“Hay una percepción muy clara de que Musk está demasiado cerca de Trump y va a cambiar mucho la lógica de intervención de la plataforma”, asegura Ernesto Calvo, uno de los mayores estudiosos del funcionamiento de la red del pajarito.
La compra de Twitter por parte de Elon Musk, el multimillonario fundador de Tesla y SpaceX, que pagó 44.000 millones de dólares para hacerse de la red, reavivó los debates sobre el funcionamiento de la plataforma. En diálogo con ANCCOM, Ernesto Calvo reflexiona sobre el nuevo escenario y los vínculos complejos que se dan entre redes sociales, agenda política, libertad de expresión y moderación de contenidos.
¿Qué análisis hace acerca de la compra de Twitter por parte de Elon Musk?
Twitter quedó entre la espada y la pared. La Junta Directiva no estaba interesada en venderlo. Legalmente, en Estados Unidos si hay una compra muy ventajosa para los accionistas de una compañía y esa compañía la rechaza se le puede hacer juicio. El principal problema que tenía la Junta Directiva era que, en principio, varios de los accionistas que podían hacerle juicio estaban bastante alineados con Musk, con Trump y con la derecha de Estados Unidos. Sé que a la mayoría de los que están dentro de Twitter no le gusta ni medio. Hay una percepción muy clara de que Musk está demasiado cerca de Trump y va a cambiar mucho la lógica de intervención de la plataforma. Y dado que Twitter no cura el muro en forma tan extensa como Facebook, la influencia más grande no es tanto en los algoritmos como en el cambio de la política respecto de cuáles cuentas pueden participar y cuáles son las restricciones.
En función del mapeo que hace de la plataforma, ¿cuál es la característica que la define en relación a todo el ecosistema de plataformas virtuales y cómo influye Twitter en la agenda política y en los procesos de formación de opinión pública?
Creo que el chiste en general es que Twitter es política nacional y Facebook política local. Facebook es mucho más grande, tiene casi seis veces la participación, la conectividad y la base usuaria que tiene Twitter. Así que Facebook tiene mucha más circulación de data. Pero lo cierto es que en los medios de comunicación tradicionales, como los diarios o la televisión, uno ve constantemente un tweet de Musk o de Trump y no un posteo de Facebook. La influencia política de Twitter es muy alta. La gente dice que Twitter solamente tiene una base usuaria de 6 a 10%. Es cierto. Pero, ¿qué medio de comunicación existe a nivel nacional que tiene una base usuaria del 6 a 10% de la población? Entonces, el nivel de influencia política que tiene Twitter es muy alto, porque tiene muchísima penetración en los medios tradicionales y porque amplifica muchísimo el consumo que hay de los medios tradicionales. Hay mucho más uso de los posteos de Twitter en los medios tradicionales que de los posteos de Facebook. Entonces, en el impacto mediático es grande.
¿Qué cambios se pueden esperar ahora que está en manos de Elon Musk?
Mucho de hacia dónde va en el futuro va a depender de qué es lo que sucede con las multiplataformas. Hay muchas migraciones de plataformas, hay mucha fragmentación. Así que es una inversión arriesgada para Musk. Está invirtiendo en una plataforma cuyo capital es básicamente gente. Y si bien con 6 a 10% de participación en países grandes la cantidad de gente que tiene no es pequeña, pueden aparecer nuevas plataformas y que el capital que está invirtiendo termine dilapidándose. Veníamos analizando con colegas el tema de la migración de la derecha a plataformas como Parler. Ahora vamos a ver también si hay migración fuera de Twitter, si empieza hacer cambios de política que sean complicados.
¿Qué implica convertir los algoritmos en “fuente abierta, vencer a los bots de spam y autentificar a todos los humanos”?
No mucho. El cambio más importante que puede ocurrir tiene que ver con qué cuentas están autorizadas. Twitter ya tiene una base algorítmica muy liviana comparada con Facebook. La capacidad que tiene Twitter de concentrar información o de desviar información que uno no quiere ver es bastante baja. Ha ido aumentando. Antes uno veía el muro que tenía enfrente y era casi con exclusividad de gente que uno seguía. Después aumentó la cantidad de publicidad que estaba intermediando entre tweet y tweet. Después aumentó la cantidad de recomendaciones que eran justamente contra actitudinales, o sea que no venían del grupo propio, como formas justamente de diversificar el muro. Entonces, en este momento el muro es más ruidoso. Porque tiene el muro que viene de aquello que uno está siguiendo y después una cantidad de intervenciones tanto publicitarias, como políticas, como mediáticas. ¿Qué es lo que puede hacer Musk? Puede intensificar un poco más para que se ensucie más el muro, o puede depurarlo un poco más para que aparezca la señal más nítida de aquellos que seguimos. Pero eso no va a cambiar tanto la experiencia de usuario que tiene la gente como el hecho de que se admitan ciertas cuentas que ahora están restringidas como la de Trump y gran parte de las cuentas más agresivas republicanas. Es mucho más complicado el efecto en Estados Unidos. Lo que significa la reinstalación de las cuentas que fueron prohibidas en Estados Unidos cambia el espacio político mucho más que lo que uno vive en otros países. Entonces en Estados Unidos creo que es donde el efecto de la compra de Twitter se va a notar de forma más dramática.
«Todo el esfuerzo para limitar los discursos de odio va a disminuir», advierte Calvo.
