Paula Qualina, médica cirujana especialista en patologías mamarias y miembro titular de la Sociedad Argentina de Mastología, explica: “Cuando el implante es colocado en el cuerpo, en principio nunca lo va a tomar como algo propio, y genera una cápsula alrededor para protegerse y aislar al implante. Si bien eso se sabe, no se habla de las distintas complicaciones que pueden sufrir los pacientes”. Esa resistencia a un cuerpo extraño puede generar distintos tipos de patologías muy variadas, poco estudiadas y con una baja incidencia relativa, pero sobre un universo numeroso: según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Eestética (ISAPS por su sigla en inglés), en 2019 se realizaron 33.275 cirugías para aumentar las mamas en Argentina y 1.795.551 en todo el mundo.
Una de las complicaciones es la reacción inflamatoria que conlleva una contractura capsular. Qualina explica que “esto produce un aumento de tamaño de la mama y mucho dolor”. Otra complicación que puede aparecer, detalla, es un “linfoma anaplásico asociado a prótesis, un cáncer de tipo inmunológico”. Si bien se trata de un riesgo infrecuente entre las personas implantadas, es una enfermedad seria que requiere extraer las prótesis y, a veces, tratamiento con quimioterapia.
“Seis años después de implantarme -Valeria Olveira- me levanté con un pecho que tenía el doble del tamaño. Me dolía y me ardía mucho”. Luego de hacerse una ecografía le dijeron que debían extraerle líquido y mandarlo a analizar. Allí comenzó una pesadilla para su vida, con una seguidilla de estudios, interconsultas de médicos, falta de información sobre el tema y también miedo de contarle a sus padres. “La verdad es que la pasé mal. Yo era una persona sana y de un día para el otro tenía el diagnóstico de cáncer de linfoma asociado a prótesis mamarias”, señala. Su lucha contra esta enfermedad duró un año, le quitaron los implantes y tuvo que hacer quimioterapia y rayos porque el linfoma había migrado al ganglio. Hoy, luego de cuatro años desde su diagnóstico, se podría decir que está curada, aunque explica: “Nunca estás curado de cáncer, estás en un estado de remisión donde no hay alteraciones cancerígenas en el cuerpo”.
Según un estudio del centro de detección de cáncer Md Anderson Center de los EE.UU., realizado en noviembre del 2020, existen 1.136 casos y 36 muertes comprobadas en el mundo a causa de este linfoma producido por los implantes mamarios. Este mismo estudio, informa que en Argentina hay 13 casos detectados y una muerte.
Olveira se interiorizó del tema y ante la falta de información creó un grupo de Facebook llamado “Mis implantes mamarios me dieron cáncer”, allí comenzó a dialogar con muchas mujeres desesperadas por los tratamientos, los costos, y descubrió un montón de enfermedades asociadas a esa intervención. “Yo no quiero asustar, pero pasé un cáncer y me parece que hay que saber los riesgos cuando te implantás. No quiero que nadie más pase por esto”, declara.
Otro de los posibles riesgos de tener implantes es el Síndrome de Asia (Auntoimmune Síndrome Induced by Adjuvants, es decir, Síndrome Autoinmune Inducido por Coadjuvantes), conocido vulgarmente como la “enfermedad por implantes mamarios”. La doctora Qualina considera que éste riesgo es el menos conocido por la comunidad científica, pero existe y altera distintos sistemas del cuerpo. “En algunos casos, el síndrome aparece rápido y lo asociás a las prótesis porque en cuestión de días el paciente se siente mal, pero esto es lo menos frecuente. Lo habitual es que los síntomas aparezcan paulatinamente”, explica la especialista en patologías mamarias.
Los síntomas de este síndrome son variados. Por ejemplo, puede afectar al sistema nervioso y generar un déficit cognitivo; a nivel de salud mental provoca depresión, ansiedad, ataques de pánico. “Muchos pacientes vienen con medicación psiquiátrica”, reconoce la doctora. También afecta a nivel reumatológico y desarrolla enfermedades como tipos de artritis, debilidad muscular, fatiga crónica. Otras alteraciones que están asociadas son enfermedades autoinmunes como hipo e hipertiroidismo, diabetes, alergias, alteraciones cutáneas, caída del cabello e infecciones resistentes a los tratamientos como hongos vaginales. Qualina insiste: “No todas las personas implantadas pueden tener complicaciones, lo que es cierto es que potencialmente todas están expuestas”. El problema es que no se trata de una afección suficientemente estudiada por lo que no se cuenta con datos claros sobre porcentajes y causas.
Muchas diversidad, pocos datos
¿Por qué hay tantos y diversos síntomas del Síndrome ASIA? Qualina aclara: “Hay una teoría que dice que son reacciones autoinmunes que provocan síndromes generalizados, no localizados en una parte del cuerpo. Otra teoría dice que la prótesis puede provocar una migración microscópica en la cual iría perdiendo metales pesados, en donde partículas de siliconas migran a los ganglios y al torrente sanguíneo”. Muchos de los implantes tienen metales pasados como mercurio, plomo o arsénico que, en principio, no debería salir de la prótesis. Los fabricantes no suelen informar sobre esas características de sus productos.
A la hora de hacer el diagnóstico, la doctora subraya que lo importante es indagar sobre el antecedente de haberse colocado las prótesis. El trabajo posterior es fundamentalmente clínico. “Si bien cada paciente es único, todas relatan lo mismo. Hay patrones de síntomas muy similares y por eso es que se habla del síndrome de ASIA”, remarca Qualina. Lo primero que se realiza en estos casos es la quita de las prótesis. Luego de la cirugía de explantación los síntomas de las pacientes mejoran en un 80%.
