Por Axel Schwarzfeld
Fotografía: Milagros Gonzalez

El periodista deportivo Alejandro Ansaldi publicó «Fútbol Ciego», un libro que da cuenta que no existe un único tipo de fútbol.

El televisor o la radio informan todo el día sobre lo que sucede en el fútbol profesional masculino, ya sea nacional o internacional. Escasas veces se habla de otros deportes, a menos que haya equipos que lleguen a una final… y la ganen. Fútbol Ciego (el arte de volar como Los Murciélagos) es un libro publicado por Ediciones Al Arco, que se aleja de lo convencional para mostrar las historias de los miembros de un conjunto del que poco se habla: la Selección de Fútbol para Ciegos de Argentina. Su autor, el periodista deportivo Alejandro Ansaldi, dialogó con ANCCOM acerca del proceso de realización del libro y los estigmas sociales que hay sobre las personas con discapacidades visuales.

¿Qué te inspiró a escribir sobre Los Murciélagos?

En mi casa hay dos grandes temas. Uno son los ciegos porque mi mujer, Natalia, es profesora de ciegos y el otro es el fútbol, porque yo soy “enfermito” del fútbol. Fuimos a ver a Los Murciélagos en la Copa América 2009, porque ella me invitó. Empezamos a ser novios y el plan era verlos. Cuando los vi jugar no podía creer lo que había visto, re groso juegan. Algo me pasó en esa primera vez que los vi y siempre quise escribir un libro pero no sabía de qué y el año pasado dije: «Pero si yo tengo el tema en mi casa, es esto». Quería contar cómo era jugar al fútbol ciego y que le llegue a alguien la que no conocía a Los Murciélagos, que no sabía que existía esa chance, que se puede jugar al fútbol aunque no se vea, o a una familia que tiene un nene ciego.

¿Qué inquietudes tuviste al escribirlo?

No tenía idea si era interesante para el público en general, porque una cosa es mi mujer que está en ese mundillo y me dice: «Dale para adelante». O mis amigos, que me quieren mucho: «Dale, vos escribís bien, está buenísima la historia». Pero yo no sabía porque es mi primer libro. Cuando hacés un libro, hasta que no lo terminás y lo mostrás a una editorial, decís: “Capaz que no le interesa a nadie”. Creo que acerté porque es un tema inédito, ese fue mi primer golazo. Hay un libro de la biografía de Silvio Velo y uno del reglamento, pero no había de Los Murciélagos.

¿A qué alude el subtítulo “El arte de volar como Los Murciélagos”?

A que los tipos a partir de una situación muy adversa, lograron hacer un montón de cosas. Lo que hacen ellos, no lo podemos hacer nosotros. La persona que ve no lo puede hacer y muchos ciegos que no juegan al fútbol tampoco, porque tenés que pasar por esa experiencia. Tenés que ser ciego y vivir todo ese proceso que vivieron, de encontrar que existía una posibilidad de jugar al fútbol con pares y eso les permitió crecer. El grupo tiene una motivación de superación y de alegría ante una situación que es terrible. Si yo me quedo ciego, me quedo tirado en un sillón llorando y no sabría cómo seguir mi vida. De hecho a ellos les pasó, vivieron un trauma tremendo en el cual después descubrieron el fútbol y la vida les cambió rotundamente. Muchos a partir de ahí consiguieron trabajo, empezaron a viajar solos, se casaron, tuvieron hijos y volaron al mundo. Esa es la metáfora de volar como un murciélago. Es un arte lo que ellos logran hacer, además del juego de palabras, con el fútbol, con lo bien que lo hacen.

“Años atrás el modelo de la persona ciega era el pobrecito, incluso lo es hoy para muchos que desconocen el tema. El ciego era el que daba lástima, el desvalido al que había que ayudarlo en todo”, te cuenta Enrique “Quique” Nardone, ex entrenador de Los Murciélagos, en uno de los capítulos. ¿Coincidís con su mirada?