¿Qué intereses se ponen en juego detrás de la promesa de Musk de garantizar mayor libertad de expresión en la plataforma? ¿Cuál es el trasfondo?
Twitter no tiene muchas restricciones, salvo las que tienen que ver con las cuentas que fueron dadas de baja. Todo el esfuerzo para limitar los discursos de odio va a disminuir. Eso es lo que todos anticipan. Si no tuviera efecto políticamente ventajoso para la derecha no lo estaría comprando.
¿En qué medida la llegada de Musk a Twitter puede acelerar la modificación de la Sección 230 de la Ley de Decencia de las Comunicaciones de Estados Unidos?
Sería muy difícil que la puedan eliminar y que no quiebren las plataformas. Si eliminan la 230 y no la reemplazan con algo que sea equivalente, el valor de mercado de Twitter caería en picada. Es interesante, por un lado, la amenaza de eliminar la 230 viene justamente de Trump en el momento en el cual lo que trató fue condicionar a la plataforma para opinar políticamente. Porque la plataforma había empezado a presionar sobre el tema de la desinformación que estaba circulando el Partido Republicano. El tema de la 230 no sale a nivel político porque lo estén pidiendo los organismos de derechos humanos o los organismos periodísticos. Sale porque Trump lo pone sobre la mesa como una forma de presionar a Twitter por el tema de las restricciones que la plataforma está imponiendo con las etiquetas a las desinformaciones del partido republicano. Pero que las plataformas sean responsables por los contenidos que publican sus usuarios sería insostenible. Imaginate que vos pudieras hacerle juicio a Facebook o Twitter porque hay una amenaza a nivel personal que es producida por un tercero. Ahí estás obligando a la plataforma a que intervenga mucho más activamente para censurar el discurso que circula en las redes sociales porque ahora la plataforma pasa a ser socia de cualquier discurso de odio, por ejemplo, cualquier desinformación. Sería imposible operar esas plataformas sin la 230 salvo que introduzcan mecanismos de sanción, de restricción y de moderación de contenidos muchísimos más intensos. Es interesante que la amenaza de eliminar la 230 produce exactamente lo opuesto a lo que está diciendo que se hace. Están diciendo que eliminar la 230 es una forma de presionar para que la plataforma sea más abierta y que modere menos, y al mismo tiempo eliminar la 230 significa que la plataforma no tiene opción salvo moderar gran parte del contenido. Es lo opuesto políticamente a lo que se está diciendo.
¿Cómo se articula la libertad de expresión con el control de la violencia coordinada y los discursos de odio que vemos tan frecuentemente en las plataformas? ¿Cómo ve el escenario regulatorio actual?
Fijate la cadena, la mitad de la gente presionando para que la libertad de expresión aumente y que sea más transparente cómo se modera. La otra mitad presionando para que se evite la circulación de discursos de odio y otras formas de violencia digital. Esas dos cosas son totalmente incompatibles. Aumentar la cantidad de restricciones que limitan los discursos de odio, que yo estoy cien por ciento de acuerdo, implica al mismo tiempo restringir la libertad de expresión de la plataforma. Es super complicado el tema de la regulación. Para mi no hay forma de no moderar las plataformas. No es viable tener plataformas en las cuales está autorizado el discurso de odio contra mujeres, minorías… Para mí no es una opción. El discurso de odio no es lenguaje protegido. Pero ahí tenés el problema de cuáles elementos identifican discurso de odio y qué es lenguaje protegido. La única forma en la cual uno puede tener mecanismos de moderación que no están delegados en las plataformas, es teniendo organizaciones sociales y de gobierno que estén trabajando con las plataformas, en el centro de moderación de las plataformas. No me sirve eliminar un posteo de Facebook o un tweet que contenga discurso de odio una semana después. La única forma de hacer cualquier tipo de regulación es trabajar con las plataformas para poder en tiempo real definir las prioridades de moderación de contenidos de manera conjunta. Por eso, siempre he abogado mucho que haya una coordinación entre ONG, plataforma y gobierno. No para regular sino para producir dentro de los lugares de moderación una coordinación entre interés público, organizaciones sociales y plataforma. Si consideramos que la libertad de expresión es una libertad de expresión que tiene o no limitaciones, esa es la discusión de fondo. Si uno piensa que el discurso de odio es lenguaje protegido, como cualquier otro discurso, entonces no tenés problema. Tenés simplemente plataformas que no necesitan moderar nada. Dejas que todo pase. Si hay contenidos que hay que moderar entonces ahí el problema es técnico. Aun si el gobierno y las ONG tienen nociones claras de qué es lo que tiene que ser moderado para que sea limitado, tenés que poder hacerlo en tiempo real. Y hacerlo en tiempo real significa que tenés que hacerlo desde las plataformas. Ahí viene la discusión interesante y eso no es exactamente regulación. Por eso es que regulación es una palabra tan inadecuada. Una vez que la pusiste quedó vieja. Vos pones una regulación y una semana después tenés usuarios que producen contenido que no es afectado por la regulación y que viola el espíritu de la ley. Entonces migras el discurso de odio y lo transformas en otra cosa, la regulación quedó vieja. La moderación ocurre todo el tiempo en tiempo real. Para poder hacerlo tenés que tener gobiernos, ONG y plataformas pudiendo ajustar en tiempo real.