Por Sofía Villalba
Fotografía: Sabrina Nicotra

La antropóloga Patricia Aguirre publicó «Devorando el planeta», un libro en el que advierte las implicancias ambientales del sistema de producción alimenticio.

“La pregunta principal no es solo si podemos cambiar; es si estamos a tiempo”. Esto afirma Patricia Aguirre, doctora en Antropología por la Universidad de Buenos Aires, e investigadora y docente en la Universidad Nacional de Lanús, que acaba de publicar  Devorando del planeta. Cambiar la alimentación para cambiar el mundo (Capital Intelectual). En esta obra, la autora alerta sobre nuestros hábitos alimenticios y la gravedad que nuestras prácticas y consumos generan en el ambiente.

 

¿Cuál sería la diferencia entre alimentarse y comer?

Alimentarse se alimentan también los animales. Ingieren energía y micronutrientes para las actividades de su vida y su reproducción. Pero comer es algo privativo del ser humano. En la comida humana hay tanto nutrientes como sentidos. El comer humano siempre es comer con otros. La palabra misma, “comer”, implica al otro como sujeto. Nosotros no comemos solo lo comestible: comemos un montón de otras cosas que no son tan comestibles, como la comida chatarra ultra procesada, que su función no es nutricional. Comer es un acto social, que une indisolublemente los nutrientes de los alimentos, pero también los sentidos que le da la cultura. Si un alimento no está recubierto por un universo de sentido, entonces el alimento simplemente no se produce, no se distribuye, no cae en tu plato para que te lo comas.

 

¿Qué te llevó a escribir Devorando el planeta? ¿Qué querías resaltar con esta obra?

Mis otros libros son más académicos. Devorando el planeta está pensado para gente curiosa, que tenga un interés sobre el tema, pero que no tenga una posición tomada, o que no tenga una práctica académica. Está escrito de una manera mucho más liviana, un lenguaje más coloquial. Me interesa que lo lea un chico de secundaria y que lo entienda, y que de alguna manera abramos un poco los ojos. A veces siento que en el tema de salud, alimentación y ambiente, los problemas son tan grandes que su resolución parece imposible. Yo no quiero terminar con este tema pesimista de “el clima va a cambiar, todos nos vamos a extinguir, y esperemos que la próxima especie hegemónica en el planeta lo haga mejor”. No me parece que sea bueno, yo creo que hay otro camino. Hay un buen camino y podemos salir de esta crisis mejor parados, con un mundo más limpio, con una mejor alimentación y con una mejor calidad de vida para todos.

 

Decís que hay otro camino. ¿Sería diferente a cuál?

Al camino de concentración del capital, de concentración de la riqueza, y de concentración de la mugre y la enfermedad. Este camino no va más. Este modelo no va más. Ya no hay donde esconderse. Aunque las élites te digan: “Bueno a mí no me va a tocar”, el clima cambia para todos. Respiras el mismo aire, tomás la misma agua, el dolor del otro se te mete adentro. Podemos hacer otra cosa: hoy hay una enorme cantidad de alternativas. Devorando.. es una contribución a que la gente sepa que existen estas alternativas de resilvestrización y de producción alimentaria limpia. Ya no hay que inventar nada, hay que hacer. Hay enorme cantidad de alternativas, uno tiene que localizar aquella que puede ser más útil y con la que se sienta más cómodo y seguirla, sumarse.

¿Un buen paso para empezar este camino implicaría un cambio en las políticas públicas?

Sí y no. Necesitamos instituciones que regulen, que sean representativas de las políticas democráticas. Existen justamente para eso: para proteger a los ciudadanos, reflejar sus intereses, solucionar sus problemas colectivamente. Es importante que las instituciones del Estado trabajen en favor de una alimentación saludable, sostenible y soberana. Pero por otro lado también necesitamos de la acción individual; la práctica cotidiana es imprescindible. No vamos a esperar a las políticas públicas. No vamos a esperar a que los políticos terminen de pelearse. Hay que votar con la boca esta noche, con la cena. Ya.

 

Teniendo en cuenta la sociedad en la que vivimos y su estructura, ¿es posible emprender este camino?

Claramente. Se puede votar con la boca: una economía más pensada, más racional; pensada en términos de sustentabilidad, de acceso, ética y salubridad es posible, aún con bajos ingresos. Pero lo que me parece que es la pregunta principal no es solo si podemos cambiar. Claro que podemos, hay métodos y alternativas; existen, solo hay que buscarlos. Mi pregunta es si estamos a tiempo: los informes de los biólogos, de los meteorólogos, de la gente que trabaja en las ciencias duras con los modelos matemáticos, todos manifiestan que se han pasado las capacidades auto depuradoras del planeta Tierra. Se presenta un panorama muy sombrío de mitigación de los resultados, cuando lo que yo quiero es incidir en sus causas. Hay que hacer ambas cosas: incidir en las causas y cortar muchas de estas fuentes de contaminación para entonces mitigar sus resultados. Más que conservar quiero desarrollar nuevas prácticas para tener una nueva forma de vida, y por supuesto, una nueva forma de comer. Y creo que antes de que el mercado termine de convertir el mundo en un shopping para pocos tenemos que producir nuestra comida con sustentabilidad, distribuirla con equidad y consumirla en comensalidad.