Sí. Todavía pasa. Cuando Naty le cuenta su profesión a alguien, la primera respuesta que le da la gente es: «Ay qué buena que sos, trabajás con los pobres cieguitos». Ella se enoja y les explica: «¿Qué pobrecito? Pobrecito vos, porque estos pibes pueden hacer casi todo». La sociedad piensa que es un tipo que ya no puede hacer nada y Los Murciélagos me demostraron que pueden hacer de todo. Cuando una persona queda ciega, lo sientan en una silla. Cuando hay sol lo ponen afuera, cuando llueve lo meten a casa y así hasta que se va a dormir. Le dan la comida, el tipo no se mueve, lo ayudan a ir al baño. Cuando consiguen lograr su independencia y esa libertad, te das cuenta que no hay una limitación propia, a veces tiene que ver con el entorno familiar que no ayuda.

¿A qué te referís?

Es fundamental cómo son los padres de los chicos que se quedan ciegos. Cuanto más lo sobreproteges al pibe, menos chances le das. Yo tengo hijos chicos, también me pasa. Hay que tener mucho coraje y valentía para tener un pibe ciego y mandarlo a jugar a la pelota, pero ese empuje de “andá a jugar y aunque te choques y te rompas la cabeza, levantate y seguí jugando”, hace que esa persona después crezca y se desarrolle. El que está sobreprotegido y lo guardan en una cajita de cristal no puede desarrollarse. Los padres de estos chicos son ejemplares, porque los empujan a hacer deporte y los dejan viajar en colectivo solos. Yo a mis hijos no los dejo ni ir a la esquina.

¿Tuviste algún prejuicio sobre Los Murciélagos?

No sé si prejuicio, pero lo que me sorprendió y me conmovió es que me demostraron que son recontra felices. No se quejan de ser ciegos. No es un tema importante entre ellos y eso te enseña porque después en la vida no lo aplicás. Terminé el libro y dije: “Aprendí todo, ya está, ya sé que no me tengo que quejar de boludeces”, y al rato pinché una rueda y estaba puteando. Es difícil después tratar de llevar eso a la realidad.

El técnico me dijo: “Dale jugá con los ojos tapados, pero después vas a jugar con los ojos destapados y tampoco vas a tocar la pelota”. No pude hacer nada. No tenía chance de tocar la pelota y fue muy fuerte; ahí te das cuenta lo difícil que es.

Alejandro Ansaldi

 

Al final del libro contás que jugaste un partido con ellos. ¿De quién fue la idea?

Mía. Yo quería jugar con ellos y comprobar lo difícil que era. El técnico me dijo: “Dale jugá con los ojos tapados, pero después vas a jugar con los ojos destapados y tampoco vas a tocar la pelota”. No pude hacer nada. No tenía chance de tocar la pelota y fue muy fuerte porque ahí te das cuenta lo difícil que es. Para nosotros que vemos es imposible porque ellos desarrollan un montón de sentidos que nosotros no, por más que te tapes los ojos. Ellos desarrollan la ecolocalización. Chasquean los dedos y se dan cuenta a qué distancia está la pared, a qué distancia estás vos y ellos escuchaban la pelota que yo iba a recibir antes de que yo la reciba. Fue una experiencia buenísima, pero en el momento sufría porque quería hacer algo, hacía calor, estaba cansado, quería agarrar la pelota, hacer un gol. Después, cuando pude ver, agarré la pelota pero tampoco pude hacer nada. Ellos tienen movimientos sincronizados, juegan en velocidad, son jóvenes, son atletas de élite. En los rankings Los Murciélagos son número 1. Vos decís: «Ah son ciegos, les voy a ganar». No, no tuve chance.

¿Por qué el periodismo en nuestro país casi nunca habla de ellos?

Al periodismo no sé qué le pasa, por ahí hay gente que piensa que no es negocio y es culpa también de nosotros, los periodistas, que no tengan más difusión. Si nosotros no lo contamos, la gente no se va a interesar. Acá fue tapa de Olé cuando Los Murciélagos ganaron en 2006 el campeonato del mundo, pero como una cosa rara y extravagante. La sociedad mira para otro lado cuando se trata de discapacidad, no le gusta ver al discapacitado. Esto es para mostrar, porque además es alegre. No voy a ganar plata con el libro. No te voy a negar el ego, porque somos periodistas y todos queremos crecer y que nos conozcan. Pero lo que quiero es que se difunda, que llegue a todos lados, que la gente se entere de ellos.

Acceso libre para personas con dificultades visuales

Fútbol Ciego (el arte de volar como Los Murciélagos) está disponible en versión digital gratis para cualquier persona con discapacidad visual u otras dificultades para la lectura impresa, en la Biblioteca Tiflolibros