política partidaria.
Ariel Scher, periodista deportivo y escritor, recuerda una idea de Michel Foucault (“donde hay poder, el poder se disputa”), para explicar lo que ocurre en el fútbol: “La disputa tiene un largo recorrido en la historia de los clubes y en particular en la Argentina donde los clubes han sido un agente socializador y desde luego un espacio de identidad fortísimo”, afirma Scher.
En nuestro país, el fútbol es un vórtice en el que se encuentra casi todo: el espectáculo, la pasión, la tradición, el barrio, la creación de identidades, pero también mucho dinero y, por lo tanto, poder. Por eso no es extraño que quienes lo disputan -ya sea desde los partidos políticos o desde los tronos del imperio económico- miren ese espacio y quieran formar parte: “Hace política Cambiemos, hace política el PJ, hace política Disney”, dice el columnista del programa radial Aquí, allá y en todas partes y Especial Qatar .
El autor y periodista deportivo de Tiempo Argentino y otros medios, Alejandro Wall coincide en este punto con Scher. Para él, las disputas políticas en los clubes hablan bien de su vida social y política como las asociaciones civiles que son: “Donde no hay política, en todo caso, es en clubes que fueron gerenciados o que son conducidos de manera autoritaria, en donde no hay posibilidad de oposición”, sostiene. También entiende, al igual que Scher, la importancia del fútbol y las potencialidades que ofrece: “Por supuesto que el fútbol permite hacer negocios, el fútbol da visibilidad, el fútbol da un montón de cuestiones y por tanto eso hace que desde distintos sectores políticos quieran entrar dentro de esa lógica”, expresa el integrante del equipo del programa de Radio con Vos llamado Pasaron Cosas.
Para este periodista, lo que resulta más novedoso es la hegemonía que logran algunos partidos políticos en determinados clubes. En el caso de Independiente señala la fuerte presencia de Juntos por el Cambio y destaca que dirigentes de mucho peso de la coalición, que en algunos casos no eran socios ni hinchas del club, celebraron como un triunfo propio la victoria de Doman. Algo similar sucedió en el caso contrario, recuerda Scher, con la derrota de Daniel Angelici y el macrismo en Boca en 2019, donde el triunfo de Jorge Ameal fue celebrado por sectores más ligados al oficialismo nacional. Sin embargo, esto no sería algo nuevo en ambos clubes, ya que previamente otros espacios tenían un predominio muy marcado sobre ellos. En el caso de Independiente el sindicato de camioneros conducido por Hugo y Pablo Moyano gobernó el club desde 2014. Lo mismo ocurría en Boca, “un club colonizado por el PRO”, como lo describe Wall, hasta la derrota de Angelici en 2019. Allí se dio el proceso inverso, ya que Mauricio Macri ingresó en la política utilizando su gestión en el club como plataforma.
En disputa
“Resulta difícil encontrar una hegemonía tan marcada en otros clubes. Por lo general existe una convivencia de dirigentes de fuerzas diversas que pese a no comulgar o compartir listas en otro tipo de comicios pueden lograr acuerdos en sus clubes”, opina Scher. Para el periodista, a veces el fútbol desdibuja esa idea de un un traslado automático de los alineamientos de otro lugar a los de un campo como el de los clubes. Eso podría deberse a que el vínculo entre estos dirigentes primero se da por el lazo con el club que comparten antes que por su pertenencia política: “Da la impresión de que quizás algunos actores de la política no tienen diferencias tan agudas en términos de su concepción del mundo como podría parecer en un principio”. Incluso en los ejemplos antes mencionados de Independiente y Boca puede encontrarse esa convivencia de sectores diferentes. Durante la gestión de Mauricio Macri en Boca existían alianzas con figuras políticas ajenas al PRO como el actual presidente del club xeneize, Jorge Ameal o el fallecido sindicalista y diputado nacional justicialista, Roberto Digón. En Independiente, durante la gestión de Hugo Moyano, se dio la presencia de dirigentes que luego pasaron a estar en la conducción actual, como es el caso de Cristian Ritondo o de Carlos Montaña, exfuncionario de Alicia Kirchner y actual de Sergio Berni en el ministerio de Seguridad bonaerense.
