Por Mariana Quaglia
Fotografías: Mariana Chichel y Sofía Barrios
Bajo el sol abrasador de la tarde porteña, más de 50 organizaciones sociales y asambleas vecinales protestaron este sábado frente a la Legislatura para frenar el avance del “patrimonicidio”, que arrasa con el entorno urbano y que prioriza los negocios inmobiliarios antes que la calidad de vida, acompañados de las consignas: “Se va Buenos Aires”, “Más cielo menos cemento”, “Más verde menos cemento”, “Una ciudad sin patrimonio es una ciudad sin futuro”.
“Toda la gente del barrio debería estar acá. Esto está sucediendo en muchos lugares. Durante la pandemia se hicieron demoliciones silenciosas que no dieron tiempo al reclamo”. Miguel López es vecino de Nuñez y junto a Liliana Grande se concentraban en cortar cinta para pegar una cartulina que reclamaba la protección identitaria de su barrio. Liliana agregó, analítica: “Lo que sucede es que en nuestra comuna la adhesión al gobierno del PRO es muy alta, y oponerse y darse cuenta de lo que está pasando cuesta mucho a una inmensa mayoría”.
En la esquina donde se cruzan Perú y Diagonal Sur, las vallas encierran el edificio de la Legislatura porteña donde cientos de vecinos y vecinas propusieron reunirse. Las inesperadas vallas que impedían estar frente al edificio fueron adornadas con carteles, fotos de los edificios en peligro de extinción (o extintos) por el nuevo Código Urbanístico y con la leyenda “Se va Buenos Aires”. Minutos pasaban de las 16 en una tarde calurosa, y la gente llegaba para encontrarse con sus vecinos, o alguna cara conocida y asumir su lugar en la amplia ronda que se iba quedando sin espacios vacíos. A la espera del inicio de una asamblea a micrófono abierto, con una lista en orden alfabético que ordenaba las intervenciones, se hicieron presentes agrupaciones como Basta de Demoler, Casco Histórico Protege, Tierras Ferroviarias Verdes y el Observatorio del Derecho a la Ciudad.
La exigencia primordial sostiene la necesidad de un control vecinal sobre los órganos que deciden sobre el patrimonio porteño y la planificación de la Ciudad, como está previsto en el Artículo 1 de la Constitución de CABA y la Ley de Comunas. El nuevo Código Urbanístico amplía los topes de las alturas permitidas para futuras construcciones y abre la puerta de un proceso de «especulación inmobiliaria» de los desarrolladores privados. Como consecuencia, ataca cualquier proyecto de desarrollo sustentable y conspira contra las industrias del turismo y la construcción, ignorando el valor agregado que representan las rehabilitaciones y restauraciones. Sin embargo, lo que se encuentra amenazado no es únicamente la arquitectura, como recurso no renovable, sino la habitabilidad de la ciudad que día a día se vuelve una isla de calor con edificios que la ahogan.
Las campanas de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires marcaron la media hora pasada de las 17 cuando Ana Bas, de Basta de Demoler, una de las primeras organizaciones vecinales que salieron a defender el patrimonio cultural histórico de la Ciudad, tomó el micrófono:
“Estamos acá organizados, somos más gente de lo que esperábamos, un montón de barrios juntos tratando de que no demuelan Buenos Aires”.
Y llamó a mirar el edificio donde estaban situados, recordando la lucha en favor del patrimonio de la Ciudad del arquitecto José María Peña, cuya mención fue recibida con un elogioso aplauso, quien logró que le cedieran el primer piso del edificio histórico de la farmacia La Estrella, en Defensa y Alsina, una de las esquinas más antiguas de la Ciudad de Buenos Aires, donde está instalado el Museo de la Ciudad.
Bas recalcó que el Gobierno porteño tiene muchos juicios abiertos por no respetar el patrimonio cultural histórico de la Ciudad, incluyendo hasta “la destrucción de las veredas, los cordones, el adoquinado, los faroles y los edificios que son nuestra memoria”.