ANCCOM también conversó con Angie Monasterio, quien a los dieciocho años se implantó y tuvo las prótesis quince años hasta que confirmó que sus problemas de salud estaban relacionados con los implantes mamarios. “Yo lo transité sola sin tener respuesta de los médicos, como le pasa a la mayoría de las mujeres, es una enfermedad de mucha invisibilidad, a pesar de que está en la documentación científica y tenemos varios cirujanos que hablan del tema”, aclara Monasterio.
La cirujana Qualino, considera que es importante aclarar que los riesgos posibles de contraer tanto el Síndrome de ASIA, como la contracción capsular o el linfoma mamario, no tienen que ver con la marca de las prótesis. Incluso, Monasterio comenta que ella tenía una “primera marca” y se enfermó igual.
La doctora explica: “Al ser síntomas insidiosos que van apareciendo de a poco, la paciente los va naturalizando y piensa que es por estrés, cansancio o la edad”. Eso mismo le sucedió a Angie, quien padeció muchos de los síntomas del Síndrome de ASIA como infecciones de garganta, disnea y apnea respiratoria, inflamación de las articulaciones, entre otras, y también psíquicos. “Estaba en un estado de ansiedad y con ataque de pánico constantes. Viví un infierno y hasta llegué a tener pensamientos suicidas. No entendía por qué me estaba enfermando tanto”, confiesa. La confirmación de que eran los implantes los que dañaban su salud fue cuando se los quitó y los síntomas mejoraron notablemente: “Volví a vivir” declara.
Monasterio, al igual que Olveira, creó un grupo de Facebook cerrado denominado “Enfermedad por Implantes Mamarios” que tiene catorce mil miembros y un promedio de veinte mensajes por día. “Son mujeres que están enfermas por culpa de sus implantes y buscan una respuesta; son mujeres que replican mi historia”, señala Monasterio y agrega: “En el grupo brindamos información y contenemos a las mujeres, porque esta es una enfermedad huérfana de la que nadie se hace cargo”. En Instagram, Angie tiene cincuenta mil seguidores. Allí difunde publicaciones sobre el tema y conversa con especialistas.
“No es una locura de las redes sociales”, subraya la doctora y cuenta que, aunque ella sí hace explantanción de prótesis no todos los médicos cirujanos la realizan. Tanto Monasteiro como Olveira coinciden en que los médicos las tildan de “locas” cuando plantean el tema: “Nos quieren derivar al psicólogo o al psiquiatra”, exponen. Algunas de las frases que escuchan de los consultorios médicos son: “Si estás divinas”, “vas a quedar chata”, “desfigurada como un varón”.
Estudios de la comunidad científica
Aunque hay miles de estudios realizados en revistas científicas, la enfermedad por implantes mamarios no está reconocida oficialmente: “Es una falencia médica”, considera Qualina. “Negar la enfermedad de entrada es permitir seguir en la ignorancia a costa del sufrimiento de mujeres por las prótesis –agrega-. Y no son sólo mujeres, hay mujeres cis y mujeres trans. Yo empecé a aprender hace cinco años, de a poco, cuando empezaron a venir pacientes a mi consultorio a contarme qué les pasaba y empecé a buscar información. La clave del diagnóstico está en aprender, investigar trabajos científicos, ir a congresos o centros de investigación”.
Otra de los problemas de no ser una enfermedad reconocida oficialmente es la falta de porcentajes y estadísticas certeras de cuántas mujeres implantadas sufren algún efecto adverso. “No se puede decir el porcentaje porque está subdiagnosticada. Primero tiene que ser reconocida, después se tienen que empezar a hacer estudios más grandes de investigación para dar cuenta de todos los casos”, explica.
Las prótesis que llegan a la Argentina son importadas y la ANMAT es el organismo que las acepta. La FDA (Food and Drug Administration) de Estados Unidos es el regulador de todos los medicamentos y dispositivos de ese país y desde el año pasado, subraya la médica Qualina, advierte sobre el potencial de las enfermedades asociadas a implantes, y reconoce el linfoma anaplásico a causa del implante.
¿Qué información hay que considerar antes de implantarse?
Qualina explica: “Primero hay que averiguar, consultar con otras personas que se implantaron si tuvieron complicaciones. Segundo: saber si la persona que se va a implantar tiene enfermedades autoinmunes o reumatológicas, porque es mucho más probable que tenga este síndrome. En ese caso, yo desaconsejo la colocación de prótesis. Tercero, cuando vas al cirujano plástico hay que averiguar bien, preguntarle sobre este síndrome, es fundamental la búsqueda de información y erradicar el concepto de que son para siempre”.
Para aquellas mujeres que están implantadas y se topan con la información de los riegos posibles de las prótesis, la doctora sugiere “no entrar en pánico”, porque, no todas van a sufrir este síndrome ni ninguna otra complicación. “Si todas tuvieran sintomatología, sería dramático. Pero sí hay un porcentaje de personas que son más susceptibles a tener alguna patología luego”. Aconseja además que “si vos con las prótesis colocadas, estás contentas y te sentís bien: adelante, seguí con tu vida porque estás dentro del grupo que no desarrolló el síndrome de ASIA. Como todas las mujeres debes hacer todos los controles mamarios. En cambio, si con prótesis no te sentís bien, y comenzás a sentir síntomas, es necesario hacer una consulta a un especialista”.
Lo que se busca, entonces, es la divulgación de la información antes y después de la implantación. “Estamos en una lucha de información”, resume Olveira. Monasterio coincide y plantea que “lejos de querer ir en contra del cuerpo médico, queremos que se nos una y que escuche lo que nos está pasando”.