Por Lucía Bernstein Alfonsín
Fotografía: Sabrina Nicotra

A 20 años de su asesinato en manos de la Policía Federal, sus familiares y amigos le rindieron homenaje. Madres en Lucha exigió la Ley Integral contra la Violencia Institucional.

Tres pibes cruzaban por el Puente Alsina. Era de madrugada y no había flores ni gente, como hay ahora. Hace veinte años Julio, Claudio y Ezequiel volvían a sus casas cuando uniformados de la Federal los frenaron. 

“Ezequiel Demonty. Detenido, torturado y desaparecido por la Policía Federal de la comisaría Nº 34 el 14 de septiembre de 2002. Encontrado sin vida en el Riachuelo el 21 de septiembre de 2002”, decía el cartel del barquito de madera cubierto de flores. Cerca de ciento cincuenta personas se reunieron en la orilla del Riachuelo, a un costado del puente renombrado Ezequiel Demonty, para conmemorar los veinte años de su brutal asesinato. 

Con sus buzos amarillo flúo, los trabajadores de vialidad cortaron el puente para dejar pasar a la familia, amigos y compañeros que se reunían para descubrir la placa de señalización del “Puente Ezequiel Demonty”. “Esto es parte de la agenda que venimos reclamando los familiares de víctimas de violencia institucional. Todos los familiares necesitamos que nuestros hijos permanezcan en la memoria por un Nunca Más”, dijo Dolly, la mamá, agarrada de su cartera mirando, con sus singulares ojos tristes, a la comunidad que la escuchaba atenta. “Tenemos puente la puta que los parió”, cantaron todos entre lágrimas, abrazos y dedos en V.

“Que fuerte, que fuerte ver ese cartel ahí. Aparte el cartel es oficial, ninguna gilada”, se escuchó entre medio de la multitud que subía nuevamente a la vereda para dirigirse hacia la orilla del Riachuelo. 

A Ezequiel y a sus dos amigos los obligaron a saltar por el puente una madrugada de septiembre. Julio y Claudio llegaron nadando a la costa, mientras que Ezequiel permaneció desaparecido una semana. Los policías que detuvieron, torturaron y desaparecieron a Ezequiel, lo empujaron a su muerte. 

“Hace veinte años estábamos acá, al lado de Dolly, y la verdad que fue muy duro. Hoy nos acordábamos de lo que fue estar abajo del puente esos siete días, con la lluvia, con el viento. Pido un fuerte aplauso porque fue un soporte muy grande la gente que estuvo siempre y nos acompañó desde el primer día”, dijo Lu Martínez, la maestra de Ezequiel. De fondo, colgando del puente, el cartel de cinco metros en el que se leía “Ezequiel Demonty Presente”.

“Esto es una herencia de la dictadura y nosotros y nosotras como militantes del campo popular no tenemos camino que no sea el de asumir la responsabilidad de transformar esta realidad -dijo Lucía Cámpora, diputada por el Frente de Todos en la Ciudad de Buenos Aires-. Nos hicimos cargo cuando fuimos oposición y sobre todo nos tenemos que hacer cargo cuando somos Gobierno. Por eso peleamos para que se pueda sancionar, tanto en el Congreso Nacional como en la Legislatura de Buenos Aires, el Proyecto de Ley Integral Contra la Violencia Institucional”.

“Que el nunca más sea nunca más”, decía el cartel. Las remeras verdes de Nueva Chicago, el club de fútbol del que Ezequiel era parte, acompañaban y llenaban de color la jornada. 

Otras caras también se hicieron presentes en la memoria y en las remeras de todas las referentes de la organización “Madres en Lucha”: David Orona, Fabian Gorosito, Miguel Bru, Judith Alice Giménez, Ramon Santillán “Sugus”, Sebastián Bordón, Andrea Viera y Mariano Witis, todas víctimas de la violencia del Estado.

“Para mí, este Riachuelo es igual al risco donde dejaron sin vida a mi pibe. Es la misma sensación que tengo, el mismo dolor. El horror de lo que hicieron con la vida de Ezequiel es el mismo horror que sentimos en cada una de las vidas que arrebata la fuerza de seguridad del Estado”, dijo Miriam Medina, madre de Sebastian Bordón, mientras cientos de manos limpiaban las gotas de lágrimas. ¿Cómo condenar lo incondenable? ¿A quién sacia la condena cuando no hay retorno? Entre el dolor y la memoria Miram exigió una demanda muy concreta: “¿Dónde está la decisión política del Estado para cambiar esta fuerza de seguridad? Basta de tortura de una vez. Basta de desaparecer a los pibes. Basta de terror. Pero basta enserio ¡De discursos estamos hartas, queremos que accionen! Seguimos de pie y seguimos por Ezequiel, por Sebastian y por cada pibe y piba que nos falta”.

 

“Más que nada quería agradecerles a todos por acompañar. Por las caras que veo cada año y por las nuevas” dijo David. Con veinte años, el hijo de Ezequiel habló por primera vez a la comunidad.

“Podrán cortar todas las flores pero no detendrán la primavera”, dijo Neruda una vez. En medio de las decenas de personas, con un ramo de flores rojas y su gorro con la cara de Ezequiel, Dolly sonreía. “Esta es una lucha colectiva, lo aprendí en el camino -dijo a la vez que dejaba salir dos lágrimas-. Ezequiel ya no es más mío, ni de las madres. Ahora también es de los jóvenes y de la militancia, de todos los que tomaron a Ezequiel como bandera de la lucha contra la violencia institucional”.

“Ezequiel Demonty”, gritaron fuerte. “¡Presente!”, contestaron todos mientras las flores rojas y blancas caían sobre el agua y acompañaban al barquito de Ezequiel que se alejaba de la orilla. “Ahora y siempre. Ahora y siempre”, cerraron entre aplausos y abrazos.