La sustitución de piezas patrimoniales por edificios nuevos sin ninguna planificación no es una política urbana sostenible. Desde el punto de vista medioambiental, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se ha comprometido a reducir las emisiones de efectos invernadero al suscribir el Plan de Acción contra el Cambio Climático 2016-2030. Para llegar a cumplir estos compromisos se requiere la revisión de varios de los procesos de la industria de la construcción: desde la huella de carbono del edificio, el uso del agua, la extracción de materiales y la disposición de residuos sólidos son ahora variables muy importantes que considerar para reducir las emisiones y mitigar los efectos del cambio climático.
“Estamos perdiendo a razón de 7.000 árboles por año en extracciones, 70.000 en poda, de la mano de la falta de conciencia ambiental, de no considerar la preservación como opción. La opción siempre es la eliminación de los ejemplares. Eso significa menos sombra, menos oxígeno, mayores temperaturas y todo lo que ya sabemos que generan los árboles”, explicó a ANCCOM Guillermina Breschi, de Basta de Mutilar, un grupo de ciudadanos que defiende el arbolado urbano y está en contra de su eliminación. Y agregó indignada: “No se hace eco de esto porque los medios tradicionales están del otro lado de esta grieta. Del lado de los negocios inmobiliarios, del lado de los funcionarios que piensan lo patrimonial en términos económicos y nosotros pensamos en el patrimonio en otros términos, en el histórico, en el social, en el identitario.”
Mientras la lista avanzaba, los vecinos y vecinas con atención escuchaban las intervenciones. Fabio Márquez se presentó con su usuario de Instagram (@paisajeante) y se hizo oír ante la ronda, señalando una cruda verdad. “Cada torre que se construye nos va quitando ese vínculo con el cielo que es el aire, el sol”, dijo.
Algunas miradas se alzaron al cielo, asumiendo que el paisaje del presente puede esfumarse en un futuro. “Debemos sensibilizar a la población con información como estamos haciendo hoy. Mucha gente nos sigue en redes sociales y se está enterando hoy de lo que estamos contando porque los medios masivos de comunicación no lo cuentan. Cada uno de nosotros acá somos propagadores de este mensaje”. concluyó Márquez.
A las 18, Mauro Sbarbati de Basta de Demoler, propuso a los vecinos y vecinas una idea que fue recibida con vitoreos: dirigirse apenas terminada la asamblea hacia el Museo de la Ciudad, a pocas cuadras, donde se estaría dando inicio a “La Noche de los Museos”, para que “Por fin nos escuchen los medios que nunca nos atienden el teléfono.” Pero antes de “levantar campamento”, Alejo Caivano, referente del Observatorio de la Ciudad, se hizo oír: “Tenemos que utilizar todo aquello que sea un mecanismo legislativo y explotarlo al máximo, y también tenemos que generar herramientas que nos permitan confrontar con este Gobierno pero también encontrarnos con el vecino que tiene la misma problemática.”
En ese marco, algunas de las asociaciones iniciaron una campaña de recolección de firmas en la plataforma Change.org para que los poderes Ejecutivo y Legislativo «suspenda los efectos del Código Urbanístico, aprobado en el 2018, que permite la destrucción de la identidad de los barrios residenciales de casas bajas e impulsa la sobre construcción en otros barrios ya consolidados».
Con las campanadas de media hora pasadas de las 18, las agrupaciones de vecinos se despidieron de la intersección donde se desarolló la asamblea para moverse hacia Defensa y Alsina, al canto de “Demoliendo Hoteles” por Charly García. Al llegar allí, se encontraron con la gente que hacía fila para entrar al museo y alegando que venían en son de paz se pusieron en ronda dando una última intervención de la mano de Ana Bas: “Estamos por quedarnos sin historia y obviamente que saben que un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro.”