Lo mismo ocurre en clubes como Racing o River, por mencionar a algunos de los más conocidos, donde dirigentes vinculados a Rodríguez Larreta coexisten con partidarios de Máximo Kirchner y La Cámpora. En el club de Avellaneda esto fue evidente cuándo, aún pese a sus diferencias a nivel nacional, ambos dirigentes brindaron su apoyo a la conducción oficialista de Víctor Blanco. San Lorenzo tuvo como presidente a Matías Lammens, actual ministro de Turismo y Deporte en el gobierno del Frente de Todos y ahora es dirigido por Horacio Arreceygor, Secretario General del Satsaid (Sindicato Argentino de Televisión). La lista de nombres es interminable.
Todos mezclados
“Lo que suele suceder es que hay dirigentes que hacen política y no hay nada de malo en que lo hagan. El problema está en que un grupo determinado controle un club porque entonces el club pierde el rumbo y la lógica, o mejor dicho el objetivo para el cual está hecho que es básicamente un club social de fútbol, con deportes y demás”, afirma Wall.
Scher cree que la victoria de una fuerza política en un club no implicaría una dominación total y homogénea de la misma sobre la institución, o por lo menos no de forma automática. Eso no quiere decir que no haya una intencionalidad, como bien se vio en algunos de los ejemplos anteriores: “En construcciones tan lábiles y multiformes como estas a veces es difícil ser tan rotundo como en otros terrenos”, opina el periodista.
José Luis Lanao, periodista deportivo de Página 12 y otros medios, trae al debate una idea interesante: “En los clubes se está llevando a cabo una disputa ideológica que traspasa lo partidario”. Para Lanao hay un intento del poder económico de ingresar en los clubes con el objetivo de privatizarlos y gerenciarlos: “Detrás de lo político siempre está lo económico”. Por eso no es rara la aparición de dirigentes que comulgan con estas ideas apoyados por el exitismo que rige en el fútbol argentino. Nunca faltan los hinchas que movidos por la urgencia del triunfo inmediato abren las puertas a proyectos de sociedades anónimas que prometen grandes inversiones a los clubes a costa de sacrificar el espacio social para la comunidad.
El periodista de La Tecl@ Eñe y Revista Haroldo sostiene que en algunas oportunidades hay dirigencias que apuntan al deterioro de los clubes para que sea mejor recibida la llegada de fuertes grupos empresarios y posibilitar la compra del club sin enfrentar mayores resistencias. Entre algunos ejemplos el periodista menciona el caso del Barcelona en España, cuyo derrumbe en el último tiempo fue consecuencia de malos manejos dirigenciales, con la salida de Messi como máximo exponente. De esa forma se podría esconder la llegada de poderosos inversores árabes, como ha ocurrido en otros equipos europeos. Dentro de estos empresarios vinculados al mundo del fútbol, Lanao alude a un argentino que actualmente es el máximo accionista del club español Elche, Christian Bragarnik, cuya sigilosa influencia crece cada vez más en el fútbol argentino y sus equipos. Desde su llegada a Defensa y Justicia como asesor, gerente y director deportivo, hoy el nombre de Bragarnik suena en clubes como Arsenal de Sarandí, Rosario Central, entre otros.
En el fútbol argentino la resistencia a estos embates del poder económico se sostiene gracias al apoyo de organizaciones sociales y un sector de hinchas movilizados. Sin embargo, sin un claro compromiso ideológico por parte de las mayorías, Lanao teme que los clubes argentinos podrían seguir los pasos de los equipos europeos o, incluso, los casos no tan lejanos de Chile, Uruguay y el reciente ejemplo de Brasil, donde se aprobó una ley que permitió la creación de clubes empresas.
Queda claro que las disputas políticas en el fútbol no son algo nuevo ni mucho menos. Sin embargo, en el último tiempo se observan intenciones de ir en direcciones más polarizadas con resultados que pueden no ser tan evidentes a primera vista. El tiempo dirá si estos casos son excepciones a la regla y la pluralidad de voces prevalecerá en los clubes o si este es el comienzo de un nuevo modo de hacer política en el fútbol argentino.