Por Katherine Berrutti
Fotografía: Sabrina Nicotra

La CGT concentró a más de doscientas mil personas en el Congreso en una movilización que no terminó de ser ni para reclamar ni para apoyar al Gobierno. Las consignas difusas apuntaron a los formadores de precios y a la inflación. Pablo Moyano intentó darle más volumen a las exigencias.

Ayer se llevó a cabo la protesta masiva convocada por la CGT, a la que se sumaron la CTA y varios movimientos sociales. Entre ellos Movimiento Evita y Barrios de pie.

La convocatoria tenía como reclamo principal mejorar los salarios de los trabajadores, ya que el mismo no cubre la canasta básica de alimentos, que ya cruzó la barrera de los cien mil pesos, debido a la alta inflación que atraviesa el país: 3 por ciento en los primeros 15 días del mes corriente. Las consignas, algo difusas, reclamaban contra los formadores de precios.

Dio comienzo a las doce del mediodía pero desde las diez de la mañana los manifestantes caminaron desde sus respectivas sedes gremiales para agruparse en 9 de julio y Avenida Belgrano y luego dirigirse hacia el Congreso como objetivo final. 

Marcharon por 9 de julio hasta llegar a Av de Mayo, en todas las intersecciones a la Avenida se unían cada vez más agrupaciones. No se sabe con exactitud el número de personas que asistió, aunque algunos cálculos informales dijeron 200 mil personas. 

Al ruido de bombos y platillos se vivía un clima festivo que sobrevolaba la ciudad. Los manifestantes cantaban la Marcha Peronista. 

En la colimna del Movimiento Evita llevaban una bandera con la cara de Eva Duarte de Perón y el General Perón. También resonaba un parlante con el discurso del General, en un acto que encabezó en la CGT en 1973. Las banderas flameaban dejando un dejo de esperanza y lucha por las calles porteñas. 

La franja de FOETRA (Sindicato de las Telecomunicaciones) traía bombos que golpeaba cada vez más fuerte, al ritmo de la caminata. Sonrisas, abrazos por doquier, se respiraba alegría y lucha. 

Flameaban banderas de todos tipos y colores: verde y blanca de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado); azul y blanca para los trabajadores Somos Patria, La Patria Primero; así como para SADOP (Sindicato Argentino de Docentes Privados); y otras muy coloridas con dibujos de distintos dirigentes.

Frente al Congreso, la frutillita del postre la tuvo el Sindicato del Personal de la Industria de la Carne, que trajo a su mascota sindical: un pollo con el logo del sindicato, que se sacaba fotos con todo el que pasaba, y posaba para las cámaras, con sus compañeros trabajadores. La prensa solo buscaba retratar a ese personaje frente a tanta multitud.

A pesar de la gran convocatoria que tuvo la marcha de la CGT, deja un sabor a poco. Fue confusa, no tuvo un argumento claro y contundente. No se vió en su paso el motivo por el cuál marcharon. No hubo una organización clara de parte de las gremiales, mucha de la gente que fue convocada no sabía a qué iba, insólito. 

El punto más candente estuvo a cargo de Pablo Moyano, uno de los tres secretarios generales de la Central Obrera, quien en todo momento intentó dejar en claro sus diferencias con los otros secretarios de la CGT. Desde un camión repartidor de bebidas, algo improvisadamente, le habló en forma directa al presidente Alberto Fernández: “Queremos decirle al presidente Alberto, poné lo que tenés que poner, sentá a estos tipos, aplicales las multas, y hacé lo que tengas que hacer que los trabajadores te vamos a bancar”. Moyano hizo referencia de este modo a “los empresarios, los bancos, los formadores de precios y Mercado Libre”. Unos segundos después, agregó: “Alberto, sacá ese bono, o esa asignación, suma fija, para los trabajadores que no llegan a fin de mes”. 

Desconcentraron entre las quince y treinta y dieciséis del miércoles 17 de agosto, ya rumbo a sus hogares. Las caras de desconcierto, no se lograba dilucidar qué sentimiento había dejado ese día.